PEQUEÑA SEMBLANZA SOBRE EL POETA ÁNGEL GONZÁLEZ
Ángel González es un poeta al que tengo siempre presente, un poeta de cabecera como se suele decir. Por su interés y la calidad humana de sus versos, permanece afortunadamente actual en libros, en quienes le admiramos, y en jóvenes generaciones que lo descubren y celebran. El eco de la voz de sus poemas se expande generosamente, se mantiene viva, es sin duda una de las voces poéticas en lengua castellana más importantes del siglo XX.
Fue un poeta cuidadoso que mimaba la palabra con claridad y precisión casi filosófica; un poeta de límpidos versos, puros reflejos de la dura realidad social que le tocó vivir. Quizás sea esto y la acidez burlona que impregnan algunos de sus poemas, lo que mantiene su obra tan vigente, señal de una inconfundible e inteligente personalidad.
Dicen que el agua pasada
no mueve molino.
Pero el río de la vida
que pasó
sigue moliéndome vivo,
hecho polvo
enamorado
del agua, del agua aquella,
cuyo murmullo lejano
aún oye mi corazón.
Sus poemas exploran la condición humana, desde el más puro existencialismo hasta la desgarradora nota biográfica pasando, como algo ineludible, por la apreciación socarrona e irónica de ciertos aspectos cotidianos. En ese hombre envuelto en lo cotidiano y en la cuestión colectiva de la España franquista de posguerra, transitan el amor, la historia, el tiempo y las penurias. Ahí, en intentos por restaurar ilusiones sistemáticamente pisoteadas, se halla el punto central de su universo poético. Ángel González, con su reincidente sutil ironía, se acercó a lo que se considera metapoesía, esa interrelación entre autor, texto y público, que algunos autores como él han sabido tan bien equilibrar.
Fue un asturiano brillante, maleable, abarcador, coherente en vida y poesía. Transitó brillantemente desde lo reflexivo a lo más delicado del amor, desde el realismo crítico innovador y fresco al existencialismo. Todo ello, con cuidadosa y delicada consistencia de enorme poeta.
Barcelona, enero del 2021.
©Teo Revilla Bravo
Recuerdo haberle leído, en aquel tiempo en que hice los "collages de poesías", el de Ángel González, lo basé en su poemario "Otoño y otras luces". Sé que me agradó mucho la lectura, su forma de versar, la magia que nos regala en sus poemas...y quise usando algunos de sus versos, crear un nuevo poema que finalmente quedó así:
ResponderEliminarHay mañanas que no deberían
amanecer nunca
y es que la luz atesorada
por las hojas
duermen en la memoria
de un ayer ya muerto
...y duele.
Hay amaneceres
que se me echan encima
como perros furiosos
y un gris galgo de frío
se afana en mis huesos
con furia roedora
...y duele.
Hay auroras que semejan
remotas estancias en penumbra,
pobladas sólo por suspiros
que la soledad
arremolina o barre
...y duele.
Besitos.
Recuerdo perfectamente ese y otros poetas con los que confeccionabas un collage de papel y letras... Te quedó maravilloso. Un abrazo.
EliminarEl otoño se acerca con muy poco ruido:
ResponderEliminarapagadas cigarras, unos grillos apenas,
defienden el reducto
de un verano obstinado en perpetuarse,
cuya suntuosa cola aún brilla hacia el oeste.
Se diría que aquí no pasa nada,
pero un silencio súbito ilumina el prodigio:
ha pasado
un ángel
que se llamaba luz, o fuego, o vida.
Y lo perdimos para siempre.(Ángel González)
Me encanta Ángel González, le entiendo y me cala hondo...
Un abrazo, Teo
Ya somos dos, Estrella. Muchísimas gracias por tu visita y por ese ramillete de versos tan hermoso.
EliminarFuerte abrazo.