ENTRE PALABRAS Y SILENCIOS

miércoles, 19 de diciembre de 2018

TE RECONOZCO


"Modelo entre nubes" obra del pintor ferrolano y gallego Fernando Alvarez de Sotomayor.







TE RECONOZCO


Avanzo hacia ti - sombra húmeda,
vuelo de cristales, ojos vacíos,
tarde de lluvia- con  abiertos brazos.

Te reconozco y me enamoras.

Un presagio de ternura bordea
de tonos transparentes la vida,
se habilita en los dormidos bosques
de la conciencia, ahí donde los golpes 
de luz sostienen la existencia 
que se eleva –sombras, chispa y luz- 
e idealiza en complacencia.

Te conozco, ¡qué suerte!

Logrando habitarte, horas en que 
intento protegerme -vaguedades 
de la verde brisa, azules cielos, 
copas de pinos veladas por la niebla 
que ligera se esparce sobre el valle-,
iluso de lo efímero, revestido en pasión
jugando contigo por entre las crestas 
ardientes que señala  el crepúsculo.



“SOLEDADES” (Provisional)
Cuaderno XVIII.  2013- 2014)
©Teo Revilla Bravo

martes, 18 de diciembre de 2018

LA GUERRA


"La batalla de Anghian", extraordinario mural del gran Leonardo da Vinci.  

Como curiosidad añadiré, que dicen que "La batalla del estandarte de Rubens es una copia de la obra de este artista italiano.






LA GUERRA

La sangre corre por calles y plazas
de ciudades sitiadas, silenciadas, fuegos,
que  forman alargados hilos, ríos
que se espesan llegando al lago o al mar
de los hondos infortunios.

Tras terribles bombardeos el gozo militar
se pone –pompa, protocolo, ritual-
bruñidos galones de  odio, destrucción,
espanto, muerte, mientras golpea brazos,
piernas, muslos, cinturas, corazones...

Cárdeno, silenciado momento;
el mundo, entre dos fuegos atrapado.

Rabiar sin entender nada de nada.
Dolor acumulado desde principios
de la misma humanidad, piedras
enormes que parecen caer ciegas del cielo,
gases nocivos de dolor y egoísta infamia.

Un caballo desbocado se detiene, 
piafa alocado en la desértica pradera 
de la desilusión, llevándose luego
luces y afanes;  espada de Damocles 
extendiéndose amenazante por el aire 
del desconcierto a punto de incidir,
en fatigadas, inermes, colectivas neurastenias,
fauces coléricas de endiablado sombrío espanto.

Todo incita a la hostilidad pese a los reclamos
permanentes de razón, justicia y  paz,
discursos que crujen como  papel desechado
en las manos sensibles  de la impotencia.

Registro todo sin entender nada.
Estoy bajo los efectos de una opresión más,
nacida de un anómalo sueño 
donde un llanto llamado Espanto 
arrasa sin piedad indefensos pueblos.

Luz en la luz, bueno es despertar
a la esperanza:
                       capto el ritmo de la brisa.




“SOLEDADES” (Provisional)
 Cuaderno  XVIII ( 2013 al 2014)
©Teo Revilla Bravo


viernes, 14 de diciembre de 2018

Danza–Ballet


"Danzarinas". 1885. Obra de Edgar Degas, considerado uno de los padres del Impresionismo. Retrató bailarinas en diversas circunstancias: mientras bailaban, se preparaban para ello o ensayaban. Al parecer tras contraer su hermano muchas deudas (era una forma de ayudarle a pagarlas), pues esta temática se vendía bien. Hoy son una muestra innegable de la riqueza de su arte pictórico.







Danza–Ballet
(Una aproximación al arte de la joven bailarina Claudia Perona)

Contemplar bailar a Claudia Perona es entrar en un universo especial, donde los sentidos cobran fuerza y ligereza a través de un trabajo de puntilla y de largas extensiones, comportamiento y lenguaje corporal transmitiendo hechos compositivos de enorme naturalidad y de gran valor creativo que ella va formando: movimientos, gestos, actitudes, que acaban siendo sublimares para el espectador. Verla bailar es sentir el temblor de la pureza, la vibración de la autenticidad, el reclamo de lo sensible, gran voltaje emocional que ella compone con los pies, con los  brazos, cuerpo y alma enteros, aflorados, extrapolándolos a la armonía, al encantamiento, en un potencial componente afectivo, filtro prodigioso donde predomina el plexo solar y las acertadas contracciones corporales. Todo eso que impulsa a la movilidad artística, ahí donde la zona pélvica se identifica como centro de gravedad y emoción, punto de arranque de la técnica, algo poco a poco adquirido desde joven y que la van conduciendo por caminos que pudieran llegar hasta la genialidad.
A través de la danza se crea un espacio íntimo, algo bello que se establece entre danzante y espectador. Claudia, majestuosa e intensa sobre las tablas, desarrolla una función expresiva de gran conformidad, logrando comunicarla al instante: el sentimiento escapa libre y vaporoso de la contextura del escenario, para invadir concordante todo el recinto convertido en una especie de euritmia o equilibrio de las formas físicas en una convulsión poética permanente. Claudia entiende bien el conflicto que se genera entre técnica y expresión, asombroso grito de vida y dicha que se produce sobre el escenario, lirismo acendrado y cálido que va produciendo chispazos de colores ante el espectador a través de un crescendo armónico y expresivo capaz de hacer experimentar cualquier tipo de emociones, ya sean mediante latigazos de melancolía, de alegría, de amor o soledad, de aquello que la trama justifique. La artista con su cuerpo, a través de la estética, bifurcándose en todas las direcciones (traslados, movimientos, ubicaciones) sola o acompañada por el elenco de bailarines, no titubea, acaricia o golpea el suelo al ritmo del latido de su corazón. Ahí nos domina, nos embruja, nos substrae, quedamos absorbidos por la magia de la imagen visual, enredo espectacular de conmociones expresivas, cuadro espléndido de eufonía, color y musicalidad.  La belleza creativa y física adquiere irradiación, cálidas texturas,  auténticas palpitaciones. 

La cosmovisión creada por la danza y la música, a través de los cuales el mundo se contempla como un escenario tan irreal como posible, se ha naturalizado en Claudia mediante el embrujo de la danza. Los largos aplausos al finalizar cada acto en que ella es presencia, así lo confirman, obteniendo su magnificencia máxima al finalizar la obra
Violines o pianos, preludios u oberturas de Schubert, Chopin,  Beethoven; piezas de Tchaikovski o de otros genios de la música clásica o moderna, suenan como gran acontecimiento orquestal, influyendo en movimientos bellamente elaborados. La música no es mero contrapunto; es símbolo; es llama que prende el fuego; es la base sincrónica del acierto y equilibrio, un chorro cósmico, un maná diluvial que acaricia y une, la fuerza que agita al artista sobre el estrado haciéndola volar y gozar. La danza es la gran ocasionadora de la belleza: desplazamientos corporales, agitaciones, rodamientos... Así se producen delicados dibujos, la enervación de todos los músculos que van formando resueltos las diferentes formas. Uno, como espectador, se siente realmente extasiado. Ahí su grandeza. 
Dicen que la danza es la expresión más bella del hombre, de las más sensibles dentro de las disciplinas del arte cuando se da en ella, en perfecto entendimiento, coreografía, baile y público. Esa autenticidad en Claudia Perona hablándonos con el cuerpo, estableciendo expresividad y liberación, creando su propia dramaturgia o liderato, es claro ejemplo de un trabajo bien desarrollado a lo largo de los años que hace de esta niña-mujer un ejemplo de superación constante. Claudia cree, pese a la dureza del esfuerzo en el advenimiento definitivo de la verdad, su verdad sugerente, harmoniosa y consonante con la que construye, sola o junto al resto de bailarines, un visual, sonoro, hermoso poema. A través de ese lenguaje, Claudia inventa-reinventa, escarbando en lo más hondo de sus sentimientos, emocionándonos hasta la lágrima cada vez que tenemos las suerte de verla elevarse, gravitando  y expandiéndose por la atmósfera a través de sutiles filamentos, vibrátiles centelleos, deslumbrantes traslaciones. Ella captura la gracia delicada del movimiento, y nos lo muestra introduciéndonos en las simetrías que se generan entre los cuerpos que se alargan en el salto, deslizándose, arqueándose, relajándose, contrayéndose, para dejarnos fascinados y sin palabras. 
Ahora viene la pregunta: ¿cómo lograr retener el movimiento, paralizar el tempo, permanecer en el embrujo, no deshacer el encantamiento? El gesto es el arte. El cuerpo, en Claudia, es su emisario a través de los sentidos y de los sueños que la habilidad de la danza dispensa; es la acción; el espacio; lo efímero permanente...

Barcelona.-junio.-2012
©Teo Revilla Bravo.


jueves, 13 de diciembre de 2018

GRANDES TEMPERAMENTOS ARTÍSTICOS


"Van Gogh pintando girasoles". Obra de su amigo e impresionante pintor Paul Gauguin, año 1888, pintada en la ciudad de Arlés, (Francia)







GRANDES TEMPERAMENTOS ARTÍSTICOS


Los hay impulsivos, rebeldes, hedonistas, inimitables, que tienden a experimentar con mayor rango emotivo y mente abierta los hechos de la propia vida que la de otros, pudiéndola enfocar epicúrea y sensiblemente hacia el arte, ámbito de emociones. Son artistas observadores, de afilada percepción y de autocrítica favorable. Algunos con rasgos de carácter comunes que saben identificarse prontamente con el intuitivo espectador, entreviendo con sus obras ese más allá que este amante del arte espera. Son los que no se dejan influir fácilmente por otros, mostrando una inclinación hacia la desobediencia de lo que otros consideran novedoso, no les va  lo de tener que pertenecer a una determinada rama, escuela, grupo o moda, por mucho éxito que éstos puedan ofrecer, toman riesgos, pues prefieren el trabajo independiente experimentando con nuevas técnicas. Son lobos solitarios y silenciosos sin influencias excesivas, apasionándose y acalorándose denodadamente mientras van buscando, al libre albedrío, color, líneas, texturas, formas, planos, notas, armonías, movimientos, disposiciones. Son  los que arriesgan, los que sueñan despiertos, los valientes. Aquellos que impulsan avances y sorpresas con dedicación absoluta siendo originales creadores tal como han sido la mayoría de poetas, escritores, compositores, pintores y escultores relevantes que en el mundo para ejemplo de otros han sido. Estos artistas pasan su mayor tiempo observando con sensible curiosidad lo que les rosea, con  marcada conexión con la naturaleza y su lado bucólico, aún permaneciendo trabajando en insoportables cuartos o talleres de ruidosas ciudades. Se imponen disciplina, concentración, trabajo, y aislamiento. Estos hábiles creadores tan particulares, suelen fluctuar, en una conducta podríamos decir que interpersonal, entre extremos de extroversión e introversión; es decir: pueden ser en un momento dado seres de marcada sociabilidad, y en otros permanecer en un absoluto aislamiento.

 Ni Fernand Léger, Vincent van Gogh, Picasso, Braque o Dalí, entre otros, se abandonaron negligentes a lo que se creaba y exponía en su momento,  ni se dejaron encerrar en las restricciones y directrices que suponía someterse a una determinada “escuela”, por libre e independiente que ésta se postulara. Ellos eran realmente el momento, eran el arte. Picasso lo subrayó en una ocasión al decir: “Cuando hicimos cubismo no teníamos ninguna intención de hacer cubismo, sino la de expresar lo que en esos instantes sentíamos”. Fue una circunstancia que se dio en un periodo heroico primordial en la historia del arte, ya que esta tendencia proclamaría explícitamente la declaración de independencia de la pintura frente a normativas tradicionales admitidas como inexcusables pautas. Los grandes temperamentos no inventan nuevos conceptos si no es para escapar rápidamente de ellos, dejando que artistas menores cuiden, propaguen, exploren y extraigan, sus posibilidades técnicas mientras ellos están en otra historia siguiendo su imparable instinto creativo. Pues cuando esos  espacios del arte a los que supieron abrir puertas han sido ocupados y completados por otros y se van cerrando, ellos ya se encuentran lejos indagando en territorios imprevisibles nunca antes explorados.   


Barcelona. Diciembre de 2018
 ©Teo Revilla Bravo.




lunes, 10 de diciembre de 2018

POESÍA Y REALIDAD



Retrato del poeta Max Hermann Neissr, realizada por George Grosz, artista grotesco, interesante y comprometido, que nos legó una extensa obra de carácter muy personal en la que supo retratar con gran autenticidad cómo era la vida en Berlín durante la república de Weimar, donde convivían ricos y pobres, esplendor y miseria, cafés y teatros, en los que las pasiones y los vicios de la sociedad se entremezclaban sin orden ni valores morales que los frenaran, caracterizando a la sociedad que hizo ascender al poder a Hitler en 1933








POESÍA Y REALIDAD

“La poesía no es un derroche de emociones, sino un escape de la emoción; no es la expresión de la personalidad, sino un escape de la personalidad. Pero, por supuesto, sólo aquellos que tienen personalidad y emociones saben lo que significa querer escapar de estas cosas”. T. S. Eliot

Hemos de considerar que el ser, en su carácter ontológico e histórico, ha sido objeto de mistificación y desmitificación por diversas ramas de estudio. La literatura, bien pensado y en ese sentido, consume al ser; afortunadamente, también bien pensado, la poesía lo repone. La poesía es la llama, es lo que se incendia y viaja hacia el fuego, es la evocación que merece ser transcendida, es el arte de pretender escapar a la inexorabilidad del tiempo fugitivo y subjetivo. La poesía alumbra la verdad, es la rotura mental con la razón, la realidad íntima, la esencia del ser, la muerte, unifica la sensibilidad donde el poeta enlaza lo emocional a lo intelectual o viceversa, busca y encuentra relaciones ocultas entre las cosas para aplicarlas a su experiencia iluminadora. Según Heidegger, la poesía, la historia y la identidad, se cruzan, lo que provoca una interrelación complementaria en la definición que puede hacerse de ello. Mientras la poesía es intensificada por los equilibrios ideológicos y culturales de su origen, la historia es la memoria sostenible. En este contexto, a la poesía se le confiere el poder de revelación, pues arroja luz sobre la complejidad abonando el campo del compromiso del ente con el espíritu. Es, como decíamos, la llama del fuego benefactor que sirve de nexo entre la realidad y el deseo, vínculo que anhelara vivamente el poeta sevillano Luis Cernuda y que plasmó en célebres versos. El poema, en todo caso, va estructurándose con la habilidad puesta en conseguir hallar emancipación y poder desnudar la verdad intentando hacerla posible y conducirla hacia las zonas hondas del alma humana. La poesía, como la filosofía, nos ayuda encontrar las repuestas a cerca de la vida, la existencia y el cosmos. Si el poeta careciera de vuelo como diría nuestra filósofa María Zambrano, no habría poesía, no habría palabra, no habría música. Toda palabra, en poesía, requiere un alejamiento de la realidad, es un grito de liberación.

Aunque se habla mucho sobre Poesía, no existe una definición posible sobre su significado. Cualquier definición que hagamos, es un atentado contra su propia existencia. La poesía es el asombro -representado por la palabra- que experimentamos ante la vida, la naturaleza y el universo. Podemos hablar y especular una y mil veces sobre lo que nos provoca y hace sentir, pero más allá de este sencillo apotegma es complicado -como todo sentimiento- tratar de definirla, pues caeríamos muy probablemente en arrogante ignorancia.


Barcelona, octubre de 2016.
©Teo Revilla Bravo.



domingo, 9 de diciembre de 2018

EL OTOÑO


Océano en la noche. Pintura, Jezper









EL OTOÑO


El otoño cierra ventanas y puertas

a la obertura de la luz. Se esconde

así el dorado aro que proyecta la ineludible 

irradiación que sostiene de la vida 

adormecida entre sombras y penumbras.

 

Traspasamos la barrera de los sueños.

Lo que sucede, no vuelve.

el relámpago se apaga de súbito,

se desvanece, nos arrastra por el terraplén

de la inercia -jirones de humo y hielo-

camino de lo efímero. La mano

del dolor golpea los vidrios con desespero,

todo ante nuestro ser flaquea.

 

La noche, negra, espesa, se lleva

los aromas de la tarde, se alarga

en la consumida interioridad.

 

Fuera, nada. Ya no se abrigan

los desnudos árboles de la perdida

floresta por donde vamos desapareciendo

día a día sin remedio. Se nos va

la vida en ello. Quizás en efímero factor,

hacia vuelos de alturas y luces impasibles

nunca imaginados. 





“SOLEDADES” (Provisional)
 Cuaderno  XVIII ( 2013 al 2014)

©Teo Revilla Bravo.


lunes, 3 de diciembre de 2018

TARDE EN LA FAGEDA D’EN JORDÀ




En el interior de la Fageda d'en Jordà.  Fotografía de Karyn Huberman










TARDE EN LA FAGEDA D’EN JORDÀ

                                                                                    A Cinta Baiges, en agradecimiento.

 

 

    Irrumpir en el destiempo. Abrigar la idea de que se está un eterno natural, cóncavo, profundo, fotográfico, bello, excepcional sin duda, donde nos olvidamos de la vida y sus  perjurios protegidos por ocultos emblemáticos  cráteres, susurros de montes y verdes que envuelven y enaltecen el alma.

 

    Echo el mal talante por la ventana del viejo auto. Cinta nos sitúa donde cívicamente corresponde, justo cuando un pájaro tiembla con descaro en la rama más cercana de la ingente haya que a los senderos del bosque da paso. Izan, se maravilla; Karyn y Cinta abren los ojos, yo también.

 

    Príamo y Arisbe se besarían en la nube  de la inocencia. Gozarían amorosos cerca del ganado vacuno que al sonido de una música clásica pastan en el establo cercano; luego de ordeñarlas  elaborarían, en naves solidarias, sabrosos yogures y exquisitos quesos.

 

    Hojas del otoño. Gama sin igual, tonos ocres, rojizos, marrones, verdes, haz de penumbra, inflexiones relampagueantes, ramificaciones que casi impiden ver el azulado cielo de la tarde.

 

    Cuando llegue el  invierno, en la Garrotxa el hayedo, al despoblarse de hojas en latido de trémulos pájaros, irá alfombrando místicamente los suelos en frescura sutileza.

 

    Higueras, prados, olorosa humedad. Espejismos, bosques admirables, solitarias praderías, frescos arroyos, sobre la colada hermosa del volcán de Croscat. Adormecidos  pueblos, fértil campiña, Olot entre suaves y onduladas colinas. Alguna solitaria masía donde reposar, y cerca siempre esplendorosa la impresionante Fageda d’en Jordà, inspiración armoniosa de paseantes, poetas y pintores.

 

    La estrella loca de estas noches, ante tanta maravilla por la crepuscular tarde se desboca.


                                                       


“SOLEDADES” (Provisional)
 Cuaderno  XVIII ( 2013 al 2014)
©Teo Revilla Bravo.



martes, 27 de noviembre de 2018

IZAN


"Retrato de Izan", año 2011. 
Obra de mi autoría inspirada en una fotografía realizada en los alrededores de Salcedillo, en la maravillosa Montaña Palentina.









IZAN

 

Querido Izan:

                      la vida en este fluir ligero

del tiempo seguirá visitando tu enorme

corazón de niño valeroso, de niño inteligente

vibrante, hermoso y bueno.

 

En tus ojos abiertos, resplandecientes

como cielos cubiertos de hermosos

pájaroslibres alas hacia el misterio,

se despueblan dolencias y sinsabores,

se asientan frágiles libélulas, lunas 

y estrellas transparentes, caballitos alados,

se refleja el  fragor creciente de los soles, 

crecen fortalezas, nacen sueños y risas, 

se obran milagros del color del oro.

 

La constancia inquieta libre como la brisa 

que sale al paso,se va reconociendo en tu rostro 

de niño transparente, de niño sensible, 

sabiamente aventurero, animoso y calmo.

 

Álzame en tu noble aliento. Llévame 

sin peso en la blanca palma de tu mano 

hilos sostenibles de apegocubriendo

el prometedor horizonte de tus años.




“SOLEDADES” (Provisional)
 Cuaderno  XVIII ( 2013 al 2014)
©Teo Revilla Bravo.







viernes, 23 de noviembre de 2018

CONSIDERACIONES EN TORNO A LA OBRA PICTÓRICA DE IRENE GOMIS


Obra de Irene Gomis Galán








CONSIDERACIONES EN TORNO A LA OBRA PICTÓRICA DE IRENE GOMIS


      Esta reseña sobre la obra plástica de Irene Gomis, agudiza en el opinante (ese que uno siempre tiene recelos de ser) la visión o instinto necesario de ahondar aún más en la percepción de la misma, de centrarse en el trabajo de una artista valiente y arriesgada que hila, con suaves filamentos de emociones, una madeja de hechizos artísticos sin duda sensibles, bellos, singulares. Se trata de un discurso estético de íntimo sentimiento, que se despliega sorprendente ante los ojos del espectador con  suma originalidad, desde basamentos creativos personificados y sobresalientes en los que sin querer se deja envolver y deslumbrar. Fundamentado en ello pretendo, a través de claras limitaciones, en lo que me es posible  tras esto glosar.

La obra pictórica de Irene Gomis, abre puertas a un panorama atemporal que al instante impresiona y contagia: se trata de la contemplación de un prodigioso universo, artístico, creativo singular. Y lo hace (desde la humildad que confiere a todo mago de la sutileza, de la veladura, de la poesía en color y del poder del encantamiento) mediante la atractiva textura, introduciéndonos en un cosmos de ensueños que parece real y posible. Todo ello a través de ambientes ciclópeos envueltos en una gama de suaves veladuras y fértiles neblinas de color, imágenes cargadas de aquietado  sortilegio, simbolismo más real que secreto, perceptivo y sugerente, ajustado a la aventurada incursión de la artista en una atmósfera cercana, donde las cosas que la habitan, aparentemente estáticas o insinuadas, quedan sumidas en aleve fantasía, libres, contrastadas y flotantes, envueltas en una hermosa atmósfera, plasmación que nos congratula con la existencia bucólica y emocional de un retiro compartido con la pintora.

En este rico universo, Irene Gomis configura, tanto en sus elementos gráficos como en su obra más pictórica y cargada de materia, ideas e imágenes que reafirman una personalidad en constante superación a través las técnicas y modos elegidos. Obra a obra se crece, sorprendiéndonos gratamente desde la humildad y sencillez que su calidez humana y su personalidad creativa desprenden. Los dibujos, esas líneas sutiles y sublimadas, la estructura de las composiciones que se enaltecen tenuemente con el color son, en Irene Gomis, grafismos acertados; vértigos sensibles y disciplinados en armonía fructuosa sugerida en una primera impresión de la obra, dejándonos un eco deslumbrante, impreciso y complaciente. Son suaves pero dinámicas exhalaciones; son matices que se abrazan rozando con frecuencia el simbolismo encantador que nos ofrece serena quietud. Su pintura va regalando estímulos que nos alcanzan y atrapan con mensajes diversos, insinuantes y sugerentes, llegados a través de la belleza y el ensalmo que originan, algo primordial y necesario en arte...

         Estamos ante una entelequia ideal ofrecida a través del magnetismo de una pintora en estado de gracia; una pintora con fuerte distintivo personal favorecida por el don del poder creacional, de la facultad para imaginar e ilustrar el encantamiento poético desde la experiencia propia que hacer llegar serenamente al espectador. Irene Gomis, aporta así, con cuidadosa exigencia y mimada experiencia, esencias cabales de un conjunto creativo abierto al conocimiento emocional y a la lectura apasionada y complaciente -pensamiento o reflexión expresiva- del hecho artístico. Su obra experimenta una solidez nada rígida y sí vehemente, producida a través de una acción en constante avance y perspicacia imaginativa que no deja indiferente.

Una luz, una atmósfera y sus diversas intensidades en conexión permanente, aparecen en la tela formando ambientes trenzados, de donde escapan súbitos deslumbramientos  –universo prodigioso-, mientras la misma perspectiva de la composición se difumina suavemente acoplándose a una atmósfera niquelada de transparencias, todo ello entre sutiles veladuras. Elementos con los que tenemos la sensación de apreciar una unidad, algo admirable, instintivamente reconocido y felizmente recuperado emocionalmente como ese algo necesario y esencial que con frecuencia sentimos que nos falta.

Nos encontramos ante una obra con capacidad para olvidar senderos ya trillados y recorrer otros nuevos, que sean inventivos,  sin líneas divisorias, suaves y como sin hacer ruido. Una obra que va conformando un ámbito de gran belleza plástica, fórmula particular de entender y querer expresar –a través del complejo mundo del arte- un ligado de iluminarias que graviten como sortilegios bellamente orquestados, algo que aovilla bien con una fórmula sobrecogedora y sistemática, de gran calado emocional. 

      La flexibilidad y originalidad de sus enunciados son otra característica de su experiencia y de su exigencia, ya que planifica y lleva a la práctica, con meticulosidad, orden y acierto, la difusión de una función diferente, de difícil ubicación a la hora de elaborar ese cosmos repleto de naturalidad que ella expresa y plantea con técnicas precisas y motivadoras. Irene propone al espectador, una especie de teorema de las formas creativas en constante y rica innovación, entre soledades y silencios que nos crecen, que nos hablan, que nos protegen y habitan. Todo ello desde intransferibles elementos sutilmente novedosos, sensibles y lúcidos, que avanzan sin hacer ruido desde la inmediatez de lo admirable.

Se diría que la labor del artista en Irene Gomis es romper ligaduras tenuemente, tratando de poner fin, mediante la belleza y serenidad de su obra, inquietudes abisales que aquejan a la condición humana. Dejémonos llevar por esta esforzada y apreciada nigromante del arte, arropados por esa luz mágica plena de colores, generosa y sensitiva, conmovedora y prodigiosa, plena de genialidad y hechizo.  



Barcelona.-02.-06.-2010 
©Teo Revilla Bravo.