"Lluvia, vapor y velocidad"
Obra de Turner, precursor tanto del impresionismo como de la abstracción pictórica.
EL VIAJE
Dedicado a Alfonso Blanco, gran viajero.
La vida es un viaje desde que se nace, un descubrimiento continuo paso a paso dado, a veces pleno de maravillas, otras de vicisitudes, pero siempre valioso para sumar sensaciones y formarnos a través del encuentro con un crisol de actitudes y ambientes humanos sorprendentes con sus culturas, idiomas, aspectos vitales y actitudes. Lo hallado en el camino sirve para formarnos como seres comunicativos, abiertos y solidarios.
El buen viajero necesita ver, con sus propios ojos, los espíritus de los lugares que visita; hacerse una idea clara de lo que se le ofrece; aprender, conquistar, y entrañar, entablando un diálogo afable con lo que le ofrece su andadura.
Un viaje que hay que inventar y a menudo que reinventar con la sorpresa recibida a cada paso, con la emoción que brota de cada respiro. Narrarlo, dibujarlo, recrearlo, pues la sal y el gozo de todo viaje es la aventura y meterse en ella, es arriesgar estando dispuestos a cambiar el rumbo cuando es necesario.
Un viaje en soledad. No puede ser de otro modo aunque mientras lo recorramos encontremos seres afines con los que compartir momentos. La introspección nos acompaña como seres únicos desde que nacemos. Es a través de ella que elegimos la manera de estar en el mundo, de agrandar la capacidad para reconocernos, cosmopolitas de vocación, eligiendo rutas y senderos que nos permitan vivir los lugares a los que llegamos, héroes capaces de lograr ser aquello que queremos ser.
El viaje comienza antes de la partida, en la imaginación y apertura hacia el misterio. Saber que se va en pos de fronteras abiertas lejos de nacionalismos exacerbados que restan en lugar de sumar, achican la mirada, merman lo atrayente e impiden captar lo interesante que ofrece la vida y aprender.
El viaje nos ayuda a formarnos, a vivir y a compartir, a ver cosas que el nativo no ve o no se percata de ellas por la fuerza de la costumbre o porque simplemente no hay una sola verdad en la forma de mirar y afrontar la vida: la mezcla de conocimientos, nos beneficia en todos los sentidos.
El viajero, cuando narra o cuenta lo andado vivido, nos hace imaginar situaciones abriéndose a caminos, desiertos, playas, bosques, aldeas, a mundos cálidos o helados, a pequeñas o grandes experiencias. Nos transporta al vuelo de la imaginación, agrandándolo en favor del arte y de libertad, reflejo de lo que significa la vida como metáfora de lo posible.
Barcelona, septiembre del 2022
©Teo Revilla Bravo