"Bosque otoñal" 2007, Montaña Palentina. obra de mí autoría.
El otoño y la poesía, van especialmente unidas. Es una estación que suele estar asociada a la quietud, a la melancolía, pero también a la madurez, admiración y querencia por poetas y escritores en general.
EXPRESAR LO INEFABLE
La poesía sirve para adentrarnos en nuestro interior y saber
atrapar la esencia más rica y viva, aquello que subyacente en el centro de todo
removiendo los sentidos y provocando la necesidad
de expresarlo, entre otras formas a través de la poesía. Ahí se adhiere, se
desgarra, se sangra, se clava en cada verso, mostrando rebeldía contra lo
inconforme que duele e inquieta, contra lo mediocre e inhumano instalado como
lacra en nuestras complicadas sociedades.
Los
versos nos hacen reflexionar, cuestionar, armonizar, equilibrar, emocionar y
sentir; pero también pensar, penar, reflexionar, buscar, gozar, y experimentar
sobre las posibilidades que ofrece el lenguaje para poder expresar bellamente lo
inefable.
El
poeta nos habla de vida y muerte, de carnalidad y deseo, de amor y desamor, en mil maneras de emplear los versos haciendo
gala de las fuentes diferentes que conoce, consciente de que la poesía no se
gasta ni se extingue de generación en generación, que siempre es un texto
esencial sobre el que se puede (y se debe) volver cuando se necesite o desee.
Sabemos
que todo poema viene de otro poema y este de otro y otro como una cadena, en un
fluir constante de renovación, autoconocimiento y vida. Que siga por siempre reinventándose;
que el poeta amplíe su mirada sobre el amplio horizonte de lo sensible
necesario, y sigamos — poesía de la
experiencia— disfrutando del goce de leer, sentir y vivir, pues el poema no se
busca, simplemente aparece para bien.
Barcelona, junio de 2023