ENTRE PALABRAS Y SILENCIOS

lunes, 29 de mayo de 2017

COBIJARNOS…


Imagen de la Capilla de los Scrovegni de Padua. 

Obra maestra absoluta del arte, construida por deseo de un rico usurero de la ciudad, llamado Enrico Scrovegni. Tuvo la suerte de ser decorada con frescos, realizados por el gran Giotto en 855 días, entre los años 1302 y 1305. Destinada a ser usada como capilla aneja al deslumbrante palacio, construido sobre un anfiteatro romano del año 60 a. C., su interior presenta casi 1000 metros cuadrados de pinturas dedicadas al Antiguo Testamento.






COBIJARNOS…


Cobijarnos, permanecer un momento
dentro de lo que observamos y descubrimos,
deslumbrados, absortos y reverentes,
tras los mágicos secretos de las ruinas,
restauraciones de capiteles, ábsides o cimborrios,
piedras de iglesias y basílicas –San Antonio
de Padua-, templos que el tiempo fiel
mantiene, en cuyas techumbres excrementaron
sin cesar, siglo tras siglo, pájaros y palomas.

Cobijarnos entre estatuas desnudas
o semidesnudas, entre cruces, cerámicas
y óleos religiosos del Museo Cívico.
Hacernos sitio entre turistas empedernidos,
para apreciar, mirada ávida, los diseñados
esculpidos cuerpos, obras de voluntariosos
artistas como el Crucifijo de madera de Giotto,
pero también obras de Bellini, Giorgione,
Tiziano, Veronese, Tintoretto, Tiepolo.
Pinturas, esculturas, aladas sensaciones,
pájaros errantes paseando y sobreviviendo
-tal tú y yo ahora, amor-, por el tobogán
secreto por donde se deslizan, sublimes
espejos, hombre, progreso, cultura.

Cobijarnos envueltos en las sombras
y penumbras de las arquerías de los claustros
o palacios; pasear por la Plaza de los Señores;
sentarnos sumisos bajo la sombra de los altos
cipreses en umbrías y calmos jardines
-así el Botánico-, tras escuchar ensimismados
y respetuosos un gregoriano armónico cántico,
una sonata, un nocturno triste de Chopin,
o la hermosa poética serenata nocturna
de Mozart, ambos atrapados en sin igual instante.

Cobijarnos en fin, en todo el ropaje atemporal
del arte; hacerlo como asombrados niños
recién aparecidos protegidos en la cálida cuna
de la civilización, ensimismados entre sábanas
y frazadas de ítalos cielos, bajo un sol de peso
aplastando nuestras testas; hacerlo saciando
nuestros ojos, paduana belleza, sumidos en la luz
que voluntarioso atesora el aire...


Padua (Italia). Dieciséis de julio del 1980. 
A Celeste, in memoriam. Treinta de mayo de 2017. 


DESDE EL FONDO
Cuaderno V. 1978 - 1980
©Teo Revilla Bravo.




viernes, 26 de mayo de 2017

CARMEN, EL MITO


"Gitana", también conocida como "Carmen". Óleo sobre lienzo. Museo del Prado. Madrid. Obra de Raimundo de Madrazo y Garreta







CARMEN, EL MITO



La obra de Carmen se publicó por vez primera en la Revue des Feux Mondes, en el mes de octubre del año 1845. Su autor fue Prosper Mérimée. La novela no obtuvo un éxito importante, pero fue reeditada de nuevo como obra independiente en el año 1846. En 1875, el compositor Georges Bizet, basó en aquel relato de Merimée su obra homónima sobre libreto de Henri Meihac y Ludovic Halévy. Con su estreno en la Opéra Comique de París explotó el mito, iniciándose así el encumbramiento de su principal protagonista hasta convertirse en una de las leyendas más importante de nuestra cultura, aún proveniente de Francia.

La ópera, el cine y la pintura (Picasso, Goya, Picabia, Gris, Sorolla, Zuloaga, Romero de Torres, Saura, Gordillo…) la han retratado como una gitana –cigarrera- de exótica belleza, díscola, pasional, sensual, inconstante, libre, a veces como  mujer fatal, otras como torera, y para algunos iluminados hasta transexual; en todo caso, un arquetipo de mujer dispuesta a todo con tal de preservar su libertad y la de los suyos. Como cualquier gran mito, poseía poderes tanto para nutrirse de hechos como de generalizaciones, medias verdades y exageraciones. Esta Carmen tan famosa -de verdadero drama griego según Martínez Montiel-, capaz de enfrentarse a todos y dispuesta a vivir de pie y no dejarse vencer por nadie, ha tenido, mostrada bajo muchísimos diferenciados aspectos, un sinfín de encarnaciones como decíamos, en novelas, películas, comics, montajes teatrales, etc.  

Parece ser que fue María Eugenia Palafox Portocarrero y Kirkpatrick, condesa de Teba, más conocida como Eugenia de Montijo, que fue emperatriz consorte de los franceses como esposa de Napoleón III., quien dio a Merimé la idea para la novela  al confiarle, en una  visita del escritor a Sevilla, que un caballero de la alta sociedad local estaba siendo infiel a su esposa con una vulgar cigarrera de la Real Fábrica de Tabacos. Pero fue Bizet quien, en alas de una música magistral, la hizo volar rápidamente por el mundo al componer una nana en forma de ópera que a ritmo de habanera amplificó su impacto mundial. Y lo hizo como cigarrera ataviada con traje de flamenca y mantón de Manila, atuendo algo difícil de imaginar en empleadas de una fábrica de tabaco de la época. En tal caso, ambos, escritor y músico, dan una idea, muy extendida entre los románticos franceses del siglo XVIII., de una España orientalizada y exótica.

La obra nos muestra la trágica historia de un soldado navarro –Don José– que se enamora de una gitana andaluza muy atractiva –Carmen– que le arrastra a romper con su mundo –el ejército, la familia– y a vivir como ella -consumido por los celos, eso sí- al margen de la ley.


La expansión del mito de la cigarrera ha alcanzado ámbitos y lugares recónditos; ha sido mostrada en carteles de todas las lenguas, a la vez que utilizada como reclamo publicitario, alcanzando más fama que ningún personaje de la literatura mundial a excepción de Don Quijote, éxito muy parejo al del otro gran mito sevillano, el de Don Juan.




Barcelona. Mayo de 2017.
©Teo Revilla Bravo.




miércoles, 24 de mayo de 2017

EL SOLITARIO TRABAJO DEL ARTISTA


"Pablo Ruiz Picasso decorando cerámica y Jacqueline reuniendo recortes para su álbum"
David Douglas Duncan, 1957.







EL SOLITARIO TRABAJO DEL ARTISTA

El trabajo en soledad del artista es necesario para crear. Hay que regresar a él, día tras día, con humildad de trabajo y método, sabiendo que la creatividad depende absolutamente de ese lugar privativo que acaba reflejando el universo más inmediato e íntimo del artista. Recinto elegido -dentro de lo que es posible- como pequeño oasis, donde satisfacer la sed cultural que todo hábil pintor lleva dentro. En ese lugar donde se mantiene serio y firme ante el caballete contemplando el papel o el lienzo, el pintor intenta profundizar –lápiz, pincel en mano- en el desnudo, en el paisaje, en el bodegón, o en lo que se traiga entre manos consciente de que ocupar ese lugar como personal sustentáculo ha de generarle inevitablemente cultura. Todo puede ser propicio. Todo puede estar por hacer. El concepto del arte que se tenga, reflejado entre esas paredes, puede ser una posibilidad abierta a la dicha de crear. Ese lugar que a veces nos ilumina y otras nos ciega, nos cubre de ideas y firmezas, y a menudo también de errores, flojedades y crisis. Es el laboratorio personal, el ámbito de trabajo y de investigación. Ahí nos aislamos para meditar, para enfrentarnos a los ángeles benévolos, pero también a los demonios que todos llevamos dentro, atrapados por nuestra fortuna o por nuestra particular locura, planteando preguntas, formulando retos con la duda de saber si el esfuerzo desarrollado obtendrá buen resultado o no. Por otro lado, el desafío para que llegue a buen fin el trabajo emprendido, es saber ser constantes, emocionarnos con la labor, cargarnos de energías, activarnos ilusionados y tenaces. En tal caso ese taller, es, debe ser, el lugar donde sentirnos únicos, a solas pero no solos, ya que ahí aguardan los pormenores y la dicha de la creación, musas impacientes y a la espera que nos galbanean o estimulan  dependiendo de nuestros estados de ánimo. Ahí andamos, momento a momento, acompañados de soportes, caballetes, tubos, folios, telas, aceites, trementinas, barnices…; ahí andamos envueltos en prometedor silencio, en ideas, en potencial vida artística.
Una reflexión, una perspectiva crítica, un instante de duda, una disposición oportuna, y la decisión por fin de comenzar a pintar centrados en una temática concreta, mientras intentamos mantener una técnica conciliadora con la que afrontar la obra e ir mejorando en formas, perspectivas y matices. El color es un medio, que hay que respetar e interpretar con mimo: una simple línea o manchón, colocados inadecuadamente, pueden destrozar la obra. Por ese motivo hay que dejar que esa obra nos hable y nos convenza; ver qué nos va indicado en cada momento, qué tono o color necesitamos para superar etapas y avanzar. Pinceladas, ideas, sensibilidad, silencios…, todo lo que propicie y englobe continuidad dejando que sea el estilo quien, protagonista decisivo de nuestra personalidad, manifieste al fin el bello contenido. En ese estudio o recinto tan particular, se aglutina la vida del artista. Ahí se hace; ahí es donde aprende a mirar y a enfrentarse con nervio decisivo al trazo, al color, a las  texturas adecuadas, a la magia; ahí es donde pintor y obra se funden en síntesis, dando lugar al momento que justifica toda obra bien realizada y al bello secreto interior que guarda.


Barcelona. Mayo de 2017.
©Teo Revilla Bravo.





martes, 23 de mayo de 2017

SONRIÓ…


"Tarde gris" del artista venezolano Braulio Salazar. Las obras de este pintor tienen bastante de poéticas y están cargadas -personajes, lugares- de apreciables nostalgias, La buena composición y la sensible luminosidad, son reflejos de aquello que le conmueve y muestra.







SONRIÓ…

Sonrió más, y aún más, alocado, precipitado,
constreñido, trémulo, envuelto en manías y miedos.

Dónde estás tú –se preguntó-. Entre estas sombras
grises que la tarde poco a poco calcina, ¿dónde te hallas?

Todo prodigio de pensarte –continuó-, me aísla
inevitablemente, me devuelve a la perdurable quimera.

En esta otra banda unida a la retina de tus ojos,
retenido, intranscendente y reverencioso,
fugazmente sensible como la tarde huidiza, te amo.

La salud se derrumba poco a poco, cae vencida
atrapada en el desacorde macilento y cárdeno 
del tañer de la vida.  

Cae y recae por los peñascales del denso aislamiento
entre sombras, zozobras y silencios.

La tarde, sembrada de riscos, peñascales, desiertos, 
escollos, arañazos y destempladas lunas, 
también se desploma.

¿Dónde estás tú, sí –insistió-, que mi ángel no te encuentra
entre este enajenado dolor que la encrucijada de la vejez,
el abandono y la frágil realidad  hoy provocan?

Triste, macilenta tarde de enero…

Vago murmullo, lamento, extensa cadencia de las horas,
conformidad doliente, momento cuasi eterno, poder
sombrío de un tiempo que se acorta y deshace…




“SOLEDADES” (Provisional)
 Cuaderno  XVIII ( 2013 al 2014)
©Teo Revilla Bravo.







domingo, 21 de mayo de 2017

CAMBIO DE RUMBO



"Campo de trigo", de Vincent Van Gogh, 1889.Museo National Gallery de Londres.

Van Gogh tenía obsesión por copiar la naturaleza, aunque él decía que no lograba ponerse de acuerdo con ella. Era como si se le escapara, como si ésta no se dejase dominar, y es que, por mucho que nos empeñemos, somos hijos de ella, no sus dueños. Como no lograba dominarla con sus pinceles, optó por crear una naturaleza a su medida, utilizando sus colores y su imaginación. Le interesaba sobre todo captar la atmósfera, la transparencia del aire, sus movimientos, las partículas de luz.... ¡Casi nada! En tal caso, logró algo reservado a muy pocos: dejarnos hermosísimas obras de arte.








CAMBIO EL RUMBO


Cambió el rumbo.
Fue desplegando su vida
acomodándola a parajes balsámicos
de límpida creación lejos del mortero, 
del cemento, del crujir del polvo
entre tabiques y de la ponzoña 
letal que quita alientos y deshace vidas.

Cambió de rumbo.
Huyó de piedras y ladrillos,
de rocas grisáceas y aires contaminados,
de todo eso que forman las inquebrantables
fronteras urbanas del desdén y el odio,
y se fue, olvidando pesados rostros,
hacia el verde silencio de los valles
hermosos donde el pincel lava con suaves
algodones de luz, heridas, desánimos,
cansancios y hastíos.

Provenía de aglomeraciones y ruidos,
de hormigones, ladrillos y argamasas,
de negros humos y malas sombras.  

Atravesando montañas, ríos y páramos,
se marchó a comulgar -solitario y mudo
proclamando al aire silencios-
con el íntimo misterio de la magna,
asombrosa, añorada, naturaleza….



DESDE EL FONDO
Cuaderno V. 1978 - 1980
©Teo Revilla Bravo.



miércoles, 17 de mayo de 2017

EN TUS MANOS


"Dibujo de unas manos" de Albert Durero el más famoso artista alemán del Renacimiento.  Una obra ideal, sin duda,  para practicar el dibujo a lápiz, algo tan necesario para quienes se creen pintores hoy en día pretendiendo llegar a ello sin técnica alguna.









EN TUS MANOS

                                  (A Celeste)

En tus manos menudas donde
posan ríos, posan nubes, posan
céfiros, desde donde sale el sol
e ilumina asombrosamente
el mundo, recolecto delicias,
frutos y espigas que como besos
o delicadas flores al abrirse
como pródigos ríos se desbordan.

En tu boca donde posa la laboriosa
polinizadora abeja y deja mieles,
deja ceras, deja polen y reales jaleas,
supe del amor -ecos y exhalaciones-
en el sellar de unos labios gozosos,
polifónicos, cálidos, sensuales.

Los cabellos impregnados de rocío
que acariciaron la frescura
matinal de las ondas marinas
por ambos felizmente recorridas
–jarchas de ilusión, acordes
fluidos, inspiradas lunas-,
son olas apacibles, latidos de pájaros,
rumores de flores, horas tibias,
certeros momentos donde hallarme
-arboladura al viento-
apaciblemente en ti recogido.

En tu cuerpo, haz de armonía y amor,
llega el tiempo, se posa y se detiene;
en tu cuerpo, afluencia de fuego,
germen de luces y ensueños,  
se perpetúa estremecido mi cuerpo...


   DESDE EL FONDO
Cuaderno V. 1978 - 1980
©Teo Revilla Bravo.




domingo, 14 de mayo de 2017

LA LECTURA DE UN POEMA


El Escritor y poeta francés Arthur-Rimbaud






LA LECTURA DE UN POEMA

“Cada poema es único. En cada obra late, con mayor o menor grado, toda la poesía. Cada lector busca algo en el poema. Y no es insólito que lo encuentre: ya lo llevaba dentro”. Octavio Paz 


Leemos poemas, pero con frecuencia tenemos la sospecha de no habernos enterado bien de lo que hemos leído, aún poniendo la máxima atención en obtener agradables vibraciones; o sí creemos haberlo entendido y captado, pero sospechando que el poeta quiso decir mucho más o incluso algo bien diferente. Por otro lado, tampoco tenemos la posibilidad de estar junto al poeta para que nos transmita de viva voz el humor o talante que tenía al escribir sus versos, cómo se le dio ese día, qué circunstancias amorosas vivía, etc.. En este sentido, la importancia de quien escribió el poema, el cuándo y el cómo se sentía, es algo irrelevante, pienso yo. Lo verdaderamente importante, es valorar el trabajo; si éste nos llega o no nos llega, si nos llena o no nos llena, si nos deja henchidos o indiferentes. La interpretación es libre. Lo significativo es hallar un propósito, y para ello hemos de prestar especial atención a los símbolos: el poeta suele huir, con frecuencia, de mostrar el hecho emotivo de manera directa; el poeta crea sensaciones, es su fin preferente.
En la lectura de un poema, si creemos que importa, debemos ser exigentes, no basta con creer que lo hemos entendido para sentirlo realmente o notar alguna beneficiosa sensación. Lo verdaderamente importante es conocer la esencia de la poesía en sus diversas demostraciones, que su lectura nos lleve a realizar un viaje revelador. Todo poema es un enigma que se ha de intentar resolver más en base a los sentimientos, impresiones, ritmo y estilo, que a significados e interpretaciones concretas. La poesía no solicita, de quien a ella se acerca, proezas intelectuales, ni intentos de fríos desciframientos; la poesía ha de llegar al alma del lector de una manera fluida, y a través del sentimiento; de ahí la necesidad de  leer el poema una y otra y otra vez, siendo conveniente hacerlo también en voz alta para que cuaje mejor el sentido y el sonido, aspectos que han de repiquetear en la mente y en la voz. Así apreciaremos el verso, la palabra, las imágenes, los matices, las emociones y las sorpresas que la lectura provoca. Hemos de saber apelar a los sentidos, pues el poeta a través de ellos, recuerda, evoca, duda, enseña, calla lo que calla, dice lo que dice, deja entrever, encubre o descubre…. Algo similar a la mirada a una pintura que nos gusta, y en la que encontramos nuevas sensaciones e interrogantes cada vez que nos acercamos a ella.
 Saber leer un poema, es saber utilizar los sentimientos; es hacer un juicio personal sobre lo leído; extraer esencias, apreciar contenidos, captar mensajes... Todo ello a la luz de los parámetros ortográficos, gramaticales, rítmicos y semánticos oportunos. 


Barcelona.Mayo.2017.
©Teo Revilla Bravo.



viernes, 12 de mayo de 2017

CONTRARIAS CIRCUNSTANCIAS


"El amor nuevo" (detalle) Obra de Jorge Gay. Museo de los Amantes (Teruel, España)








CONTRARIAS CIRCUNSTANCIAS

 A Pau Revilla Rubio

Contrarias circunstancias invaden ámbitos,
revolucionan decoros, arrebatan aromas,
retrotraen recuerdos, forman versos...

(Ya nadie cree en esta poesía que escribo
sin tino ni acierto, a destiempo y a contracorriente.
Los lectores son esquivos a estas formas;
no las conciben ni las pretenden por inocuas,
y lamentables; no las leen, no las glorifican)

Teníamos casi todo para ser felices,
sin embargo, amor, caímos en la desdicha
del dolor temprano, del hospital,
y de la amenazadora muerte.
Hoy evoco -en malos versos por supuesto,
ya lo dejo bien claro- ese bello adiós
que entre lágrimas logré darte con el último
beso, momento en que quedabas definitiva
y apaciblemente dormida.
Fue un adiós único, terminante e interminable,
perpetuado en lo más profundo del corazón.

Éramos, entre luces y esperanzas, generosos
y nobles en nuestras vidas, y ésta nos concedió
el regalo-milagro de ser partícipes de un hermoso
hijo al que llamamos –corrían tiempos hippies-,
como amantes incondicionales de la paz, Pau.




“SOLEDADES” (Provisional)
 Cuaderno  XVIII ( 2013 al 2014)
©Teo Revilla Bravo.



martes, 9 de mayo de 2017

LLEGA EL CREPÚSCULO


"Una ciudad a orillas de un río en un crepúsculo", obra de Joseph Mallord Turner, el famoso pintor inglés, poco comprendido en su tiempo, dejó como pocos grandes lecciones de pintura para la historia de arte.








LLEGA EL CREPÚSCULO


No molesta este crepúsculo que penetra

por el ventanal algo gris y entristecido

esta tarde; algo naranja o morado es

también, diluido ligeramente, enaltecido,

algodonado y delicado ante mis ojos. 

Crepúsculo que con toda la naturalidad

invade la estancia de suaves y afortunados

Reflejos que recojo.No molesta. Relaja.

Parece querer iluminar el mundo.

El caso es que abre la espita emocional 

de la tranquilidad, y las inquietudes más

dolientes y ermitañas, con imprecisas señales

se contienen...

 

Pare llegado con el viento sur del África

ardiente y hermana, tierra cálida,

envolvente, colorida y alegre que sangra

desesperos y  grita justicia, 

que lucha y se debate contra amarguras,

humos y nostalgias, utilizando puzolanas,

lijas, limas, zapas y utensilios de desgastar

hambres y tristezas.

 

Golpes íntimosestupores diría

el amigo Gelmande amor,

que se van diseminando a medida

que oscurece y la huida del sol trae

olores a libros, óleos, collages,

cuadernos, tintas, formas, dibujos,

escritos, donde las edades del amor

 y de la vida raudas en nosotros como

el humo se extraviaron.

 

Versos, versos. Perfiles. Respiros de aires

y amores que un día y otro día en tardes

como en ésta algo triste, amor,

inexorablemente pensando en ti escribí.






“SOLEDADES” (Provisional)
 Cuaderno  XVIII ( 2013 al 2014)
©Teo Revilla Bravo.






jueves, 4 de mayo de 2017

PARARSE


"Pinturas de agua nº3". año 2009, acrílico sobre lienzo, del pintor de Antquera, Málaga, 1950, Alfonso Albacete.





PARARSE


Pararse. Afrontar el instante.
Ahondar en esta nada para saborear,
de la herida abierta, el fragor del sol,
la descarga de la nube, la tibieza
de la brisa, la flama traslúcida
y glauca de la espuma del mar.

Pararse. Para escuchar bien
los mil insignificantes ruidos,
surgidos de la profundidad turbia
del la tarde.

Un momento apenas, para salpicar
la dicha de respirar por el cielo abierto;
un segundo tan solo, para deletrear
la palabra vida y sentir los laureles
sonoros, luz y prelucido -hoy, ayer-
del propio origen.

Pararse para beneficiarse de lo dormido
aparente eternizado en la hoja del ciprés,
instante que pasa sonámbulo y desaparece
fortuito entre ruinas y desplomes.

Vacío, soledad, alas del enigma, pájaros
del tiempo, grata paz en el olvido...


  DESDE EL FONDO
Cuaderno V. 1978 - 1980
©Teo Revilla Bravo.



miércoles, 3 de mayo de 2017

GUERRA Y PAZ EN LA PERCEPCIÓN DEL POETA







GUERRA Y PAZ EN LA PERCEPCIÓN DEL POETA

“La primera condición para la paz es la voluntad de lograrla”.   -Juan Luis Vives-


Una pequeña reflexión, un deseo, algo que nos haga creer que podemos alejarnos de la guerra que destruye, que envenena el alma, que nos hace seres enemigos de otros seres. La guerra divide, crea odio y mata. Por eso el poeta no puede ser otra cosa que su contrario. El poeta es la parte sensible de esta humanidad enceguecida, ama la paz, quiere eliminar del mar oleajes frenéticos y violentos, impedir que agentes químicos y contaminantes profanen aguas, algas y peces; pretende que los cielos queden libres de reactores, misiles y poluciones, así como que la tierra sea un vergel que proporcione alimentos y solaz a todos los seres humanos. Los poetas, como diría el Premio nobel de la paz Albert Scheitzer, al mover y remover sentimientos nos encadenamos a los sufrimientos casi sin darnos cuenta. Apelamos a la sensibilidad de la gente e intentamos llegar a las conciencias con poesía haciendo nuestro lo que otros sobrellevan, como es el dolor y la impotencia, escribiendo como buenamente podemos sobre estas preocupantes cosas. El poeta no puede escapar de la historia: ha de interpretarla y escribirla para intentar mejorarla y quitarle el olor a desesperanza que intoxica y hiede el mundo.
La paz sólo es un resquicio de luz, una luminaria pequeñita entre tanta cerrazón y oscuridad abusiva que sirve, esa es su gran fuerza, para salvarnos del desastre total. La luz es un intersticio sumamente importante: combate sombras y sinsabores; genera, con su templada irradiación, esperanza; es el amor que se siente, la sonrisa amiga, la belleza y el afecto compartido. Por eso lo primero que debemos hacer es combatir y solucionar nuestra propia guerra, esa que todos llevamos de una manera u otra dentro. La paz siempre será un antónimo del odio y de la destrucción. La paz es la brida tirada hacia la armonía, la avenencia, la hermandad y la comprensión. Es, quizás, quizás, una quimera más, imagen del ave que vuela en libertad tras paisajes y vientos embriagándose de luz y de cielos, de valles, collados, ríos y montañas, vistiéndose de ideales, sueños y utopías. La paz es un anhelo en el poeta, como lo es también el amor, deseos firmes donde palpitan versos preñados de optimismo y certezas que sirve para contrarrestar tiros, detonaciones y bombazos.

Anhelamos paz. Amar la paz, hacerla posible a través de la poesía y arte en sus palpitares de piedra, barro, versos, notas, o pinceles impregnados de cultura y tolerancia.  Que vuele ese pájaro, raudo, alto y libre, hacia su destino, nuestro destino. 

Barcelona.-Mayo.-1917.
©Teo Revilla Bravo.