ENTRE PALABRAS Y SILENCIOS

miércoles, 30 de noviembre de 2016

ENTRO EN EL VERSO


Obra de Amador Montes. Oaxaca, México.




ENTRO EN EL VERSO

        Entro en el verso como el sediento peregrino entra en el oasis que se abre a la fuente de los cielos. Fuera del verso no cabe nada, se rompe todo contacto que humaniza descarga y despeja, nada hay en este nido de avispas que irredentos sin querer habitamos o nos habita.

     Aún sabiendo que escriba o no escriba prosa, rima métrica, poema asonante o consonante, endecasílabos, églogas, madrigales, odas, versos de arte mayor o menor, décimas, sonetos o composición de arte escribo, voy dejando jirones de palabra sin saber si lo hago bien o mal, pues el verso, pese a no ser conciso ni claro ni tener normas precisas en mí, crece por el alma como la infatigable yedra lo hace sobre la pared de un muro o una a casa. El verso me hace¡ay, Hernández!libre, me pone alas, soledades me quita, cárcel me arranca.

      No quiero reglas. No quiero fronteras que colapsen y retengan los circuitos del alma. Necesito libre circulación. Por eso esta terrible duda que a veces me invade de si escribir o no merece la pena. Vaya rollo, te dirássi lo leesquerido amigo. No sigas. Qué más da ser leído o no, si el fin no es otro que desagraviar gramáticas internas que se descorazonan solas en el alma.  

      Entro en el verso como el gorrión entra en su nido o el pez en un cardumen. Entro para cobijarme en lo cálido, retirarme del mundanal ruido e intentar lograr atrapar lo inasible del silencio.




“SOLEDADES” (Provisional)
Cuaderno XVIII, del  2013, al 2014.
©Teo Revilla Bravo