Dibujo hecho en pizarra por un niño
IMPORTANCIA DE LA ENSEÑANZA DEL DIBUJO Y DEL
COLOR
Hay
profesores que son héroes del entusiasmo, del entendimiento y del tesón. Profesores
conscientes de que han de saber un poco de todo para poder instruir sobre
cualquier materia a los niños que estén a su cargo, sobre todo en zonas rurales.
Cueste lo que le cueste, han de enseñar el dibujo y la práctica luminosa del
color para que al infante, sorprendido ante la maravilla que descubre tras sus
trazos, abra los ojos al cielo y se le iluminen como soles. El dibujo es un
medio a experimentar y a estimular, pues concurre con las otras disciplinas
que se enseñan a un mismo objetivo: el desarrollo de saber potenciar las
facultades del niño. Aprender a poner atención a lo real y cercano, a lo que se
toca y estimula, a lo que se siente y respira tanto en contacto con la
naturaleza como lo que se vive en el ámbito familiar, es necesario para lograr que
lo valore, estime, y personifique, con la sinceridad de la inocencia. La
naturaleza cercana que toca y respira es de capital importancia, pues le pone
en comunicación con lo sensible. La naturaleza es, bajo mil aspectos, el modelo
eterno, el libro abierto donde ejercitarse en sensibilidad, poesía y existencia.
La práctica del dibujo y del color, al desarrollar y estimular el espíritu de
observación, destapa la ardiente curiosidad a la vez que abre al origen de
todo conocimiento, ya que el arte, en su intento impulsivo e imposible de
reproducir la naturaleza, se acerca a ella buscando equivalencias, reflejos y
modelos, consiguiendo lograr que los niños se sientan estimulados y en correspondencia.
El
ser humano no reproduce la naturaleza. Es un acto imposible, pero sí un espejo
donde mirarse y reconocerse. En la búsqueda de esas interpretaciones que de
ella entusiasmado puede descubrir, reside el arte desde que el hombre comenzó a
tomar un tizón encendido o un palo con resinas para representar aquello que le
inquietaba en su latir cotidiano sobre las paredes de una cueva.
Aquellos que dicen que dibujar un cuerpo humano, salir al campo y llenar un
papel de colores queriendo apresar lo que sus ojos en el paisaje ven, es realizar
una servil y banal copia o imitación, se equivocan: lo que hace el pintor, niño
o grande, con esa práctica –fijémonos en los impresionistas-, es intentar
hallar la afirmación de la propia libertad creadora, la importancia de su
intrínseca autenticidad trascendiendo.
Barcelona,
febrero del 2020.