ENTRE PALABRAS Y SILENCIOS

viernes, 21 de junio de 2019

EMOCIONES Y SENTIMIENTOS.


"Madre e hijo" obra del pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín. 1989.


Albert Einstein nos decía: "El destino de la humanidad será el que nosotros nos labremos". Y aseguraba: "El que experimenta su propia vida y la del otro como carente de sentido, no solo es infeliz, sino incluso incapaz de vivir" 









EMOCIONES Y SENTIMIENTOS

Las emociones que experimentamos, llegan a través de un estímulo, bien sea exterior o interior, que se adhieren casi sin notarlo al tejido más sensible de las paredes de nuestros corazones. No sabemos bien por qué sucede, pero ahí se van agitando como burbujas de diferentes efectos en función de los estímulos que provocan, relajando la desazón y sinrazón que a veces nos dejan ciertos hechos o personas hiriéndonos con palabras o hechos con o sin fundamento u objetivo claro, o bien provocando un alegre estado de gozo en casi de ser positivas. En todo caso, las emociones nos hacen más fuertes, acaban siendo experiencias, ayudan a adaptarnos al entorno en que nos toca desenvolvemos permitiéndonos interactuar, ojalá que de manera sensata y efectiva, en las componendas de la propia existencia. Motivaciones, deseos, objetivos, culpa, amor, vergüenza, orgullo, odio, etc.,  aquello que nos obliga a vivir un cambio constante e inapreciable en la actitud del propio cerebro y aún del mismo cuerpo, siendo fundamento de nuestros actos y pensamientos ojala que para conducirnos a un estado ideal de mayor convivencia y bienestar.
La emoción, que nace del regalo de un impulso de manera espontánea tras sufrir una efectiva alteración en el ánimo, al valorarla estimamos que nos ha provocado un sentimiento que puede alterar ciertas percepciones sobre algo que  ya sentíamos. En este sentido debemos, tras sacar las oportunas consecuencias, dejar que nuestras vidas se rijan a través de la nobleza de nuestros actos complementando en lo posible el ansia de una sonrisa, de un abrazo, de la palabra amable que se nos demanda amiga. Sensaciones que no se ven ni palpamos, pero que aparecen de repente para ser valoradas como actos de solidaria hermandad. El gran objetivo de la vida es hacer caso a estos avisos (agrado, alegría, satisfacción, adhesión, ayuda), sentir que la sensibilidad avanza, que los temblorosos cosquilleos del amor soñado mejoran el sentido abierto del destino de la humanidad.  

Barcelona, junio de 2019.
           ©Teo Revilla Bravo.



jueves, 13 de junio de 2019

RECINTO DE PIEDRA


Reproducción de la pintura de la cárcel realizada por el artista armenio Grigor Khandzhyan         









RECINTO DE PIEDRA


Recinto de piedra, dormida luz de silencio que resbalando
por la estrecha rendija pasa abriendo manifiestamente
el día ante los ojos. Cendal de efluvios en cielo mate
y húmedo, azul esplendente instalándose hábil
en las ondulaciones de tu persistente clamoroso cuerpo.

Ante el inminente mimo del sol posado perezoso
en tus párpados, trepida el alegre destello que van dejando
al abrirse los lirios de imaginario jardín de mayo.
En el alegre despertar del sueño, la luz destierra
lo oscuro y triste que habita el fondo de tus pupilas.

Así pulso y aliento, elevando espirales de gloria y besos,
van borrando paisajes de estrechez y amargura,
van rompiendo locuras asomados -tú y yo, amor-
un día más con renovada esperanza a la vida.

……………………………………………..

Sueño. Espejismo del instante puede ser lo sentido.
Punzantes rocas, escarcha en yedra rampante
del muro de la prisión que penado habito.  
    Sobrecoge la largura de este exilio, torre de marfil
que el tiempo va cerrando a golpe incansable de reloj
y distancia. Cuerpo desnudo, cielo azul, lejanas olas,
rumor silbando melancólico en el mar sobrecogedor
del llanto. En espera, rompiendo locuras y desmanes,
hueco silencio, manos sombreando recuerdos en las opacas
paredes del desánimo. Así, esta prehistoria encerrada
en la vacua pequeñez de un tiempo asombrado de tristezas
que va abrumando el vuelo incansable de las horas.



OCÉANOS DE LUNA
(Cuaderno  VIII. De 1984 a 1987)
©Teo Revilla Bravo.




domingo, 9 de junio de 2019

EGON SCHIELE Y EL EROTISMO



Egon Schiele abrió la puerta al expresionismo. El artista austríaco fue sin duda un provocador, alguien que quiso normalizar y actualizar el arte en todo su amplio sentido. Un pintor necesario. 









EGON SCHIELE Y EL EROTISMO

                                                             “La obra de arte erótica, desprende una santidad propia”. E. S.  
                                                                                               
La producción de Egon Schiele, incluye retratos, paisajes, desnudos y naturalezas muertas. Al parecer, comenzó a pintar influenciado por las pinturas eróticas de Klimt y los paisajes y retratos explícitos del pintor austríaco Oscar Kokoschka. En 1909 hizo un desvío del estilo de Klimt adoptando una personalidad  propia, comenzándole a interesar en sus retratos una perspectiva diferente, figuras desfiguradas, turbulentas y tortuosas. Hubo quienes calificaron sus explícitos desnudos como pornográficos, centrándose como crítica en su innegable obsesión por la desnudez. Hay que mencionar en este sentido, solía darse, que los retratos de desnudos pudieron haber sido creados para conmocionar y contentar a un mundo burgués -con el que no se identificó nunca- reinventando a su manera el modo de representar la figura humana a través del erotismo. Parece ser que algunos de esos trabajos "impúdicos" pudieron haber sido ejecutados, como comentábamos, por encargo de esa gente de “bien” que vivía de la hipocresía y el engaño, algo que a él le valdrían para ir a la cárcel durante veinticuatro días acusado de dejar que algunos menores tuvieran acceso a esas inmorales pinturas, no olvidemos la época, y tampoco olvidar que los objetos de sus obras eran prostitutas, amantes, mujeres embarazadas, bailarinas, etc., temas muy  cargados de erotismo y sexualidad. Cierto es que en las culturas restrictivas de la época, desde la Inglaterra victoriana hasta la alemana Wilhelmine, prosperaron en florida circulación subterránea obras de arte obscenas, que al parecer llegaron a ser muy populares entre los hombres de todos los sectores de la vida social. Fue una época en ebullición permanente, donde se desnudaban los cuerpos atrevidamente y Freud ahondaba en la psique y sus secretos mientras la misma mujer reclamaba los derechos a la igualdad e independencia que le correspondían, luchas que aún continúan, lamentablemente, tras cien años transcurridos. Fue al final de su carrera (y de su vida pues murió joven con solo veintiocho años de lo que dieron en mal llamar gripe española), supongo que en endiablada huida harto de todo, que comenzó a concentrarse en paisajes, excelentes cuadros preferentemente de pueblos, ciudades y casas.

“¡Oh, Arte todopoderoso, qué no sería yo capaz de soportar por ti!”, escribió desde la cárcel. 


Brindemos por estos hábiles hombres que con gran pasión artística, libres, revolucionarios ,únicos, originales, transgresores, forjaron obras marcadas por el erotismo cuya estela visionaria sigue alimentando la historia de la pintura y de las artes en general. Que el arte ocupe nuestros momentos, nos remueva y agite, permitiéndonos escapar de la rutina y divinizar poéticamente, como en el caso de Egon Schiele, los instintos más humanos.

Barcelona, octubre, 2015.
©Teo Revilla Bravo.




miércoles, 5 de junio de 2019

DE MI PROPIA MUERTE



"Muerte". Expresada con pincelada firme y sólida por el pintor expresionista alemán Max Beckmann. Sin duda, impresiona por su dolorosa naturalidad cromática.









          DE MI PROPIA MUERTE


             Muerte contemplada, sino de fríos,
             polvorosos enredos, lazos sutiles y dolorosos
             que enlazan las formas de todo el universo
             con la afligida alma en cadencia de afligidos
             versos vividos en la herida.
             Grabé la señal de la inexperiencia
             -rasgo de oro que unen  mi corazón  al sol
             en fragilidad de flor- cotidiana en la frente;
             vendados ojos, dios de la niñez dejado
             permutando el destino de la máscara,
             en la mocedad; puertas del escepticismo
             donde un ángel caído llora angustiado su sino.

             Conceptos:
                               cambian las estaciones,
             los árboles se renuevan, vuelan pájaros
             recién nacidos, retoñan los helechos
             y las flores se abren enlazándose con las soñadas
             estrellas de la luminosa aurora.

             Todo deviene, todo se va entre la niebla
             -olas, nubes del mar- esteparia que provoca
             el transcurso imparable del tiempo
             y se para el pulso. Pequeñas muertes.
             Grandes resurrecciones humilladas por otras
             tantas pequeñas muertes en un giro continuado
             de sucesos sin aparente fin.

             Crear -imprevisto cuerpo mío- esperanza.
             romper el hilo tenso de las horas,
             salir -legado de muerte- como un torrente
             que rompe los diques del ateísmo
        compulsivo en aras de ansiada eternidad.

       

      OCÉANOS DE LUNA LLENA
      (Cuaderno  VIII. De 1984 a 1987)
      ©Teo Revilla Bravo.



sábado, 1 de junio de 2019

LA LUZ


Obra de William Turner. Considerado el pintor de la luz, sus obras tenían una fuerza lumínica excepcionalmente conseguida.   










LA LUZ

La luz es signo de trascendencia y atavismo, el universo vital hacia el que todo artista se orienta o a través del que es orientado. La luz es una energía totalizadora, que no necesita más apoyaturas ni sostenes especiales porque es y circula libre ajena a toda cábala o intento de manipulación. La luz es la inconcreción misma transformándose en presencia propagada, destello y ejemplo de la incondicional unidad de todo lo abarcable, es la representación y presencia misma de la vida. Hacia ese estado de luminaria propagada se encamina el artista aún sin ser consciente de ello, en una atomización de todo su ser por hallar la esencia de lo que desea expresar. El tiempo en el artista, no es; el tiempo en el artista, actúa simplemente convertido en una  sensación de éxtasis o vacío que se experimenta cuando está creando, cuando intenta lo imposible olvidado de todo elemento distorsionador exterior, cuando se halla envuelto en un trance o punto mágico, magma vertiginoso que le conduce irremediablemente hacia la obra considerada intuitivamente perfecta, esa obra inalcanzable e inabarcable que siempre se escapa aún teniéndola entre los dedos. 
La luz amplifica el concepto de la ilusión, y el de las formas visuales que nos llegan con confianza, ambas formando una complicidad real entre el sujeto y el mundo que se crea, al considerarse forma artística a tratar. La luz es el poder de lo realizable. Se muestra a través de técnicas objetivas que convergen sobre el artista y lo por éste experimentado. El acto artístico consiste en entrar en ese espacio de luminaria, complicidad y atemporalidad -comunión innata e íntima-, no para dominarlo, que es algo imposible como todo artista bien sabe, sí para utilizarlo desde el esfuerzo y visión de cada cual, consciente de que nada ha sido decidido pues la verdadera obra está en un alcance latente, algo siempre por concluir al ser un objetivo imposible de aprehender, ya que escapa misteriosamente de las manos transformándose en algo fundamental sin saber bien qué es. Lo que queda de admirable son pequeñas secuelas de bondad, estelas llegadas a través del trabajo constante que llamamos obra artística. La idea es resistir a todo tipo de inconvenientes, al ruido que se forma a nuestro alrededor, al discurso supuestamente pedagógico o crítico de los otros, a los rumores de dentro y de fuera que alteran el silencio privilegiado y obligado de quien intenta un acto único de creación, tiempo místico y necesario para el artista, catarsis, o sana obsesión. Hay que resistir a los movimientos exteriores, al imperativo moral que lastra condiciona o coacciona, y saber entrar en la luminiscencia creativa libres de pesos contaminantes. Las imágenes representadas, han de ser debidamente transformadas en el papel, lienzo, madera, piedra o lo que fuere; han de conmover, destellar, transformar, mediante el prodigio asombroso de  recoger la emisión mágica de esa la luz que nos convierte en pequeños hijos de las estrellas.
La efusión visual sólo conoce la permuta en el arte, sólo atiende a su transformación. La imagen o contenido que se nos proyecta, bien desde fuera, bien desde dentro, es luz captando realidad. Y esa luz  no depende ni requiere del tiempo para crearse, sino de la visión del hombre transformándola. Para crear a través de una imagen debe de haber un momento de  intrusión, que solo puede suceder cuando los procedimientos habituales del mundo reconocible son interrumpidos y ordenados  (o desordenados) para bien de aclarar o concebir un mosaico de luces, quintaesencia a la que denominamos destreza transformadora o ausencia de lo existente, algo tan obvio y tan fácilmente aceptable cuando adquirimos el sentimiento -como en Borges-, de que nada a nuestro alrededor es real. 

Esa es la acción subversiva y maravillosa del arte: una operación mágica que se da en muy pocos, quizás por falta clara de preparación, fortaleza y sensibilidad, al fallar la desaparición de la realidad y la aparición de un universo paralelo que nos permita cierta salvación, cierta entrada en la gloria: la fenomenología de la ausencia de realidad es algo imposible de lograr, pero nos acercamos a ello a través del acto creativo, quizás encandilados u obnubilados por los objetos de luz cegadores que distorsiona toda obra atrayéndonos con magno imán.
Las iconografías, los escritos, las obras, todo arte, nos hablan, nos cuentan historias, nos substraen de la inercia y del acomodo rutinario. Ese sonido que producen las obras al hablar, una vez captado ya no puede ser sofocado ni censurado como no sea por nosotros mismos. Y no importa qué técnica o estilo o formas empleemos, pues siempre hay una idea que persiste: la de la luz, la escritura, los sonidos, el dibujo, la persistencia y la armonía, la imaginación en esencia, el pensamiento imaginado. La luz subordina al hombre fisiológicamente, y también psicológicamente, es el fundamento principal de la obra, el sentimiento, la sensación, es el componente que otorga volumen y definición al acto creativo llenándonos de realidad. Platón dijo: “La imagen se mantiene en la intersección entre la luz –la cual viene del objeto o sentimiento a expresar o tratar- y lo otro que viene de la mirada –sea ocular, sea del alma-. Ahí el arte.

Del tratamiento que el artista haga de la luz,  de cómo moldead los espacios y las formas con más o menos aciertos, depende el logro de la obra. La luz, como diría el poeta Gabriel Celaya, “Es como un pulso que golpea las tinieblas”. La creación tiene siempre un componente nostálgico, algo que araña al artista por dentro y por fuera, que quiere salir como sea traducido en belleza o en concepto artístico: todo arte es un desahogo, un torrente de luz captado, es la gran obsesión de los grandes artistas, ojalá que felizmente conquistado para ir haciendo de la humanidad algo más generoso y civilizado. 

Barcelona.-2012.
©Teo Revilla Bravo