NEGRA SOMBRA EN LA POESÍA DE ROSALÍA DE CASTRO
EL mágico universo del poeta tiende a crecer y ampliarse abriendo un amplio círculo interpretativo que pugna constantemente por cerrarse cubriendo así un ciclo, quizás el de la propia vida. La personalidad de la poeta gallega va de este modo descarnando poco a poco, verso a verso, sus vivencias más intensas, impregnándolas de sensibilidad y coraje como si fueran dirigidas con tesón e intensidad hacia el nódulo último de su existencia. Rosalía escribe versos para tener constancia y consistencia de que respira y alienta vida en una sociedad nefasta para la mujer, obligada a preceptos, obligaciones y anulación personal, plenamente machistas. Para huir de esa cruel opresión, escribe; para gritar y aligerar su íntimo dolor, escribe; para sentir con fuerza los latidos de su alma, escribe, escribe y escribe. Y lo hace de manera inteligente y asombrosa, centrándose en los sentimientos que provoca la tierra, el verde paisaje, los mares, pueblos y aldeas, estampas que recoge su alma interpretando la Galicia anclada en tradiciones y atrasos de un siglo estrecho y adocenado. Lo hace, no sin esfuerzo y disputa consigo misma; no sin desasosiego, agonía y dolor.
Rosalía lucha por lograr su propio mundo poético, que no es ni más ni menos que la historia del drama de cada poeta, buscando la palabra última, esa que siempre falta para cerrar el módulo sagrado que nos define de alguna manera como personas, propicio para ser capturado por el proceso vital en constante devenir que no es más que la objetividad de la vida realizándose. Rosalía va hacia la creación poética por la necesidad de desahogos constantes. Su creación se inclina hacia la vertiente metafísica con el complejo sentido de la contemplación del mundo, intentando satisfacer sumisa y entregada esa voz interior que no puede acallar. Por eso en Rosalía, tras cada verso, tras cada fragmento de poema o escrito, hay una búsqueda inconsciente y afanosa de sí misma, a la vez que siente una obsesión por poner basamento y razón de ser a sus inquietudes. Lo hace mediante los versos. Intenta hallar, a través de ellos, la gravedad existencial necesaria intuyendo que tras el desánimo en que vive más allá de toda precariedad y abandono, el último eslabón a remontar es el de la muerte.
Rosalía es una poeta que se crece como tal a cada instante, a través del esfuerzo de sentirse viva; una poeta que se alienta desde la desazón y la melancolía afanándose en hallar, tras la rima y el verso, el vehículo que le lleve a entender algo y compensar el dolor que su alma sufre. Intenta llegar hasta el meollo que su existencia encierra.
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inaplicable angustia,
hondo dolor del alma
recuerdo que no muere
deseo que no acaba.
vigilia de la noche,
torpe sueño del día
es lo que queda del placer gustado,
es el fruto podrido de la vida.
El dolor como nota señalable de su vida, aun teniendo su comunicación, tanto vecinal como social con las gentes, un carácter agradable. Ambas formas de condición se pueden apreciar en su poesía, convirtiéndose la pena en una especie de tópico adjudicado pues su dolor quedaba sumido en un silencio reservado esencialmente a la contienda poética personal. El dolor, como la muerte, es algo intransferible del que uno no puede exonerarse fácilmente. En ese sentido Rosalía, por ser mujer “distinta”, fue también escritora incomprendida. Quizás por eso y por su manera de versar, se la ha valorado como sombra hermana de Gustavo Adolfo Bécquer al que se cree que llegó a conocer cuando ambos residían en Madrid, ambos poetas tardo-románticos. También se la relacionó con Espronceda, con Heine y Jorge Sand y, si buscamos referencias más cercanas en el tiempo, con Antonio Machado preferentemente ya que su poesía no deja de ser temporal, de fuerte inquietud y de una melancolía que se recoge en las imágenes que ofrece del mismo paisaje:
cómo chove mihudiña,
cómo mihudiño chove;
cómo chove mihudiño,
po-la banda de Laiño,
po-la banda de Lestróve.
Al escribir en gallego -aunque también escribió dos libros magníficos de poemas en castellano-, Rosalía era consciente de que limitaba el alcance de su poesía al serle fiel a una lírica regionalista popular y folclórica, pero necesitada de voces que la situaran en el contexto nacional e internacional de manera clara. Sentía que al hablar de la tierra en que había nacido, tenía que utilizar por lógica y por sentimiento su propia lengua para exorcizar experiencias íntimas, familiares, sociales, injustas, fondo temático de gran hondura de donde arranca toda poesía. Tras ese intimismo a través de simbolismos y vacilaciones, buscó la revelación lírica de la idea social, la identificación afectiva con el otro y o lo otro, haciéndolo desde un exilio personalizado de vigor expresivo e imaginativo nacido de su exquisita sensibilidad al investigar el sentimiento de la mujer y del hombre cercano, posicionándolos así en el mundo de su tiempo, transcendiendo la verdad y la historia, trasmitiendo tensión emocional y dramática a través de la palabra convertida en poesía.
Imágenes poderosas, rasgos de primer orden, comparaciones acertadísimas, una versificación inimitable, es lo que abunda en la poesía de Rosalía. Campo, tierra, paisaje, son el marco inseparable desde donde dibuja versos de íntimas emociones. El arte es el consuelo apasionado; es la terapia obligada; es el recurrente obligado para continuar vivos. Rosalía lo entiende así y así lo expresa desde un fino sentido de la ironía y del humor. Pero además, Rosalía tenía una profunda intuición del tiempo psíquico que le tocó vivir, siendo sin duda una aplicada precursora de la poesía contemporánea.
NEGRA SOMBRA
Cando penso que te fuches,
negra sombra que me asombras,
ó pé dos meus cabezales
tornas facéndome mofa.
Cando maxino que es ida,
no mesmo sol te me amostras,
i eres a estrela que brila,
i eres o vento que zoa.
Si cantan, es ti que cantas,
si choran, es ti que choras,
i es o marmurio do río
i es a noite
i es a aurora.
En todo estás e ti es todo,
pra min i en min mesma moras,
nin me abandonarás nunca,
sombra que sempre me asombras.
NEGRA SOMBRA
Traducción al castellano por Mónica B. Suárez Groba
Cuando pienso que te fuiste,
negra sombra que me asombras,
a los pies de mis cabezales,
tornas haciéndome mofa
Cuando imagino que te has ido,
en el mismo sol te me muestras,
y eres la estrella que brilla,
y eres el viento que zumba.
Si cantan, eres tú que cantas,
si lloran, eres tú que lloras,
y eres el murmullo del río
y eres la noche y eres la aurora
En todo estás y tú eres todo,
para mí y en m misma moras,
ni me abandonarás nunca,
sombra que siempre me asombras.
Este poema, “Negra Sombra” se convirtió en una de las más emblemáticas canciones de la música gallega. El músico Xoán Montés (Lugo 1840-1899) unió letras con un alalá en A cruz do inicio. El tema completo e indiviso fue presentado por primera vez en el gran Teatro de la Habana en 1892.
“Negra Sombra” Se considera uno de los cantos más hermosos y elementales de Galicia. El poema se funden con un abrazo melancólico a la música de modo que ya no se conciben separaciones entre ambas, tal es la fuerte simbiosis. La cantante Luz Casal nos da una bella muestra de ello…
Barcelona. Noviembre.-2013
©Teo Revilla Bravo