Jean Cousin en su obras Eva Prima Pandora
EL MITO DE PANDORA
Existen variadas versiones del mito, una de las más comunes es la que nos cuenta que el padre de los dioses, indignado por el engaño de Prometeo (el que prevee), que había creado a los mortales y robado el fuego del Olimpo, temeroso del poder que estaban adquiriendo los hombres, decide castigarlos. Para ello piensa en una figura de mujer a imagen de las diosas, y encarga su creación a Hefesto.
Afrodita le da su belleza y encantos, Atenea un hermoso vestido para cubrirse , Hermes pone en su corazón la maldad y la falacia, Zeus le insufla vida y le entrega una caja cerrada que contiene todos los males y miserias, con los que piensa vengarse de los hombres. Y envía a Pandora, como regalo a Epimeteo, hermano de Prometeo, a quien éste le había hecho prometer que no aceptaría ningún regalo de Zeus.<pero Epimeteo, deslumbrado por la belleza de Pandora, olvida sus promesas y la desposa. Pandora acuciada por la curiosidad abre la caja y esparce el infortunio sobre la humanidad: la peste, el dolor, la desgracia, la envidia. Todo menos la esperanza que queda en el fondo de la caja.
CREACIÓN
El desfile de semillas justifica el raudal de
luz que brilla sobre el planeta. Germinarán: la diosa está a punto de dar su
bendición.
Cuando la creación es brazo y es pie que avanza,
cuando es cerebro y es ardiente ceniza, pero también voluptuoso viento que orea y calma,
los seres recién nacidos, transparentes y viscosos, inician el periplo de
la vida dándole sentido. Ya son pequeñas manchas en la planicie, ya
bultos sobre la hojarasca de la extensa fronda, ya inseguros resuellos en el aire tibio o en los latidos del festivo verano. La diosa asomando la oreja por el complejo entramado de colores, escucha satisfecha los murmullos, siente que no hay nada comparable, que todo está bien.
Las gotas de lluvia, como sucesos de pequeños aéreos oleajes,
aportan la necesaria humedad; la sutileza ambiental favorecen el humus, da debido frescor, contrarresta el calor del sol cuando éste es excesivo. Bajo
estos auspicios, los recién nacidos comienzan torpemente a caminar, a
desarrollar su inseguro destino. El tiempo se hace en ellos.
Cae la noche despejada de nieblas. La luna, en su vagabundeo, se
desliza solapadamente por entre los torrentes de estrellas.
Nace el día. Todo se ilumina. Los sonidos del céfiro destapan la bruma con primorosos silbos, retumbos que van
formando leves bullicios y luego otros y otros, hasta llegar a ser gran algazara. Al paso del tiempo, formará palabras y con ellas el entendimiento.
Prolongaciones.
Dichas y desdichas agitándose en los jóvenes corazones. Comer, amar, ascender y descender caminos, construir, poblar, habitar, plantar, pescar, cazar, cultivar inteligencia y arte, dejar descendencia, envejecer, morir, todo ello para entrañar nuevos
seres que compartan y mejoren la labor de lo instruido: el trigo para
la harina, la harina para el pan. Así arroz, cereales, frutas, verduras,
hortalizas, utensilios, cultura. Mientras, se consumen los segundos y con
ellos los años, las décadas, los siglos. Todo lo transforma el vertiginoso horario
que va dejando a un lado despojos, residuos del tiempo y vida, raíces y hojas que como ampliadas mantas envuelven la siembra de la civilización, rueda que rueda de la vida formando experiencias
que con frecuencia no sirven para remediar errores, desastres, ni desasosiegos.
La civilización acaba por engullir al último
ser. Todo finaliza. La diosa, retrocediendo desconcertada, esconde la cabeza
bajo el ala misterioso de la nada.
DESDE EL FONDO
Cuaderno V. 1978 - 1980
©Teo Revilla Bravo.