ENTRE PALABRAS Y SILENCIOS

lunes, 25 de octubre de 2021

UNA ELECCIÓN LUMINOSA

 


William Turner "Calais Sands at low water"  !832







UNA ELECCIÓN LUMINOSA

 

    He llegado a una edad en la que trato de integrar, lo recogido y aprendido a lo largo de mi vida sobre la luz y la sombra, sobre la paz y la violencia.  Todo se intenta superar —mientras nos sea dado aliento— para llegar a una conformidad personal. La escritura, la lectura, el hilo de la palabra recogida así como los ratos dedicados a la pintura, a la charla con los buenos amigos y sobre todo al amor, me han ayudado a lograr grados de clarividencia y serenidad. Pero de todo ello, si apartamos el luminoso sol del amor, ha sido la escritura quien más influencia ha tenido y tiene en mis inquietudes más íntimas y personales.

    “Lo importante no es escribir cuando se tiene algo que decir, sino cuando se tiene deseos de decirlo”, nos aconseja el escritor mexicano Federico Campbell, ya fallecido. Ojalá ese deseo de escribir —y reescribir— rigiera en nuestra actividad literaria con el máximo de sinceridad. El goce de hacerlo, la necesidad del desahogo, son bálsamos para la mente y para el alma. Al escribir, igual que al leer un buen libro, tomamos conciencia de que no estamos solos, que de esta suerte nos sumamos a un grupo coral donde participan los escritores clásicos, los considerados maestros actuales, sabiendo que influye tanto la tradición como la modernidad, al igual que las disciplinas que alivian la rigidez del intelecto. Cuando escribimos —experiencia, reflexión, búsqueda—, entramos a formar parte de una hermosa trama  que alienta lo mejor de la humanidad. Se trata de ir hacia los otros, para encontrarnos, querernos, y completarnos, creando un sentido de valores en común que nos haga mejores. 

    Escribir es una elección luminosa.


Barcelona a 25 de octubre de 2021      

©Teo Revilla Bravo  







miércoles, 20 de octubre de 2021

MALAS PRÁCTICAS EN EL ARTE CONTEMPORÁNEO


"Desnudo bajo una escalera", obra de Marcel Duchamp







MALAS PRÁCTICAS EN EL ARTE CONTEMPORÁNEO


    El arte contemporáneo, también llamado conceptual o de vanguardia, se percibe con novedosos miramientos y en ocasiones con recelosas perspectivas. No deja de ser un arte controvertido y de resultados imprevisibles. Variable y mudable, emerge como la vida misma desde la alocada velocidad que nos impone la sociedad.

   La música, la danza, el teatro, el cine, la misma literatura, todo arte en general, requiere el interés de un público que en muchos casos ha de pagar por presenciarlo, leerlo o escucharlo. Un público que manifestará con aplausos o abucheos su conformidad o rechazo.

    El arte contemporáneo suele ser visto con asombro y avidez. El espectador y algunos críticos salen de la sala donde se expone, muchas veces sin haber entendido nada o sin haberse identificado con lo visto. No estará preparado dirán algunos. Es cierto que los opinantes de esta disciplina suelen ser con frecuencia crueles a la hora de emitir un juicio, pero también hay apasionados defensores aunque no sepan concretar qué les ha motivado a serlo. Estamos ante un arte arriesgado que necesita de la novedad y de la invención.

      Otros no tanto.  El cine mismo  —podríamos hablar de otras artes— soporta toda clase de análisis, y nadie se rasga las vestiduras cuando la crítica destruye la labor de un director o de un actor por considerar obra e interpretación malas. Cuando leemos un libro necesitamos tiempo y concentración para entenderlo y juzgarlo; el mismo escritor es consciente de lo difícil que es lograr tener éxito, sabedor de que la obra posiblemente no será editada o de ser así acabe olvidada en el viejo almacén de una distribuidora de libros cualquiera.

    A veces es precisamente el artista, el que parece vivir encerrado en una burbuja al no querer tener contacto con el público al negar la crítica adversa que se le hizo. Deduce, que si público y crítico no acuden a la sala donde expone o se van de ella desilusionados, es porque no entienden nada de nada. No soporta que su obra sea percibida como una  engañifa.

    La distinción entre arte tradicional y arte contemporáneo, no deja de ser una deformación estética, hecha por oportunas conveniencias. Se supone que el arte sujeto a un estilo previo, llega través de cánones tradicionales, por lo que se le juzga como clara falta de evolución; el contemporáneo en cambio, se trataría como un arte en avance permanente donde preocupación, estética, y estilo, estarían inmersos en  una actualidad en continuo progreso. En ese contexto, el artista se supone que ha de llegar al arte obrando como un creador si desea tener éxito.

    El hecho de que alguien adquiera una obra no hace al autor de la misma necesariamente artista. Puede ser adquirida por un ser caprichoso e influyente que paga mucho por ella, elevando al autor solo por este  hecho a la categoría de artista, lo que le exigirá dejarse guiar en su labor por  un “curador” o vendedor publicista que será quien imponga la idea y el tipo de obras a realizar y exponer.

    Al artista sincero, al reclamar una libertad creativa imprescindible para él, ignora y se le ignora en el sentido especulativo del arte. Por ese motivo, cuesta dar con un buen y original artista. 

    Muchas de las obras de supuesto éxito, trascienden como arte para ir hacia cánones comerciales donde adquieren su valor en relación al precio  que alguien impone y otro paga: si el inversor da su aprobación, ponte contento artista, habrás tenido suerte, serás el creador emergente de una obra que no hubiera trascendido sin la farsa mercantilista. Ahí tenemos el por qué algunas obras se las considera arte y caras de adquirir para la mayoría de la gente. Todo obedece a una práctica endogámica que cultivan apoderados, administradores, críticos, y algunos artistas por ellos bendecidos. Al ubicarnos en el papel que ostenta este gremio privilegiado, lo identificaremos como suplantador embustero del  arte por un vil metal. Está claro que esa actividad es un escarnio que va en contra de los procesos de la inteligencia más elementales. Práctica por otro lado que disminuye o minusvalora habilidades que se formaron durante procesos que duraron miles de años.

    Me temo que estamos, a menudo, ante un arte y un modus operandi intencionado y caprichoso que ha logrado instalarse y dominar el aspecto cultural de nuestro tiempo. El problema es que volverá estúpida en pocos años a la misma condición humana.

 

Barcelona.-Agosto.-2014.

©Teo Revilla Bravo.






lunes, 11 de octubre de 2021

VALOR DE LA LECTURA

 


WINSLOW HOMER. LA NUEVA NOVELA, 1877, detalle. Uno de los grandes pintores realistas norteamericanos del siglo XIX, Homer plasmó aquí el momento en que una joven está absorta en la lectura de un libro. Al tratarse de una acuarela, se muestra en contadas ocasiones por su fragilidad. The Michele and Donald d’Amour museum, massachusetts. Fuente, La Vanguardia. 






VALOR DE LA LECTURA

 

    Adquirir la habilidad de la lectura, de pasar las páginas de un libro con asombro desde la niñez, posiblemente se convirtió en una actividad que nos ha acompañado el resto de nuestras vidas produciéndose el encuentro y el aprendizaje de emocionantes temas que nos han hecho sin duda mejores. A la vez se nos abrieron y van abriendo amplios campos para el desarrollo de la imaginación, el saber y la creatividad, aspectos fundamentales para la formación de todo ser humano.

    Perderse dentro del mundo de las letras, es una sana actividad que muchos aprovechan en su tiempo de ocio conscientes de que leer, bien sea en papel o en modo digital, es un requisito indispensable para interpretar la propia vida. Parece ser que las personas que leen con atención, desarrollan un pensamiento más reflexivo al encontrar, en esta práctica hermosa, el mensaje de muchas de las cuestiones y preguntas que han acompañado a la humanidad a lo largo de los tiempos.

    Es por eso que la lectura ha de tener un propósito eficaz, que ha de ser un grato y ameno ejercicio intelectual. Elegir un buen libro es parte  esencial para conseguirlo. Un libro que nos emocione, eduque y entretenga, que logre captar la atención y produzca nobles sentimientos.

    Al adquirir pasión por la lectura notaremos cambios en nuestro comportamiento. Notaremos que estamos mejor informados, que comprendemos mejor el mundo que nos rodea, que hacemos frente con más comprensión a nuestras emociones, aprendiendo entre otras cosas a relajarnos, a entretenernos, a comprendernos y ser más tolerantes.

    El libro es una de las mejores compañías que podemos tener a mano y en mano en nuestras vidas. Aprovechémosla.

 

Barcelona, a siete de octubre del 2021.

©Teo Revilla Bravo