"La batalla de Anghian", extraordinario mural del gran Leonardo da Vinci.
Como curiosidad añadiré, que dicen que "La batalla del estandarte de Rubens es una copia de la obra de este artista italiano.
LA GUERRA
La sangre corre por calles y plazas
de ciudades sitiadas, silenciadas, fuegos,
que forman alargados hilos, ríos
que se espesan llegando al lago o al
mar
de los hondos infortunios.
Tras terribles bombardeos el gozo militar
se pone –pompa, protocolo, ritual-
bruñidos galones de odio, destrucción,
espanto, muerte, mientras golpea
brazos,
piernas, muslos, cinturas,
corazones...
Cárdeno, silenciado momento;
el mundo, entre dos fuegos
atrapado.
Rabiar sin entender nada de nada.
Dolor acumulado desde principios
de la misma humanidad, piedras
enormes que parecen caer ciegas del
cielo,
gases nocivos de dolor y egoísta infamia.
Un caballo desbocado se detiene,
piafa alocado en la desértica pradera
de la
desilusión, llevándose luego
luces y afanes; espada de Damocles
extendiéndose amenazante por el aire
del desconcierto a
punto de incidir,
en fatigadas, inermes, colectivas neurastenias,
fauces coléricas de endiablado sombrío
espanto.
Todo incita a la hostilidad pese a
los reclamos
permanentes de razón, justicia y paz,
discursos que crujen como papel desechado
en las manos sensibles de la impotencia.
Registro todo sin entender nada.
Estoy bajo los efectos de una
opresión más,
nacida de un anómalo sueño
donde un
llanto llamado Espanto
arrasa sin piedad indefensos pueblos.
Luz en la luz, bueno es despertar
a la
esperanza:
capto el ritmo de la brisa.
“SOLEDADES” (Provisional)
Cuaderno
XVIII ( 2013 al 2014)
©Teo Revilla Bravo