ENTRE PALABRAS Y SILENCIOS

sábado, 24 de febrero de 2018

PERCEPCIÓN DEL TRABAJO CREATIVO


"Melancolía" grabado de Alberto Durero. 






PERCEPCIÓN DEL TRABAJO CREATIVO
"La curiosidad sobre la vida en todos sus aspectos, continúa siendo el secreto de las personas más creativas". Leo Burnett, publicista y periodista norteamericano.

Saber o intuir cuál ha de ser nuestra puesta a punto, nuestro interés real por crear una determinada obra y los sentimientos que nos llevan impulsivamente hacia ella, es ser conscientes, ante todo, de los límites que poseemos; es saber que lo que vamos a realizar, ha de tener la posibilidad de presagiar algo que anuncie su propio futuro. El arte ha de funcionar de tal manera, que en métodos a veces complejos muestre progresos y riquezas antes de que éstas sean palpables para el resto de la  sociedad. El arte siempre debe mirar el futuro, si deseamos que éste sea verdadera creación.

Partimos de eso que en pintura llamamos boceto -a veces osada improvisación-,  para ir aprendiendo, en labor minuciosa y en ardiente curiosidad, a ver y a crear, con mirada ejercitada, lúcida y activa, ese cuerpo de la obra donde han de confluir todas las ideas, incluidas las espontaneidades y reelaboraciones -se añaden, se borran o se eliminan cosas- que sobre la marcha, en interacción entre pinceladas y colores, surgen.  Aprendiendo a abrir bien los ojos, y a maravillándonos cuando vemos un afianzamiento, un resultado positivo aunque suponga hacer cosas poco convencionales que puedan conllevar críticas adversas de los demás. Trabajar la obra, comporta riesgos; con frecuencia, el de equivocarse una y otra vez y tener que volver a recomenzar. Imaginación, intuición, diálogo con uno mismo, han de marcar ese preciso –precioso- camino. Y los que vengan teniendo en cuenta que no debemos cerrarnos, que hemos de ir con cuidado para que el trabajo que realicemos a lo largo de nuestra vida artística no se convierta al fin en barrotes de nuestra propia mazmorra.   

Lo señalado como ideal, en lo arriba escrito, es algo esencial; es provocar en uno mismo un espíritu de curiosidad, observación, búsqueda y exploración constantes; de tal manera que no se convierta o sea parte de una idea ya dada, sino que surja de un proceso de largas pesquisas y recreaciones, que nos hagan, ilusionados, avanzar. Este desarrollo del saber y del de las facultades propias, es la mejor manera de poder llegar con sinceridad a construir un lenguaje artístico que dé significado a cuanto hacemos. Crear, es una habilidad; es una constancia que se puede aprender y desarrollar, siempre que sintamos la inquietud artística y trabajemos y crezcamos a través de ella. Así llegará con toda seguridad la experiencia necesaria, verdadero regalo y fortuna del proceso creativo.

Barcelona, febrero del 2018.
©Teo Revilla Bravo.


jueves, 22 de febrero de 2018

DESNUDAS ALMAS


"La bacante" del pintor francés  Gustave Courbet. 
Las bacantes, era mujeres griegas que adoraban al dios Baco.






DESNUDAS ALMAS


Cuanto más sé de ti,

más aprecio, sostén, ternura;

más se crece el amor,

y se interioriza en mí la poesía.


Cálida, dorada figura eres;

agua, sol, cauce, brío;

en la mañana, maternal

vientre, reto perseverante,

horizonte,aliento sutileza.


Junto al hijo del amor y la ternura,

volar liberando sueños;

sentir cómo la primavera deposita

aleves mariposas en el aire

de la inocencia y de la dicha.


Decididos. Cultivando blancas

tierras—fragante, impetuosa semilla—,

en alud revelado de amor transparencia,

levitando vamos en vital asombro,

desnudas almas sobre la fugacidad 

anaranjada de la brisa. 



“SOLEDADES” (Provisional)
 Cuaderno  XVIII ( 2013 al 2014)
©Teo Revilla Bravo.











martes, 20 de febrero de 2018

ESCRIBIR II


El poeta Juan Ramón Jiménez visto por Joaquín Sorolla








ESCRIBIR II.


Escribir es explorar. Es una manera de alentar estímulos, de inhalar aire, de crecer y sobrevivir a las catástrofes diarias que acontecen en nuestro interior intentando extraer inteligencia y agudeza a través de la intuición y de las sensaciones. No conformándonos, huyendo de la realidad más próxima para aventurarnos -gran desafío- en regiones inexploradas y detenidas en un intento por removerlas. Un canto a la luz es, un reflejo de músicas, un arañar y quitar las esquirlas que deja al paso día a día la muerte lenta.

El punto formal de la escritura ha de ser libre, ha de ser transgresor. No hace falta guardar fidelidad a la métrica clásica ni a parámetros establecidos, ha de tener voz personal ajena a cualquier tipo de formalidad, siendo autobiográfica en su estructura y con señales propias suficientes como para llamar poderosamente la atención. Escribir exige consignar razones insondables, casi siempre subyacentes. Es un proceso de necesario desbarate de todo aquello que incomoda y estorba como son las tensiones y ansiedades del momento, desnudando la elipsis que nos aprieta y confunde, de tal forma que se replanteen nuevos y constantes amaneceres. La escritura ha de sondear en las circunstancias que vive el poeta o el escritor, antes de conceptuarlas. Un poema es literatura, cuando concibe o expresa de nuevo la realidad y ayuda a su innovación replanteando el mundo -sentimiento profundo- de quien lo lee o escribe.

Escribir es otra adicción más a la existencia. Una vez iniciados, no podemos dejar de concebir este hecho como realidad propia. Escribir es plasmar un diálogo, desde lo personal transferible, para hacerlo extensible a los otros, descubriendo nuevos espacios con arresto imaginativo desde la ecuanimidad y la experiencia. Escribir  es una estrategia para profundizar en lo íntimo del ser humano, renovando el pasado agobiante a través de filtros vertidos como versos, de tal manera que conviertan el hecho de escribir en un análisis profundo sobre la sociedad y la vida. Escribir es reconocerse en la duda, en la indecisión acosadora, en la incertidumbre del devenir, transitando por el vacío aparente que se abre ante nuestros ojos sintiendo que el mayor precipicio que nos amenaza está dentro.
    
Escribir es emprender un viaje, intentando atrapar lo inasible recorriendo espacios asombrosos con dificultades y sorpresas, con  cansancios y fatigas, abarcando territorios, inaugurando paisajes con una terquedad sin límites la mayoría de las veces ejercida en batallas baldías aparentemente, pero que nos van posicionando mientras vamos ganando terreno a esos parajes inexplorados que invaden la imaginación; es ir tras edenes intuidos, partiendo desde una soledad que siempre invoca a la vida y a la muerte como constantes irrenunciables. Ahí el hecho poético, como larga afinación del raciocinio; ahí la creencia en el poder comunicador de la palabra, como reflejo de vida.

Escribir es ir cifrando un mundo de emociones con rigor estético a través de un aprendizaje continuo, itinerario de un viaje cuyos puntos de partida y de llegada son con frecuencia un espejismo que nos puede dejar detenidos en un limbo de nadie, cerco que incluye el ansia de lo posible junto al desencanto de lo que ya no puede ser. A veces intentar escribir es como estar ante un tiempo suspendido, donde creemos imposible tomar contacto con lo anhelado excepto si volvemos al camino e iniciamos un viraje donde sea posible, de alguna sorprendente manera, recuperar lo perdido aunque solamente sea para volverlo a extraviar. Hemos de ir cifrando leras, hasta que las palabras nos lleven a un hecho sorprendente que se habrá de identificar con plenitud e interioridad. Sin disfraces; sin tecnicismos cargantes; sin estorbos ni falacias; libre y sincero, en regresión necesaria a través de un catártico remedio que obre el milagro de llegar a lo verdaderamente literario. Escribir poesía por ejemplo, es dejar constancia de que al hacerlo nos vamos descubriendo humanamente en los otros. Así, en cada circunstancia significativa que se da, en cada magnificencia de vocablo, desafiaremos el sentido del verso asentándonos en la soledad como si estuviéramos ante un relámpago deslumbrante de imaginarios efectos, halo que nos ronda siempre, pero que sólo a veces, muy pocas veces, se nos revela de verdad.


Barcelona.-02.-02.-2011.
©Teo Revilla Bravo.

viernes, 16 de febrero de 2018

ETERNIDAD


Vincent van Gogh`. "ANCIANO AFLIGIDO"(En el umbral de la eternidad)

Vemos en esta obra a un anciano junto al calor del hogar que parece, angustiado, secarse las lágrimas. La acción del tiempo y esa desdicha que produce la soledad, son los protagonistas absolutos de esta imagen tan delicada como hermosa. La pincelada, como casi toda obra del pintor, es suelta y vibrante, dejando ante el espectador una imagen llena de intensidad y tristeza.  








ETERNIDAD

Una eternidad no es lugar de semejanzas

ni de tiempo masticado donde los espejos

convergen en la memoria creando reflejos

sorprendentes de ti y de mí; la eternidad

puede que sea un elemental desarraigo,

un vacío flotante, un camelo infinito que

habita en las entrañas de la loca imaginación.

 

Los espejos vomitan minerales, acorralados

entre sentimientos plagados de sombras.

 

Un pensamiento alargado en tiempo y lugar,

no significa poder revolver temas que ofrezcan

maneras de entender la vida o matar ilusiones;

ni es nada, si la eternidad domina el instante

trascendental del verte o no verte presente.

 

Yo no sé qué es una perpetuidad, lo confieso;

ni sé porqué estoy escribiendo absurdamente

sobre ello pensando insistentemente en ti 

esta tarde gris. En tal caso lo que siento

puede que sea una aeternitas preexistente,

alocada, cohibida, tristemente deshabitada

de memorias, capacidades y recuerdos…  

 

Tampoco sé qué significa que un sepulturero

arrogante, enredado en lo alto de una montaña 

rusa, destripe en los circuitos de la vertiginosa 

rueda cadáveres. Sé, eso sí que lo sé, que una 

eternidad es estar sin ti naufragado infinitamente

entre sentimientos y desórdenes mentales

que mira a dónde tristemente me conducen.

 

No sé si debo medir o no el sinsentido de los afectos

baldíos que se quiebran con estos fatuos pensamientos, 

o preguntar al aire sobre esta eternal impaciencia,

pero te preciso.

 

…………………………………………………………….

 

Confieso que esta tarde estoy aterrorizado.

No sé nada de nada, lo que significa que

quizás todo -pasado, presente, futuro,

solsticios y equinoccios- en ti, en mí, 

sea, en empeño agónico,  vana ilusión. 




“SOLEDADES” (Provisional)
 Cuaderno  XVIII ( 2013 al 2014)
©Teo Revilla Bravo.






miércoles, 14 de febrero de 2018

SOLEDAD CREADORA


Obra de mí autoría, "Acordes de media noche" 2009.





SOLEDAD CREADORA


Siempre hemos tenido la imagen del artista, de una manera u otra, distorsionada. Como si fuera un ser algo loco y solitario envuelto en un mundo de emociones inalcanzables, que trabaja denodadamente intentando perseguir con arresto, voluntad, ilusiones y delirios; o sueños al clamar la llegada propicia de la musa, aún consciente que son sus experiencias, sus observaciones detalladas, su percepción de la realidad, quienes le pueden ayudar de verdad en su empeño. Crear es simplemente, dejar que fluya hacia afuera todo eso que llevamos dentro. El arte, como la vida misma, está inmerso en un constante proceso de creación.

En nuestra imaginación, no nos es difícil ver a un pintor o escultor en su taller trabajando abstraído, enfebrecido por conseguir una obra; como no lo es imaginar a un músico ante un bello paisaje, mirando al cielo ensimismado mientras silba o tararea una hermosa melodía mientras su rostro refleja la tensión del momento creativo que vive. Incluso puede que advirtamos –o conjeturemos- que algunas gotas de sudor le caen por su frente, cómo acto seguido se mueve inquieto mientras intenta cerrar felizmente la tonada que merodea por su cabeza. Absorto está el músico en un mundo al que no podemos llegar, tan alejado está del nuestro. De repente, siguiendo con la imaginación, puede que veamos cómo su semblante se ilumina como por encanto y sonríe: ha hallado la nota ideal que faltaba; ha conseguido airoso culminar, in mentis, un proceso creativo, logrando hallar lo que perseguía. Esa euforia, delicada y primorosa, que trabajará más detenidamente en su estudio, puede que acabe formando parte - entregándonos sus bellos armoniosos secretos- de nuestras futuras satisfacciones musicales.


Barcelona, febrero del 2018. 
©Teo Revilla Bravo.

Para acompañar estas leves palabras, sugiero escuchar a un inmenso creador, nada menos que al gran Johann Sebastián Bach en una de sus variaciones Goldberg.





viernes, 9 de febrero de 2018

TE PRESIENTO


"Sinuosidad" obra de mi autoría. 2002.








TE PRESIENTO


Te presiento cada tarde -impreciso,
tormentoso tiempo- ahí donde la espesura
de tu mirar fluctúa presentida, adivinada
e hiriente entre tristezas y dúctil volar 
de sonoros pájaros, vaga intuición,
arrítmicas florestas, amor y desencanto.

Te amé -aturdido de sueños y semillas,
trémulo de pétalos y alegres clamores-
en bellos nidos adormecido entre flujos
y espesuras, sentidos sueños y utopías.

Roto el violín, ida la magia de pasionales
noches, desaparecida la rumorosa música
que en otra hora febril nos acompañaba,
coloco un suspiro de nacarados párpados
sobre la blanca almohada, partícula del gozo
que aún queda, ácrona apatía, rota luz 
desentendida de murmullos y alegrías.

“SOLEDADES” (Provisional)
 Cuaderno  XVIII ( 2013 al 2014)
©Teo Revilla Bravo.




jueves, 8 de febrero de 2018

EL POETA


Una de las tres versiones de "Le poète (Un poète de notre connaissance)". Fue creada por Roberto Matta entre 1944 y 1945.


Arquitecto, humanista, pintor y poeta, el chileno Roberto Matta Echaurren (Santiago, 1911 - Civitavecchia, Italia, 2002) está considerado como uno de los grandes pintores surrealistas. Esta singular tela en particular, refleja su adhesión al movimiento y su estrecha proximidad con su fundador, André Breton.




EL POETA

“La poesía es el eco de la melodía del universo en el corazón de los humanos”. -Rabindranath Tagore.


El poeta intenta comunicar lo que es inexpresable; ambiciona encontrar una forma verbal con coherencia íntima y riqueza de matices, a través de la creación sosegada y constante de una estética propia que defina su labor, ha de autentificar su obra. A través de ese atrevimiento y esfuerzo por entenderse y hacerse entender, batalla por hallar, de alguna febril manera, la fórmula que le facilite la tarea. La explicación que podemos dar de esa intención por llegar al lector,  solo se puede dar, a través del contagio de la magia del arte que propulsa y genera con sus versos, y en imaginar lo improbable ya que no se escribe como se pretende sino cómo se puede, en “Un estado de aventura hacia lo absoluto” que diría el autor argentino Roberto Juarroz. Por eso la percepción de una idea originaria, es primordial en el hecho de ponernos a escribir recogiendo y poniendo sutilmente en letras que emocionen, la poesía que ya existe en la atmósfera que nos rodea ondeando sobre el itinerario del tiempo, sobre la historia de la humanidad, o de la misma naturaleza.

Atendiendo a lo dicho, la poesía ha de ser atractiva, bella y excelente en cuanto a la forma. Pero también despiadada y brutal según el contexto en que ésta nazca, así como creación irrepetible de novedoso hálito; y en lo creativo, que remueva, renueve y reanime sus significados estéticos en una labor permanente. Antonio Porchia, el gran maestro ítalo-argentino autor de “Voces”, escribe: “Sin misterio todo sería muy poco, tal vez nada”. Hay que hallar la forma, no siempre fácil, de quebrar el sentido del tiempo y del espacio; hay que ir esculpiendo el lenguaje, desde la voz de la sociedad, en un peregrinaje decidido, recabando constantemente información sobre el camino a seguir; y en ese viaje, eliminar incomodidades, piedras, arbustos caídos, todo tipo de obstáculos que impida el paso.

El poeta ha de centrarse en un proyecto incierto: teclado, pantalla, bolígrafo o pluma, sobre un espacio en blanco, iniciando así una deriva de escritura formando rasgos y líneas que pretendan ser versos, poemas que traspasen un concepto que pretende escaparse de dentro para resolverse fuera a través de inseguros vocablos, a los que hay que dar sentido, ritmo y sonoridad, dejándose llevar por la música interna traducida en palabras. Hay que engarzar trozos del ser, salvándolos del desvío y de la ansiedad del tiempo, conformándolos, entrelazándolos, intentando hallar su personal estilo y darle pleno sentido. Si no logramos esto, el poema será una irresolución, un acto fallido, quizás un pliego más en la papelera.

El poeta no debe esperar elogios. Ni siquiera reconocimientos ni remuneraciones. “Ser un poeta es una condición más que una profesión”, decía con acierto Robert Graves. El poeta ha de interrogar e interrogarse obrando por puro instinto de supervivencia anímica, desde la humildad. Como un artesano u obrero, laborando en los andamios de lo intrínseco; construyendo, reafirmando su propia cimentación psíquica, labor asociada a sus vivencias, irresoluciones, dudas y silencios. Con ello ha de intentar cubrir, con apresto, disciplina y técnica, sus necesidades, sabiendo que la poesía es un don y un hogar. El género, los útiles, el armazón, la argamasa simbólica, dependerán enteramente de su intuición y de su preparación. Luego deberá seguir buscando –dentro, fuera- para captar la materia inasible –como diría Juan Gelman- del lenguaje poético, a pesar de que como el mismo Gelman dice con empecinamiento, la poesía es más una fuente de insatisfacción que otra cosa, ya que nunca se llega a atrapar a fondo su esencia, único motivo tal vez para seguir intentándolo…

“El poeta es un loco perdido en la aventura” Paul Verlaine

Dicen que la poesía es una frustración más, una manera de renacer, de resolver tensiones y trastornos, de sobrellevar la vida ante el mundo hostil sobreviviendo a la desdicha y al fracaso, una manera de buscar lo imposible; y dicen también que se transmuta  en una fascinante fuerza del azar que nos sacude las conciencias en pos de la libertad. Es, la poesía, un perpetuo misterio de vida.  Pero que nos toca la médula, que nos hace llegar hasta lo más profundo de  nuestro destino hurgando en todo aquello que somos, más allá de las palabras, de la ética, de los valores que creemos poseer; la poesía ha de hacernos ver lo esencial, eso que con frecuencia olvidamos, aspectos que aparentemente están ausentes pero que permanecen, sin nominación posible, en nuestras conciencias.

        
Barcelona.-2009
©Teo Revilla Bravo.











lunes, 5 de febrero de 2018

Francis Bacon


"Estudio del retrato del Papa Inocencio X. de Velázquez, por el pintor Francis Bacon en 1953









Francis Bacon

"Cuanto más violentamente se siente la vida, más consciente se es de la mortalidad".


Este singular pintor irlandés, uno de los más trascendentes del siglo XX, es uno de mis artistas preferidos, uno de los que más me llaman la atención. Caí pronto en las redes que tendió en mí el embrujo de sus obras, quizás por no ser artista de medianías –se le ama o se le rechaza-, sí de intensa mirada y no menos apasionada  y sutil pincelada. Su trabajo es una inmersión hacia el lado más oscuro y retorcido del alma humana, algo que perturba y descoloca a cualquier espectador. Lo demuestran sus retratos de rostros que coloca desde diferentes lados deformados, dislocados o desarticulados, lo que hace entrever que fue un ser tendente a la autodestrucción intencionada, que presentaba sus obras de forma indefinible como llegadas de una prolongada pesadilla. Dejó dicho: “No somos más que carne acercándose lenta pero inevitablemente a la putrefacción”. Pues, eso: cruda y dura reflexión.

Transgresor con su vida y con su pintura, Bacon no hizo otra cosa que pincelar sus obsesiones con gran atino artístico. Por otra parte, fue un gran apasionado del arte de Picasso, algo que  sería muy significativo y determinante (al parecer tuvo un encuentro revelador con la obra del pintor español cuando visitó la exposición Cent dessins par Picasso en la galería Paul Rosenberg de París; esta visita fue tan impactante, que le llevó a tomar la decisión de iniciar su carrera como pintor). Pero también influyeron en él Van Gogh y pintores que les precedieron como Degas, Manet, Gauguin, Seurat, Matisse y, yendo más hacia atrás en el tiempo, el gran Velázquez. 

Lo de Velázquez fue un gran deslumbramiento para Bacon, un verdadero enamoramiento. Así lo demuestra el deslumbramiento que tuvo con la pintura que realizó Velázquez en 1650 del Papa Inocencio X, un momento clave en su obra donde ya reúne ideas pictóricas sobre la angustia y la expresión atormentada. En torno a este magistral cuadro llegó a efectuar más de cincuenta obras, lo que demuestra su fuerte obsesión por el pintor sevillano. También tuvo fascinación por otros clásicos de la pintura española como Zurbarán, El Greco o Goya, artista este último al que admiró ampliamente en el Museo del Prado, un museo que amaba tanto que pidió,  tras ver la muestra retrospectiva organizada en 1990 sobre la obra velazqueña, poder visitarlo en solitario, pocos años antes de su muerte

Francis Bacon falleció en una visita a Madrid en 1992, y a pesar de que nunca mantuvo una residencia estable en España, sí se conocen estancias largas en Málaga, así como visitas a Sevilla, Utrera y el mismo Madrid. Emblemático, figurativo, perturbador, ambiguo, genial, único. Un pintor para siempre.



Barcelona, enero de 2018. 
©Teo Revilla Bravo.





jueves, 1 de febrero de 2018

AL DESPERTAR

"Despertar de Madrugada", obra de Joan Miró, año 1.941






AL DESPERTAR


Al despertar, el silbo de una alargada risa
he creído poder retener. Una risa sorprendente
e indescifrable que abarcaba todas las geografías
del planeta, inscrita en el inhábil latido
del corazón como encantada hechicera de la noche.
Que en algún momento me estremecí al sentirla,
no estoy seguro,  pero sí que algo grande sucedió
trabando mi destino onírico, algo que invadió
mi contextura, risa percutida, afinada,
cantada desde el silencio sin esgrimir actitudes
ni detalles; pura en sí, honda, alocada, densa
como grandioso germinal grano de mies.

Al despejarme e intentar perpetuar lo sucedido,
pensé:
           ¿Merece la pena vivir sintiendo que durmiendo
olvido atónito haber vertido inquieto y desasosegado
amargas lágrimas, que soy para mí mismo en conjunto
un perfecto -demencial- azaroso desconocido?

Indefinido, confuso tiempo…



“SOLEDADES” (Provisional)
 Cuaderno  XVIII ( 2013 al 2014)
©Teo Revilla Bravo