"Estudio del retrato del Papa Inocencio X. de Velázquez, por el pintor Francis Bacon en 1953
Francis Bacon
"Cuanto más violentamente se siente la
vida, más consciente se es de la mortalidad".
Este singular pintor irlandés, uno de los más
trascendentes del siglo XX, es uno de mis artistas preferidos, uno de los que
más me llaman la atención. Caí pronto en las redes que tendió en mí el embrujo
de sus obras, quizás por no ser artista de medianías –se le ama o se le
rechaza-, sí de intensa mirada y no menos apasionada y sutil pincelada. Su trabajo es una inmersión
hacia el lado más oscuro y retorcido del alma humana, algo que perturba y
descoloca a cualquier espectador. Lo demuestran sus retratos de rostros que coloca desde diferentes lados deformados, dislocados o desarticulados, lo
que hace entrever que fue un ser tendente a la autodestrucción intencionada, que presentaba sus obras de forma indefinible como llegadas de una prolongada
pesadilla. Dejó dicho: “No somos más que carne acercándose lenta pero
inevitablemente a la putrefacción”. Pues, eso: cruda y dura reflexión.
Transgresor con su vida y con su pintura, Bacon no
hizo otra cosa que pincelar sus obsesiones con gran atino artístico. Por otra parte, fue un gran apasionado
del arte de Picasso, algo que sería muy
significativo y determinante (al parecer tuvo un encuentro revelador con la
obra del pintor español cuando visitó la exposición Cent dessins par Picasso en la galería Paul Rosenberg de París; esta visita fue tan
impactante, que le llevó a tomar la decisión de iniciar su
carrera como pintor). Pero también influyeron en él Van Gogh y pintores que les
precedieron como Degas, Manet, Gauguin, Seurat, Matisse y, yendo más hacia
atrás en el tiempo, el gran Velázquez.
Lo de Velázquez fue un gran deslumbramiento para
Bacon, un verdadero enamoramiento. Así lo demuestra el deslumbramiento que tuvo
con la pintura que realizó Velázquez en 1650 del Papa Inocencio X, un momento clave en su
obra donde ya reúne ideas pictóricas sobre la angustia y la expresión atormentada.
En torno a este magistral cuadro llegó a efectuar más de cincuenta obras,
lo que demuestra su fuerte obsesión por el pintor sevillano. También tuvo
fascinación por otros clásicos de la pintura española como Zurbarán, El Greco o
Goya, artista este último al que admiró ampliamente en el Museo del Prado,
un museo que amaba tanto que pidió, tras ver la muestra retrospectiva organizada en 1990 sobre la obra velazqueña, poder visitarlo en solitario, pocos años
antes de su muerte
Francis Bacon falleció en una visita a Madrid
en 1992, y a pesar de que nunca mantuvo una residencia estable en España,
sí se conocen estancias largas en Málaga, así como visitas a Sevilla, Utrera y
el mismo Madrid. Emblemático, figurativo, perturbador, ambiguo, genial, único. Un pintor para siempre.
Barcelona, enero de 2018.
©Teo Revilla Bravo.
Otro personaje interesante nos presentas, amigo. Es de agradecerte. Gracias, por regalarnos cultura.
ResponderEliminarAbrazos
Muchísimas gracias, apreciado amigo José. Como soy aficionado a la pintura y como pintor que lo intenta, estos artistas me atraen poderosamente.
ResponderEliminarUn fuerte y largo -hasta Cuba- abrazo.
Lo defines bien, oscuro y retorcido, a mí es a una que la descoloca. Su colorido, esas formas deformes como si quisieran escaparse de si mismos me producen mucho nervio.
ResponderEliminarBesitos
Indiferente no deja, la verdad, Karyn. Fue un gran provocador con sus pinceles, gran trasgresor también con su vida. En tal caso, un pintor hoy por hoy imprescindible.
ResponderEliminarFuerte abrazo.
Otra vez, gracias, Teo, por estos apuntes sobre Bacon que de un plumazo a su obra y un algo a su alma. Abrazo.
ResponderEliminarGracias a ti Mauricio, por tus visitas, por tus atenciones y comentarios. El pintor, Bacon, fue singular, fue genial.
ResponderEliminarUN abrazo.