ENTRE PALABRAS Y SILENCIOS

jueves, 8 de febrero de 2018

EL POETA


Una de las tres versiones de "Le poète (Un poète de notre connaissance)". Fue creada por Roberto Matta entre 1944 y 1945.


Arquitecto, humanista, pintor y poeta, el chileno Roberto Matta Echaurren (Santiago, 1911 - Civitavecchia, Italia, 2002) está considerado como uno de los grandes pintores surrealistas. Esta singular tela en particular, refleja su adhesión al movimiento y su estrecha proximidad con su fundador, André Breton.




EL POETA

“La poesía es el eco de la melodía del universo en el corazón de los humanos”. -Rabindranath Tagore.


El poeta intenta comunicar lo que es inexpresable; ambiciona encontrar una forma verbal con coherencia íntima y riqueza de matices, a través de la creación sosegada y constante de una estética propia que defina su labor, ha de autentificar su obra. A través de ese atrevimiento y esfuerzo por entenderse y hacerse entender, batalla por hallar, de alguna febril manera, la fórmula que le facilite la tarea. La explicación que podemos dar de esa intención por llegar al lector,  solo se puede dar, a través del contagio de la magia del arte que propulsa y genera con sus versos, y en imaginar lo improbable ya que no se escribe como se pretende sino cómo se puede, en “Un estado de aventura hacia lo absoluto” que diría el autor argentino Roberto Juarroz. Por eso la percepción de una idea originaria, es primordial en el hecho de ponernos a escribir recogiendo y poniendo sutilmente en letras que emocionen, la poesía que ya existe en la atmósfera que nos rodea ondeando sobre el itinerario del tiempo, sobre la historia de la humanidad, o de la misma naturaleza.

Atendiendo a lo dicho, la poesía ha de ser atractiva, bella y excelente en cuanto a la forma. Pero también despiadada y brutal según el contexto en que ésta nazca, así como creación irrepetible de novedoso hálito; y en lo creativo, que remueva, renueve y reanime sus significados estéticos en una labor permanente. Antonio Porchia, el gran maestro ítalo-argentino autor de “Voces”, escribe: “Sin misterio todo sería muy poco, tal vez nada”. Hay que hallar la forma, no siempre fácil, de quebrar el sentido del tiempo y del espacio; hay que ir esculpiendo el lenguaje, desde la voz de la sociedad, en un peregrinaje decidido, recabando constantemente información sobre el camino a seguir; y en ese viaje, eliminar incomodidades, piedras, arbustos caídos, todo tipo de obstáculos que impida el paso.

El poeta ha de centrarse en un proyecto incierto: teclado, pantalla, bolígrafo o pluma, sobre un espacio en blanco, iniciando así una deriva de escritura formando rasgos y líneas que pretendan ser versos, poemas que traspasen un concepto que pretende escaparse de dentro para resolverse fuera a través de inseguros vocablos, a los que hay que dar sentido, ritmo y sonoridad, dejándose llevar por la música interna traducida en palabras. Hay que engarzar trozos del ser, salvándolos del desvío y de la ansiedad del tiempo, conformándolos, entrelazándolos, intentando hallar su personal estilo y darle pleno sentido. Si no logramos esto, el poema será una irresolución, un acto fallido, quizás un pliego más en la papelera.

El poeta no debe esperar elogios. Ni siquiera reconocimientos ni remuneraciones. “Ser un poeta es una condición más que una profesión”, decía con acierto Robert Graves. El poeta ha de interrogar e interrogarse obrando por puro instinto de supervivencia anímica, desde la humildad. Como un artesano u obrero, laborando en los andamios de lo intrínseco; construyendo, reafirmando su propia cimentación psíquica, labor asociada a sus vivencias, irresoluciones, dudas y silencios. Con ello ha de intentar cubrir, con apresto, disciplina y técnica, sus necesidades, sabiendo que la poesía es un don y un hogar. El género, los útiles, el armazón, la argamasa simbólica, dependerán enteramente de su intuición y de su preparación. Luego deberá seguir buscando –dentro, fuera- para captar la materia inasible –como diría Juan Gelman- del lenguaje poético, a pesar de que como el mismo Gelman dice con empecinamiento, la poesía es más una fuente de insatisfacción que otra cosa, ya que nunca se llega a atrapar a fondo su esencia, único motivo tal vez para seguir intentándolo…

“El poeta es un loco perdido en la aventura” Paul Verlaine

Dicen que la poesía es una frustración más, una manera de renacer, de resolver tensiones y trastornos, de sobrellevar la vida ante el mundo hostil sobreviviendo a la desdicha y al fracaso, una manera de buscar lo imposible; y dicen también que se transmuta  en una fascinante fuerza del azar que nos sacude las conciencias en pos de la libertad. Es, la poesía, un perpetuo misterio de vida.  Pero que nos toca la médula, que nos hace llegar hasta lo más profundo de  nuestro destino hurgando en todo aquello que somos, más allá de las palabras, de la ética, de los valores que creemos poseer; la poesía ha de hacernos ver lo esencial, eso que con frecuencia olvidamos, aspectos que aparentemente están ausentes pero que permanecen, sin nominación posible, en nuestras conciencias.

        
Barcelona.-2009
©Teo Revilla Bravo.











6 comentarios:

  1. Muy bueno, amigo. Interesante y de mucho merecer.

    Abrazos

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    1. Tus palabras son puro aliento, amigo Jasé, siempre tan atento. Muchísimas gracias, que tengas un grato fin de semana.

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  2. Poco se puede agregar a este gran escrito, la poesía se puede aprender, pero solamente aquellos que la viven y sienten como parte de su propia existencia son los elegidos para hacerla sentir a los demás. Al menos ese es mi pensamiento y tú, eres un elegido.
    Besitos.

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    1. Gracias, Karyn. Certeras palabras a mi modo de ver, con todo el sentido que el escrito pretende darle. Creo que la poesía debe estar unida firmemente a la existencia de cada ser humano; es la mejor manera de ver y sentir este universo al que llamamos vida.
      Abrazos.

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  3. No me ha convencido nunca el rabino Tagore; y no por el panteísmo, del que soy amigo. Si le das una vuelta a su expresión, me siento más cercano: "El eco del corazón humano en la melodía..." Esa universalidad apetecida no está en el corazón del universo, ni siquiera en el humano, sólo es un deseo, un prurito, un reconcome...

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    1. No te lo voy a discutir, Mauricio: a veces nos quedamos con las palabras fáciles que nos parecen bellas y bien pronunciadas, sin llegar al fondo del asunto por comodidad; tú lo haces y cuestionas, aportando un atractivo cambio de sentido a la frase. Gracias

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