OTOÑO
El otoño se mueve y remueve. Está aquí.
Al lado mismo entre la ventana de la casa
y el monte azulado y verdoso que tras ella
se respira. Está entre el sol y la lluvia
que nos moja, está entre las verdes colinas.
Es un otoño sin rima ni perfume ni rama
alegre y movida en el árbol. Con escarcha
y frío mañaneros. Algo tristón y yerto
como el sentimiento y la helada sangre,
como si no llegara o quisiera llegar a ser.
Este otoño cruza el valle y lo inunda todo
de murmullos penetrantes. Lo siembra
de extraña fuerza, de brisas y temblores,
presagios quizás de una muerte de fuerza
extraña y ternura viva, otoño anhelante
de nuevos albores al asomar por entre
las cortezas viejas de los grandes abedules.
No así el poeta —con el silencio a sus espaldas—
escribiendo destemplados versos a la luna
de Valencia, que ni llegan, ni se filtran,
ni nacen, ni los recoge ni entiende nadie...
EMERGEN LAS PALABRAS
Cuaderno XXIII
© Teo Revilla Bravo