EL DESCONCIERTO
cuando pasa al lado —curvo firmamento,
belleza, sombra de gozoso dolor— el amor,
sabiendo que se van reteniendo los frutos,
la lozanía de un cuerpo dejándote, campante,
en los entresijos mudos —repletos de tierna aridez
y secretos— del dolido corazón.
Vano momento morosamente
incierto
en su verdad, en el enojo que se ha apoderado
de ella temiendo perderse y perderte encerrada
en el fondo de un oscuro e inmóvil laberinto.
Mientras contempla el roto espejo donde su rostro
con lágrimas pegadas en los ojos en invasora
plenitud de soñoliento horizonte se desarregla,
siente, expresado en imposible grito, el fatal dolor.
Hervor de lamentos. Encrucijada de nervaduras,
silencios y crujidos, trizas de un fracturado
desconcierto.
BROTAN LAS PALABRAS
Teo
Revilla Bravo