Scriptorium medieval
Documentos muy valiosos para la humanidad, se conservaron en estos scriptoriums de los monasterios de la Edad media. Hay obras intactas de Platón, Esopo, Homero, de clásicos latinos así como libros de medicina. También se llevaron a cabo trabajos importantes de traducción de textos musulmanes, vertidos a su vez al árabe de los clásicos originales griegos.
CAMBIOS EN LA FORMA DE ENTENDER EL ESTUDIO Y LA LECTURA
Ha pasado tiempo, muchos siglos, desde que la escritura
dejó de ser un simple rulo de papel para convertirse en códice, conjunto de
hojas bastante similar a lo considerado hoy como libro. De este modo se pudo
acceder más fácilmente a la lectura de un tema preciso, facilitando el manejo,
la consulta, el escrito y el estudio, del aplicado monje conventual. Poco a
poco, como era de prever, llegaron las mejoras, la separación de palabras en
mayúsculas y minúsculas, los puntos, las comas, el resto de signos, que
hicieron de la lectura algo cómodo abriendo puertas a la búsqueda rápida de
información.
Hoy en día, con la aparición de las pantallas,la forma de leer textos ha cambiado
considerablemente. Un hecho sorprendente que
ha alterado el concepto que teníamos de la lectura hasta hace bien poco. Formas
novedosas, a la que algunos nos resistimos, gozosos de seguir tocando papel.
Pero no dejan de ser un gran adelanto en la aprehensión de conocimientos y de consultas
puntuales. La pantalla no es solo un cambio de soporte, es también y sobre todo,
una profunda modificación en el modo de organizar contenidos, muy diferente a
lo que es consultar enciclopedias o diccionarios, algo que va quedando en
desuso. Las pantallas nos llevan a poder consultar grandes textos, vinculados
entre sí de tal modo que las unidades pueden leerse en distinto orden
permitiendo el acceso por diferentes rutas.
¿Qué conlleva todo esto? Se supone que una nueva
alfabetización escolar y social, no lineal, sino en red –o arbórea como se dice
ahora-, apoyándose en elementos icónicos que ayuden a la comprensión más
efectiva, se supone, de manejar la enseñanza. Internet contiene más lenguaje
escrito, que todas las bibliotecas del mundo juntas. Ayuda al lector curioso, al
estudiante, al investigador, a bucear por un mar inagotable, a la vez que a moverse,
evaluar, interpretar y adquirir, una dimensión social diferente al relacionar a
la persona con el resto del mundo. Lo estamos viendo en la educación de
nuestros hijos y nietos. El alumno hoy necesita tener habilidades nuevas para interactuar con aportaciones propias y
recoger conocimientos expuestos por otros, confiriéndose de este modo una
identidad digital de intereses, opiniones, razonamientos, etc. El concepto de
enseñanza se ha vuelto amplio, y el aprendizaje que antes se hacía esporádicamente
en aulas de informática, se ha convertido en un acceso continuado a Internet,
tanto en las aulas, como en las bibliotecas.
¿Cuál es el problema de todo esto? ¿Qué es lo que puede
llevarnos a ser algo pesimistas? A mi juicio -y al de tantos supongo-, el hecho
de que se está perdiendo la capacidad de concentración, de profundizar en
textos de considerable extensión y enjundia, de usar algo más la cabeza. La
falta de tiempo y la rapidez en llegar a todo se ha impuesto de tal manera, que
la paciencia flojea. Internet está cambiando las maneras de vivir y sentir la
lectura. Todo camina hacia un mundo intelectual más superficial o simplificado,
hacia la distracción y el consumo
inmediato ya que a través de Internet es más cómodo solucionar las cuestiones
que se plantean. Hasta la escritura, contagiada por este ritmo frenético, se ha
vuelto vertiginosa en su forma de contar historias, relatos o poemas. Las
frases largas no están de moda, abundan las maneras telegráficas. Se dice que
para hacer los textos ligeros, ágiles, atractivos y fáciles de leer. Adiós,
querido Proust, querido Joyce, querido Balzac, querido Stendhal. Habría que
extraer deducciones y conclusiones de todo esto, puesto que no se ha
profundizado debidamente en lo que comportan en el ser ni en la cultura estos
cambios, ni en cómo usarlos de la mejor manera para salvaguardar el poder de pensar. Las nuevas tecnologías nos ayudan a
buscar con premura, pero nos apartan del reflexionar cuidadosamente. Nos
robotizaremos a marchas forzadas si no ponemos cuidado y repensamos todo esto.
Tenemos una enorme responsabilidad ante el rumbo multicultural y globalizado
que nos toca vivir, y es la de hacerlo humanamente de la mejor manera. Lejos
queda aquel monje copista, donde la elitista palabra del magister era sagrada.
Barcelona, mayo del dos mil veinte.
©Teo Revilla Bravo.