ENTRE PALABRAS Y SILENCIOS

jueves, 21 de mayo de 2020

¿QUÉ BUSCA EL ARTISTA?



"El taller del pintor" Obra de Johannes Vermeer de Delft. 

La fineza, la sutileza, la penetración mágica al crear instantáneas de la vida cotidiana, formaron los magistrales interiores que hoy admiramos en este pintor, cumbre del barroco holandés a la par que Rembrandt aunque su obra fuese descubierta más tarde, concretamente en el siglo XIX. 








¿QUÉ BUSCA EL ARTISTA?


¿Qué buscan los artistas si la belleza no es más que un espejismo que no se puede alcanzar, si la imitación servil de la realidad no es más que una vana tarea de engreído iluso? Tal vez busquen la verdad a través de su verdad. La que cada uno lleva en sí, fragmentada pero exigente, trabajada sin descanso ni claras certezas. Una verdad de lo que es y no es aún, de la presencia y de la ausencia de la idea, de lo posible e imposible a realizar, de lo visible y lo invisible latente, de lo conocido y lo desconocido, que todo eso es epítome de arte. El artista, en su conciencia lúcida, pretende ir hacia una realidad total, que no puede abarcar puesto que es algo reservado a los dioses. Hijos de ellos, todo ser, en algún momento, nota la nostalgia y necesidad de apresar esa totalidad imposible. Lo que distingue al artista, no es su mayor sensibilidad, sino su capacidad de expresión, pero topa con límites.

¿Qué queda, pues? Aquí, allá, -lápiz, papel, pincel, espátula, cincel-, un hombre solo atento y lúcido ante el infinito, presa de la dificultad de ser, situado en el estrecho punto de intersección entre la delgada línea del tiempo que habita y la magna corriente de sensibilidad universal presentida. El artista, en su pasión por la plenitud, navega por el océano -perdido o naufragado- de las obras vivas o muertas que nacieron entre las miles de formas que ofrece la quimera, obstinado en llegar a puerto y presentar -raro orfebre de la intimidad-  el rostro imposible de la verdad. 



Barcelona, a veintiuno de mayo del 2020.
©Teo Revilla Bravo.







martes, 19 de mayo de 2020

EL DESEO COMO PROYECCIÓN ARTÍSTICA



Obra de Marta Fábregas i Aragall










EL DESEO COMO PROYECCIÓN ARTÍSTICA


El deseo, es el motor que revoluciona la voluntad creadora. Sin deseo no surge la semilla, no hay germen, ni emotividad, ni puesta en marcha, ni proyección; no hay ilusiones, sueños, imágenes, ambiciones, esfuerzos, logros. Pero el deseo por crear, también cuesta como todo en la vida, un largo y a veces complicado aprendizaje. Hay que llegar a saber el qué y el por qué, poniendo la voluntad a prueba, intentando estructurarla y sacarle el mejor partido posible, ya que no es instintiva cien por cien ni es solamente una pulsión subjetiva. El deseo, en el sentido expreso que se plantea aquí, es un aprendizaje de índole lúdico y cultural. Algo a regular, modelar, canalizar y organizar, para sacarle -a través del trabajo y la constancia- el mejor partido posible.
El sistema capitalista y consumista nos vende vanos deseos a cada instante. Los inventa y regula para sus fines, globalizándolos y distorsionándolos según intereses, llegando a nuestras vidas como monstruos devoradores de fantasías que no controlamos. Y lo hace a través de una red propagandística, perfectamente canalizada para provocar la sed de novedades, aún convencidos de que se desvanecerán en la gloria ilusoria de la nada. Crean expectativas que esclavizan, inyectando en el cerebro la ansiedad por adquirir más cosas, más novedades supuestamente mágicas y necesarias. El producto, impuesto por la maquinaria manipuladora, funciona sin descanso, creando maniqueas exigencias que nos conducen irremediablemente a ser borregos dependientes incapaces de ver más allá de nuestras narices. De tal deshumanización, líbrenos dios si no somos capaces de hacerlo nosotros.
El deseo, como espacio de proyección artística –siempre que no intervenga la especulativa acción del mercado-, debería significar todo lo contrario: un albedrío emocional, un profundo respiro, una sensación de libertad que vivir, un asombro iconográfico. De tal modo que el interrogante que nos plantea el hecho cultural, oficial o de mercado, las especulaciones sobre la propia identidad y género, la fenomenología, la razón y las poéticas surgidas y compartidas, nos lleven a positivas conveniencias connaturales satisfaciendo la innata curiosidad del ser humano. Hay que establecer y estrechar puentes entre el presente y el pasado, ir construyendo la conciencia artística y educacional, la afanosa experiencia de crear e interpretar. Vivimos momentos de grandes cambios. Se producen con tal rapidez, que no tenemos tiempo de asumirlos, se precipitan rápidamente al vacío. Así, por el artificio del pronto desgaste, se  crea la ansiedad de obtener más. Con estas inferencias en las mentes, es difícil orientarse y sentirse miembro de una agrupación artística que avance con naturalidad. Hay que frenar impulsos, saber leer las propuestas y elegir, pues es mediante el arte y el sosiego que podemos hallar respuestas que cubran necesidades colectivas. Explorar nuevos rumbos, hallar la miscelánea donde los impulsos personales dejen huella determinante, saber interpretar lo que sucede a nuestro alrededor con la mayor claridad, es, en arte, lo deseable. 

Barcelona.-Marzo.-2013. 
©Teo Revilla Bravo.






lunes, 18 de mayo de 2020

LA BRISA



"Brisa marina" Paisaje griego.  2001. Obra de mí autoría. 









LA BRISA



Existencia. Regiones amplias. Intensidad
donde se ensancha la brisa, supremo
momento de prometedora vivencia.
Ahí, dispersa y deslumbrada, el alma.

Lo interno pugna por salir. Abrirse
camino entre las ruinosas columnas
vertebrales, ir hacia la real presencia
de la claridad que insegura escapa.

Agrupados, los pensamientos se abren
paso a paso en el quehacer cotidiano.
Siembran soles. Se abren a la esperanza,
vívido enlace entre la ilusión que escapa
y el turbulento instante que se los lleva.

Embravecida esperanza. La luz despierta
sentimientos de lucha por subsistir.
Catedral interminable donde la unión
de los hombres crece como porosa
esponja deslizándose con suavidad
por el eterno tobogán  de la fraterna
poética ilusión.

¿A dónde nos llevará esta indecisa brisa  
que repunta en la tarde llevándose pertinaz
los sonidos de las adormecidas notas
brotadas del templado piano de tu sonrisa?



 OCÉANOS DE LUNA
(Cuaderno  VIII. (1984-1987)
©Teo Revilla Bravo.






viernes, 15 de mayo de 2020

TRILCE.



"César Vallejo" obra realizada por el artista leonés Ricardo Ranz.








TRILCE.


Trilce es una palabra que surge, sorpresivamente, el año 1922, fruto de la inspirada imaginación del poeta peruano César Vallejo. Lo hace dando título a un libro, revolucionario en la poesía vanguardista de su tiempo. La palabra, al no querer decir nada concreto, parecía llegar del mismo vacío, lo que le da relevancia, curiosidad, y misterio. Aunque hay quienes han sacado derivaciones de la misma, pretendiendo hacernos creer que su origen está ligado a las palabras triste y dulce.

Trilce es una obra prodigiosa, audaz, radical, que aún hoy sigue marcando e inspirando trabajos de gente joven. Tras permanecer treinta años postergada en el olvido de las editoriales, se ha vuelto a reeditar cubriendo un espacio necesario –como el de tantos escritores y poetas esenciales-, para la permanencia del valor de su contenido, paradigma y ejemplo para muchos: sus versos siguen rezumando actualidad.

Trilce es un poemario que se resiste a aclarar e incluso mencionar la realidad, rompiendo con la lógica gramatical, en un intento por redimir un mundo caracterizado por lo precario e insustancial. Es, mediante el lenguaje, que debemos definir ese mundo. El poeta peruano, se aplicó en ello.

¿Qué es Trilce? ¿Un verbo, un adjetivo, un nombre común, un sinsentido? No  queda muy claro. En todo caso, un enigma. Una forma de sentir la poesía que algunos poetas de lo más heterodoxos de la generación del 27 como el nobel Aleixandre o el inmenso Gerardo Diego adoptaron con entusiasmo, dispuestos a cuestionar la lógica y la razón impuestas en las letras castellanas de su tiempo, abordando de este modo, verso a verso, la crisis del sujeto y la posición misma del lenguaje. Desestabilizaron, de este modo, presupuestos culturales que sentían les dejaban solos, escindidos, varados ante la angustia que les ocasionaba el devenir. A través de su labor sentimos hoy que Trilce nos alerta sobre la importancia de explorar e indagar, utilizando la crisis del lenguaje, de manera que huyendo de lo sencillo, del desengaño, de la racionalidad, de la mediocridad, de la desilusión, ayude al poeta a exponer con sus letras las preocupaciones más relevantes del ser humano.

Trilce, a través de su evidente hermetismo –hay que releer los versos hasta hacerlos propios-, reclama una conciencia ética, al estar fragmentada su realidad en las mismas ruinas que habita. El poeta, al sentirse huérfano de certidumbres, siente que ha de ir construyéndolas en un anhelo por  alzar la voz y dejarse oír.



Barcelona, a quince de mayo del 2020. 
©Teo Revilla Bravo.




Dejo el poema número LX.


Es de madera mi paciencia,
sorda, vegetal.
Día que has sido puro, niño, inútil,
que naciste desnudo, las leguas
de tu marcha, van corriendo sobre
tus doce extremidades, ese doblez ceñudo
que después deshiláchase
en no se sabe qué últimos pañales.
Constelado de hemisferios de grumo,
bajo eternas américas inéditas, tu gran plumaje,
te partes y me dejas, sin tu emoción ambigua,
sin tu nudo de sueños, domingo.

Y se apolilla mi paciencia,
y me vuelvo a exclamar: ¡Cuándo vendrá
el domingo bocón y mudo del sepulcro;
cuándo vendrá a cargar este sábado
de harapos, esta horrible sutura
del placer que nos engendra sin querer,
y el placer que nos Destierra!







martes, 12 de mayo de 2020

LA FIESTA



"La fiesta", obra del pintor valenciano Ignacio Pinazo Camarlench. Museo del prado.








LA FIESTA

Lienzos luminosos, surgidos del ancho
cielo, envuelven la atmósfera.
Dirigen a los habitantes de los calcáreos
cráteres del sin sentido y del ahogo,
hacia la gloria abierta del día claro.

El silencio impuesto se aovilla
en el olvido de la oscuridad,
y  luz y color descubren la fiesta
ataviándola de alegría y belleza.

Azules, rojos, verdes, amarillos,
como ágiles dedos descubren
la música:
               Todos, a modo de grey,
bailan enardecidos y hermanados.

Creció, ciclópeo de versos y ritmos,
el sonido admirable  de los instrumentos
maravillosos, alentando ilusiones.

Flores, canciones,  voces, gestos,
ríos de música  y mieles desbordadas  
de fecundos panales, anunciaron
anteproyectos  de  felicidad...

……………………………………………..

Se extingue la luz del día agrietada
por la hora que anuncia el inevitable
crepúsculo de horror y llanto.
Llega, indiferente, la erupción del magma.
El cono del desajuste vital, tras la descarga,
engulle la fiesta de la libertad,
cañón abajo se la lleva hacia el inútil  
almacén de  los secretos no revelados.



OCÉANOS DE LUNA
(Cuaderno  VIII. (1984-1987)
©Teo Revilla Bravo.





viernes, 8 de mayo de 2020

LA OBRA DE ARTE



"La dama del armiño" (Cecilia Gallerani) 1496. Leonardo da Vinci.









LA OBRA DE ARTE

La obra de arte ha de ser viveza evocadora, terreno fértil para la experimentación, donde germine desde la sencillez y la delicadeza poética más íntima y comprometida, lo que sorprende o maravilla. La obra de arte ha de explorar el trazo mágico - intrepidez que surge de la mano del artista-, desde el asombro y valentía. Éste ha de intentar hallar el efecto calidoscópico que asegure la magia, situando al posible espectador ante el terreno de lo sorprendente en su encuentro con las coordenadas de la libertad creadora. El artista ha de explorar nuevas vías, en viaje imparable e incomparable, sabedor de que las visiones cambian con rapidez moviéndose determinantes hacia el futuro, alteradas por efectos comunicantes -estímulo revelado- con cada aliento, con cada entidad plástica lograda.
Hallar el tempo ideal donde colocarse ante el vacío  y quedarse en silencio alejados de todo ruido, es primordial. Ahí siente cómo se expresa la nada absoluta ante los abiertos ojos que observan la materia. El artista entra en ese lugar -o limbo-, dirigiéndose hacia un logro indeterminado que le llama y abstrae. Cómo poco a poco va dejando caer las runas, a manera de hechicería, para iniciar la aventura de encontrarse con algo sorprendente que le acerque a un ideal creativo. En mi caso particular, de apegado aficionado más que pintor profesional, el mismo vacío propicia un inicio sin esbozos previos. Algo parecido a lo que decía el pintor dibujante y grabador, Avigdor Arikha (Bucovina, 1929-París, 2010): “El instante no se repite si lo retocas, ya que lo desorganizas en algún sentido, yo no puedo permitirme dar marcha atrás”. La cuestión es, una vez iniciada la primera raya de lápiz o mancha de pincel, poder lograr llegar, a través de un trabajo constante, ilusión y esfuerzo, a una obra cada vez más depurada, personal, y cualificada. Hay que convertir la actitud ante la obra en un registro de momentos irrepetibles, donde se guarden tensiones y se sufra con el esfuerzo con el fin de lograr el gozo posterior de lo admirable  metamorfoseado en una poética de la plasticidad.
Toda persona en mayor o menor medida tiene la posibilidad de desarrollar arte, si  ahuyenta miedos al fracaso. Nadie debe frustrarse ante el intento, si se afana con honestidad y vivacidad. Dudas y fracasos, son necesarios, forman parte inevitable del aprendizaje. Ahí está el espacio y el silencio; ahí, el artista, ante el reto y la serenidad que logre impactar al espectador. Medios sugerentes, yuxtaposición de formas, metáforas y colores, lenguajes del alma que ofrecen veracidad a lo realizado. Para ello hay que lograr tener un estilo propio y una capacidad e intuición,  fuertes, atractivas, emanantes, extraordinarias.
El papel del artista, ha de encajar en un carácter inconformista, inteligente, rápido, rebelde, intuitivo, contribuyendo a la agitación artística del momento que vive por bien del progreso cultural. El objetivo, a través del discurso expositivo de la obra, es lograr hacer reflexionar –aun no siendo a veces conscientes- sobre la realidad que nos envuelve, haciéndolo con pasión y entrega conscientes del valor de la naturaleza metafórica que debe poseer la obra. Se ha de ir, dejando surcos indelebles, con razón y corazón, fuerza, y a veces rabia. Cada obra ha de ser lúcida, singular, hermosa, pujante, misteriosa, necesaria, espejo o metáfora del maravilloso  mundo interior que posee el ser humano.

Barcelona.-Marzo.-2013.
©Teo Revilla Bravo.





miércoles, 6 de mayo de 2020

CUANDO LAS RAÍCES



"Hombre llorando".  Obra del pintor Safet Zac, 

Nacido en Rogatica, Bosnia-Herzegovina en 1943, pinta temas humanos con sensibilidad, fuerza, y con una gran carga sentimental. La luz, los colores que crea en sus obras son de una gran expresividad, plena de matices y detalles. 







CUANDO LAS RAÍCES


Cuando las raíces que te sostienen
ves desfallecer afligidas por la hora
de la bruma, el acto de sentir muere
de dolor exponiéndote  ante la ilógica
amenaza de la intempestiva furia.

La fiesta, volatinera exorcista
de ese instante plagiado de candor,
se apaga con la noche para abocarte
al fondo de sus ciegas fauces,
ignorancia acrobática de un vacío
que en ti crece y crece destructivo.

Pero la vida hay que llenarla poco
a poco de constelada luz arrancada
de rutilantes estrellas con corazón,
movidos por algo -un fragmento-
que se aproxime a la esperanza intentando
hacer vivir los sentimientos al ritmo
del gozo, periscopio prodigioso que repela
nebulosas de desesperación y pesar.


 OCÉANOS DE LUNA
(Cuaderno  VIII. (1984-1987)
©Teo Revilla Bravo.






lunes, 4 de mayo de 2020

CAMBIOS EN LA FORMA DE ENTENDER EL ESTUDIO Y LA LECTURA


Scriptorium medieval

      Documentos muy valiosos para la humanidad, se conservaron en estos scriptoriums de los monasterios de la Edad media. Hay obras intactas de Platón, Esopo, Homero, de clásicos latinos así como libros de medicina. También se llevaron a cabo trabajos importantes de traducción de textos musulmanes, vertidos a su vez al árabe de los clásicos originales griegos.   











CAMBIOS EN LA FORMA DE ENTENDER EL ESTUDIO Y LA  LECTURA


Ha pasado tiempo, muchos siglos, desde que la escritura dejó de ser un simple rulo de papel para convertirse en códice, conjunto de hojas bastante similar a lo considerado hoy como libro. De este modo se pudo acceder más fácilmente a la lectura de un tema preciso, facilitando el manejo, la consulta, el escrito y el estudio, del aplicado monje conventual. Poco a poco, como era de prever, llegaron las mejoras, la separación de palabras en mayúsculas y minúsculas, los puntos, las comas, el resto de signos, que hicieron de la lectura algo cómodo abriendo puertas a la búsqueda rápida de información.

Hoy en día, con la aparición de las pantallas,la forma de leer textos ha cambiado considerablemente. Un hecho sorprendente que ha alterado el concepto que teníamos de la lectura hasta hace bien poco. Formas novedosas, a la que algunos nos resistimos, gozosos de seguir tocando papel. Pero no dejan de ser un gran adelanto en la aprehensión de conocimientos y de consultas puntuales. La pantalla no es solo un cambio de soporte, es también y sobre todo, una profunda modificación en el modo de organizar contenidos, muy diferente a lo que es consultar enciclopedias o diccionarios, algo que va quedando en desuso. Las pantallas nos llevan a poder consultar grandes textos, vinculados entre sí de tal modo que las unidades pueden leerse en distinto orden permitiendo el acceso por diferentes rutas.

¿Qué conlleva todo esto? Se supone que una nueva alfabetización escolar y social, no lineal, sino en red –o arbórea como se dice ahora-, apoyándose en elementos icónicos que ayuden a la comprensión más efectiva, se supone, de manejar la enseñanza. Internet contiene más lenguaje escrito, que todas las bibliotecas del mundo juntas. Ayuda al lector curioso, al estudiante, al investigador, a bucear por un mar inagotable, a la vez que a moverse, evaluar, interpretar y adquirir, una dimensión social diferente al relacionar a la persona con el resto del mundo. Lo estamos viendo en la educación de nuestros hijos y nietos. El alumno hoy necesita tener habilidades nuevas para  interactuar con aportaciones propias y recoger conocimientos expuestos por otros, confiriéndose de este modo una identidad digital de intereses, opiniones, razonamientos, etc. El concepto de enseñanza se ha vuelto amplio, y el aprendizaje que antes se hacía esporádicamente en aulas de informática, se ha convertido en un acceso continuado a Internet, tanto en las aulas, como en las bibliotecas.

¿Cuál es el problema de todo esto? ¿Qué es lo que puede llevarnos a ser algo pesimistas? A mi juicio -y al de tantos supongo-, el hecho de que se está perdiendo la capacidad de concentración, de profundizar en textos de considerable extensión y enjundia, de usar algo más la cabeza. La falta de tiempo y la rapidez en llegar a todo se ha impuesto de tal manera, que la paciencia flojea. Internet está cambiando las maneras de vivir y sentir la lectura. Todo camina hacia un mundo intelectual más superficial o simplificado, hacia la distracción y el  consumo inmediato ya que a través de Internet es más cómodo solucionar las cuestiones que se plantean. Hasta la escritura, contagiada por este ritmo frenético, se ha vuelto vertiginosa en su forma de contar historias, relatos o poemas. Las frases largas no están de moda, abundan las maneras telegráficas. Se dice que para hacer los textos ligeros, ágiles, atractivos y fáciles de leer. Adiós, querido Proust, querido Joyce, querido Balzac, querido Stendhal. Habría que extraer deducciones y conclusiones de todo esto, puesto que no se ha profundizado debidamente en lo que comportan en el ser ni en la cultura estos cambios, ni en cómo usarlos de la mejor manera para salvaguardar el poder de  pensar. Las nuevas tecnologías nos ayudan a buscar con premura, pero nos apartan del reflexionar cuidadosamente. Nos robotizaremos a marchas forzadas si no ponemos cuidado y repensamos todo esto. Tenemos una enorme responsabilidad ante el rumbo multicultural y globalizado que nos toca vivir, y es la de hacerlo humanamente de la mejor manera. Lejos queda aquel monje copista, donde la elitista palabra del magister era sagrada.


Barcelona, mayo del dos mil veinte. 
©Teo Revilla Bravo.








viernes, 1 de mayo de 2020

SIN ESTRELLA



"Sin esperanza" Una obra de la pintora mexicana Frida Kahlo. 

Impactante obra de la artista mexicana. Parece ser que la falta de gana de comer, derivada de las muchas operaciones quirúrgicas que tuvo que soportar, la dejó muy  debilitada y delgada. Para superar este estado, la recetaron reposo completo, y una dieta a base de purés con el fin de que se restableciera.
La artista, en esta singular obra, intentó reflejar su enfado por lo que consideró una dieta forzada. El embudo, sostenido en esa estructura de madera  proyectado hasta entrar en su boca, así lo indica. Como lo hacen los brazos encerrados debajo de la manta, decorada con vida microscópica se supone que haciendo referencia a las infecciones que invadían un cuerpo al que se veía incapaz de controlar. Una situación, "Sin esperanza" a todas luces. 

En la parte posterior de la obra escribió la frase siguiente: "A mi no me queda ya ni la menor esperanza... Todo se mueve al compás de lo que encierra la panza"






SIN ESTRELLA

Adolece de la luz, de la alquimia
y señales luminosas que la ventana
abierta de la naturaleza muestra
complacida.

Siente la amenaza del agravio,
desde donde escapa un grito
de dolor. Su eco pretende  mover
pequeñas enramadas de esperanza,
que fatalmente se dispersan.

Siente la primavera como himno
maravilloso, programa anual
de vida revertido en lo profundo
de su ser como desolación invernal,
palma de nada, patria de nadie.

Mira su propio rostro
con indolencia: La geografía
habitual que lo habita,
frente al espejo es una agonía
personalizada en nada parecida
a la esperanza:
                        nació sin estrella.



 OCÉANOS DE LUNA
(Cuaderno  VIII. (1984-1987)
©Teo Revilla Bravo.