Obra de Marta Fábregas i Aragall
EL DESEO COMO
PROYECCIÓN ARTÍSTICA
El
deseo, es el motor que revoluciona la voluntad creadora. Sin deseo no surge la
semilla, no hay germen, ni emotividad, ni puesta en marcha, ni proyección; no
hay ilusiones, sueños, imágenes, ambiciones, esfuerzos, logros. Pero el deseo
por crear, también cuesta como todo en la vida, un largo y a veces complicado aprendizaje.
Hay que llegar a saber el qué y el por qué, poniendo la voluntad a prueba,
intentando estructurarla y sacarle el mejor partido posible, ya que no es
instintiva cien por cien ni es solamente una pulsión subjetiva. El deseo, en el
sentido expreso que se plantea aquí, es un aprendizaje de índole lúdico y
cultural. Algo a regular, modelar, canalizar y organizar, para sacarle -a
través del trabajo y la constancia- el mejor partido posible.
El
sistema capitalista y consumista nos vende vanos deseos a cada instante. Los
inventa y regula para sus fines, globalizándolos y distorsionándolos según
intereses, llegando a nuestras vidas como monstruos devoradores de fantasías
que no controlamos. Y lo hace a través de una red propagandística,
perfectamente canalizada para provocar la sed de novedades, aún convencidos de
que se desvanecerán en la gloria ilusoria de la nada. Crean expectativas que
esclavizan, inyectando en el cerebro la ansiedad por adquirir más cosas, más
novedades supuestamente mágicas y necesarias. El producto, impuesto por la
maquinaria manipuladora, funciona sin descanso, creando maniqueas exigencias que
nos conducen irremediablemente a ser borregos dependientes incapaces de ver más
allá de nuestras narices. De tal deshumanización, líbrenos dios si no somos
capaces de hacerlo nosotros.
El
deseo, como espacio de proyección artística –siempre que no intervenga la
especulativa acción del mercado-, debería significar todo lo contrario: un
albedrío emocional, un profundo respiro, una sensación de libertad que vivir, un
asombro iconográfico. De tal modo que el interrogante que nos plantea el hecho
cultural, oficial o de mercado, las especulaciones sobre la propia identidad y
género, la fenomenología, la razón y las poéticas surgidas y compartidas, nos
lleven a positivas conveniencias connaturales satisfaciendo la innata
curiosidad del ser humano. Hay que establecer y estrechar puentes entre el
presente y el pasado, ir construyendo la conciencia artística y educacional, la
afanosa experiencia de crear e interpretar. Vivimos momentos de grandes cambios.
Se producen con tal rapidez, que no tenemos tiempo de asumirlos, se precipitan rápidamente
al vacío. Así, por el artificio del pronto desgaste, se crea la ansiedad de obtener más. Con estas
inferencias en las mentes, es difícil orientarse y sentirse miembro de una
agrupación artística que avance con naturalidad. Hay que frenar impulsos, saber
leer las propuestas y elegir, pues es mediante el arte y el sosiego que podemos
hallar respuestas que cubran necesidades colectivas. Explorar nuevos rumbos,
hallar la miscelánea donde los impulsos personales dejen huella determinante, saber
interpretar lo que sucede a nuestro alrededor con la mayor claridad, es, en arte,
lo deseable.
Barcelona.-Marzo.-2013.
©Teo
Revilla Bravo.
Totalmente de acuerdo con tu escrito, el deseo nos revoluciona en muchos aspectos y lo utilizan a sabiendas los que fabrican y venden ilusiones y sueños... el tener el reloj de tal marca, el último móvil con no sé cuántas aplicaciones, el coche que sea un tal, porque es lo que se lleva ahora. Estamos en la era de lo desechable continuo, del consumismo absurdo, donde se compra una obra de "arte" (cuestionable), porque le viene al tono de la alfombra o hace contraste con los muebles, pero no compran arte por su valor real, por la capacidad del artista, por el motivo expresado ni menos por la calidad del mismo. Así somos de aborregados, llevados de la mano de una propaganda hecha para los sumisos y débiles.
ResponderEliminarPor otro lado está el artista y el deseo de crear, que no siempre está presente, hay temporadas vacías de impulsos, necesarias quizás para afrontar nuevos retos, porque el artista está llevado a mantenerse en un constante cambio natural del ser y del entorno, en donde él se sienta satisfecho de su obra. Besos
Sin momento creativo, con interferencias y coacciones sobre qué hacer o no hacer, Karyn, no puede darse el verdadero momento creativo. Los condicionantes son sus enemigos.
EliminarGracias por explayarte y reunir opiniones que engrandecen el escrito. Un abrazo.
Tu claro e intenso desahogo viene muy bien, querida karyn. Realmente es tal y como lo explicas. La velocidad, el ritmo que marca nuestras vidas -unas más que otras- nos aborregan, nos hacen fáciles víctimas del consumismo capitalista voraz. Saberlo ver, apartarse, ser consecuentes, es lo complicado y difícil. Gracias.
ResponderEliminarUn abrazo grande de buena mañana.
Muy de acuerdo.
ResponderEliminarGracias, desconocido.
EliminarUn fuerte abrazo.