ENTRE PALABRAS Y SILENCIOS

lunes, 4 de mayo de 2020

CAMBIOS EN LA FORMA DE ENTENDER EL ESTUDIO Y LA LECTURA


Scriptorium medieval

      Documentos muy valiosos para la humanidad, se conservaron en estos scriptoriums de los monasterios de la Edad media. Hay obras intactas de Platón, Esopo, Homero, de clásicos latinos así como libros de medicina. También se llevaron a cabo trabajos importantes de traducción de textos musulmanes, vertidos a su vez al árabe de los clásicos originales griegos.   











CAMBIOS EN LA FORMA DE ENTENDER EL ESTUDIO Y LA  LECTURA


Ha pasado tiempo, muchos siglos, desde que la escritura dejó de ser un simple rulo de papel para convertirse en códice, conjunto de hojas bastante similar a lo considerado hoy como libro. De este modo se pudo acceder más fácilmente a la lectura de un tema preciso, facilitando el manejo, la consulta, el escrito y el estudio, del aplicado monje conventual. Poco a poco, como era de prever, llegaron las mejoras, la separación de palabras en mayúsculas y minúsculas, los puntos, las comas, el resto de signos, que hicieron de la lectura algo cómodo abriendo puertas a la búsqueda rápida de información.

Hoy en día, con la aparición de las pantallas,la forma de leer textos ha cambiado considerablemente. Un hecho sorprendente que ha alterado el concepto que teníamos de la lectura hasta hace bien poco. Formas novedosas, a la que algunos nos resistimos, gozosos de seguir tocando papel. Pero no dejan de ser un gran adelanto en la aprehensión de conocimientos y de consultas puntuales. La pantalla no es solo un cambio de soporte, es también y sobre todo, una profunda modificación en el modo de organizar contenidos, muy diferente a lo que es consultar enciclopedias o diccionarios, algo que va quedando en desuso. Las pantallas nos llevan a poder consultar grandes textos, vinculados entre sí de tal modo que las unidades pueden leerse en distinto orden permitiendo el acceso por diferentes rutas.

¿Qué conlleva todo esto? Se supone que una nueva alfabetización escolar y social, no lineal, sino en red –o arbórea como se dice ahora-, apoyándose en elementos icónicos que ayuden a la comprensión más efectiva, se supone, de manejar la enseñanza. Internet contiene más lenguaje escrito, que todas las bibliotecas del mundo juntas. Ayuda al lector curioso, al estudiante, al investigador, a bucear por un mar inagotable, a la vez que a moverse, evaluar, interpretar y adquirir, una dimensión social diferente al relacionar a la persona con el resto del mundo. Lo estamos viendo en la educación de nuestros hijos y nietos. El alumno hoy necesita tener habilidades nuevas para  interactuar con aportaciones propias y recoger conocimientos expuestos por otros, confiriéndose de este modo una identidad digital de intereses, opiniones, razonamientos, etc. El concepto de enseñanza se ha vuelto amplio, y el aprendizaje que antes se hacía esporádicamente en aulas de informática, se ha convertido en un acceso continuado a Internet, tanto en las aulas, como en las bibliotecas.

¿Cuál es el problema de todo esto? ¿Qué es lo que puede llevarnos a ser algo pesimistas? A mi juicio -y al de tantos supongo-, el hecho de que se está perdiendo la capacidad de concentración, de profundizar en textos de considerable extensión y enjundia, de usar algo más la cabeza. La falta de tiempo y la rapidez en llegar a todo se ha impuesto de tal manera, que la paciencia flojea. Internet está cambiando las maneras de vivir y sentir la lectura. Todo camina hacia un mundo intelectual más superficial o simplificado, hacia la distracción y el  consumo inmediato ya que a través de Internet es más cómodo solucionar las cuestiones que se plantean. Hasta la escritura, contagiada por este ritmo frenético, se ha vuelto vertiginosa en su forma de contar historias, relatos o poemas. Las frases largas no están de moda, abundan las maneras telegráficas. Se dice que para hacer los textos ligeros, ágiles, atractivos y fáciles de leer. Adiós, querido Proust, querido Joyce, querido Balzac, querido Stendhal. Habría que extraer deducciones y conclusiones de todo esto, puesto que no se ha profundizado debidamente en lo que comportan en el ser ni en la cultura estos cambios, ni en cómo usarlos de la mejor manera para salvaguardar el poder de  pensar. Las nuevas tecnologías nos ayudan a buscar con premura, pero nos apartan del reflexionar cuidadosamente. Nos robotizaremos a marchas forzadas si no ponemos cuidado y repensamos todo esto. Tenemos una enorme responsabilidad ante el rumbo multicultural y globalizado que nos toca vivir, y es la de hacerlo humanamente de la mejor manera. Lejos queda aquel monje copista, donde la elitista palabra del magister era sagrada.


Barcelona, mayo del dos mil veinte. 
©Teo Revilla Bravo.








3 comentarios:

  1. El peligroso, y culturalmente letal, síndrome de la inmediatez, contagiado y extendido por la ley del mínimo esfuerzo. Inquietantemente imparable.

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    1. Sí, Francisco. Solo la poesía y su poder regenerador puede conseguirlo en parte. Necesitamos parar y pensar un momento hacia dónde nos dirigimos tan desbocadamente. Un abrazo.

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  2. Qué maravilla de análisis; has puesto el dedo en la llaga. Caminamos hacia la eliminación del pensamiento profundo y reflexivo. Es el fin de nuestra cultura de siglos, esa que nos ha hecho desarrollar la mente, así como los mejores valores del ser humano. Da pavor lo que cuentas; es lo que vemos día a día avanzar a ritmo aterrador, por todas partes. Siento una profunda pena, los libros ya no se leen...


    También es estupendo tu otro artículo sobre el proceso creativo, donde me siento identificada. Es subyugador ese tema.

    Voy a refugiarme en mis queridos clásicos, a la búsqueda de mi propia inspiración y seguiré leyendo tus textos analíticos, que merecerían figurar en algún periódico importante.

    Que sigas tan creativo y pensador!
    Hasta pronto

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