Retrato de Miguel de Unamuno por Joaquín Sorolla.
ESCRIBIR
COMO PASIÓN
Alguien dijo: Recuperar la inconsciencia es el
sueño de todo escritor.
Mi
pasión es escribir. Pintar también, pero sobre todo escribir e ir de este modo
raspando, como pueda, el fondo del alma. Escribir es ejercer una especie de
sacerdocio o compromiso con uno mismo. Si le dedico tiempo, es porque me sienta
bien, no porque crea ser sacerdote ligado a doctrina, culto o ritual alguno. Ni
siquiera puedo decir que soy escritor en el sentido amplio de la palabra. Quizás
sí un escribidor de poemas y diarios que se ha metido, ocasionalmente, a intentar
lograr alguna novela imposible, y algún ensayo no menos imposible, todo ello y
en cualquier caso con muchísima prudencia y con la idea de poder esclarecer, en
lo posible, mi relación con la vida. Me considero también, en esto de las
artes, melómano, lector empedernido, aficionado a la fotografía y al cine,
coleccionista de libros, obras pictóricas, y de todo tipo de emociones que el
arte pueda ofrecer.
Dentro
de este contexto general, la escritura se convierte, como decía, en un proceso
de esclarecimiento formal, dentro lógicamente de determinados términos sean
éstos heredados o los que el mismo lenguaje impone. En todo caso, un desahogo
importante donde las reglas resultan irrelevantes para poder hallar aspectos de mí mismo que antes
no había contemplado. Estructura y esencia. Disposición de palabras y
significados. Que trascienda. Que lo escrito se haga viejo en mí y en quien ocasionalmente
lo leyere. Hallar un fin que pueda darle sentido a la existencia lo más abierto
y veraz posible. Y eso es solamente aceptable, cuando te inspiras en lo que has
vivido, viajado, amado, sufrido o gozado. Todo sentimiento es literatura si
contribuye a hacernos mejores personas. Pero esto lo sabemos después, cuando
hacemos visible y revelado lo desconocido. Jung lo decía:”Mientras nos encontremos
inmersos en el proceso creativo, no vemos ni comprendemos, y de hecho no
debemos comprender, pues nada perjudica más la experiencia inmediata que el
conocimiento”. Regresa el filósofo, a lo que ya nos había enunciado con
rotundidad muchísimos siglos antes Sócrates: “Solo sé que no sé nada”. Y es que
casi todo lo que encontramos y escribimos, surge de un accidente, de una
transformación oculta, de algo que hemos de esclarecer.
Barcelona.
Marzo de 2020.