"La torturada mirada de Francis Bacon"
MIRADA INMÓVIL
Caigo del andamio balanceado por una corriente de
aire que me posa, abruptamente, en la oscura garganta, insana metrópoli -herrumbre, moho, seco orín- de
las vaguedades que habito.
La vida, el trasiego humano, desciende lentamente un día más hacia
el sarcófago fatal de la ilusoria existencia.
Máscaras iracundas, en vértigos no resueltos, cubren apariencias, gritan histéricas por los túneles despoblados de la memoria, caminan entre embozos andantes, histéricas turbinas, claraboyas, oscuras pesadillas girando en espera de una lluvia de oro que nunca dejará huellas. Sujetándose de las barandas, bajan, descienden horrorizadas escalones del metropolitano, hambrientas, dolidas de ser voz rota en la encrucijada impersonal de la nada.
Máscaras iracundas, en vértigos no resueltos, cubren apariencias, gritan histéricas por los túneles despoblados de la memoria, caminan entre embozos andantes, histéricas turbinas, claraboyas, oscuras pesadillas girando en espera de una lluvia de oro que nunca dejará huellas. Sujetándose de las barandas, bajan, descienden horrorizadas escalones del metropolitano, hambrientas, dolidas de ser voz rota en la encrucijada impersonal de la nada.
El aire es espeso; la niebla, furor mortal paralizando luces, diseminando
estandartes de agitadas mecanografiadas mentiras. Absurdas proclamas nacionalistas, apocalípticas
quimeras de cartón-piedra, se anuncia en paredes desvencijadas y turbias.
No hay consuelo, la expresión de los ojos se nubla, el camino es sinuoso y estéril. El
día se cierra tembloroso entre chatarras, con míseros secretos dispersos por desbocadas cámaras
de teosóficos tramposos vacíos. Enredados entre cementos, hierros y tornillos, van perdiendo la firmeza del error.
Al caer la noche, bridas descontroladas e intangibles, desbocan
jamelgos que piafan, ahogando letanías, en desabonadas tierras entre aperos rígidos y tierras yertas.
Arriba, la luna, un estertor vacío desangrándose.
Arriba, la luna, un estertor vacío desangrándose.
OCÉANOS DE LUNA
(Cuaderno VIII. De 1984 a 1987)
©Teo Revilla Bravo.
Lo veo como una pesadilla apocalíptica, en otra época diría surrealista, pero creo que hoy en día se acerca a la realidad mundial y lo penoso es que no hay consuelo ni en el despertar. De todas maneras, genial. Besitos
ResponderEliminarGracias, Karyn, por introducirte en una pesadilla reflejo o sueño de las que nos produce hoy la existencia real.
EliminarAbrazos.
Leo este escrito tan profundo, de océanos de Luna, y veo que se puede hilar con la situación actual del encierro obligatorio que pasamos y las malas noticias y jugadas que nos acecha el exterior pues parece en ocasiones interminable y desde nuestro adentro, nos implica a sentirnos inestables y débiles ante este esperpento.
ResponderEliminarMenos mal que la Luna sangrante suele ser y demostrarnos su blanca tez para escribir en ella que la esperanza siempre rige, por muy oculta que esté, un rayo que abrirá el pleno día de Sol cálid. Un abrazo fuerte Teo, y muchas gracias por tus letras.
Y yo leo este comentario y me pregunto quién lo habrá dejado, interpretando tan amablemente, con afecto de cercanía y sensibilidad. Gracias, amiga o amigo.
Eliminar