ENTRE PALABRAS Y SILENCIOS

jueves, 29 de junio de 2017

UN CLAMOR FRENTE A LA BARBARIE: "GUERNICA",



'Guernica', de Picasso (1937)






UN CLAMOR FRENTE A LA BARBARIE


Lo primero que impacta de esta magna obra de Pablo Ruiz Picasso cuando se la contempla en el Museo Reina Sofía de Madrid, es el horror que transmite al instante. Un horror que aparece sin paliativos entre los gritos,  llantos, y gestos, de los personajes que aparecen en pleno estado de shock. Sucede con el hombre que parece estar mirando al cielo implorando con sus brazos que cesen los bombardeos; o con el desboque del adolorido caballo que está a punto de caerse al suelo atravesado por una lanza y herido en un costado, símbolo para el artista de todos nosotros; o con la alteración y aturdimiento del esquinado toro, que para Picasso significaba la oscuridad y la brutalidad. No obstante, entre todo ese espanto que se recoge y respira se mire por donde se mire, por su composición y tonos grises aparecen símbolos que son  de esperanza, de creer que todo eso pertenece a una pesadilla del pasado y no ha de volver a pasar. 

El Guernica es un alegato contra la crueldad de la guerra, contra la ignominia y degradación que con frecuencia hallamos en la acción del ser humano, sobre todo en los que crean, alientan, participan en guerras y lastran prolongadas miserias. Ese es su importante símbolo. Una alegoría llegada a la mente de su creador tras la noticia del espantoso bombardeo nazi que sufrió la población vasca de Guernica, y que sirvió para ser expuesto en el Pabellón español durante la Exposición Internacional de 1937 en París, por encargo del Director General de Bellas Artes Josep Renau a petición del gobierno de la Segunda República Española. También es uno de los legados más importantes de este artista único, colosal e inigualable, advirtiéndonos de  los horrores angustias y sufrimientos que provoca la guerra.

Esa sería la interpretación común conocida, realizada de una manera concisa y rápida. Pero el Guernica tiene tantas interpretaciones, como ojos que lo miran. Tiene razón José Lebrero, director del Museo Picasso de Málaga, cuando señala: “Más allá de lo que digan los expertos, es interesante escuchar a las personas que no lo son, porque si hay algo que hace estas grandes obras tan especiales, es que trascienden cualquier discurso culto o retórica histórico-artística; nos llevan a unas dimensiones y a un espacio que tienen muchas lecturas". Por tanto, más que atrevernos a comentar nuestra idea del Guernica (o de la obra que sea) a otros, deberemos intentar escuchar lo que otros creen encontrar en él (o en ellos), seguro que nos llevaríamos gratas sorpresas.



Barcelona, finales de junio de 2017.
©Teo Revilla Bravo.











miércoles, 28 de junio de 2017

LA PALABRA AMOR


Luis Seoane: "Muller sentada" 1976

La mujer cobra importancia en la producción pictórica de este interesante pintor, grabador, muralista, ceramista y poeta gallego nacido en Buenos Aires donde se había trasladado su familia. Seoane, que se convirtió junto a otros artista en motor de la renovación plástica gallega, rindió homenajes a la figura femenina reivindicando su rol tanto en el campo laboral como familiar. La mujer sentada es un motivo habitual en construcciones románicas de Galicia.










LA PALABRA AMOR


Ya que con tu efecto atraes mi cuerpo

concediéndole márgenes de dicha

y gloria; ya que depositas sobrados

cultivos de templanza y mesura

en mis ánimos, dime qué he de hacer

para no necesitarte tanto, quién

eres de verdad asomada a este infinito

cielo que se abre a mis ojos en la tarde

como roja apetitosa granada

mecida en los atisbos de la frágil

luz que ilumina el hondo sentimiento.

 

Una barca se aloja en tu mirada.

Navega aquietada entre sensaciones

y densidades magnas fresca brisa 

de tu húmedo cuerpo oceánico.

 

Eres el vertical relámpago que atraviesa

estruendoso el alma; eres el único

hogar habitable, la incipiente hermosura

primaveral abriendo espacios frescos

y verdes al triste implacable invierno…

 

La palabra amor, eres.

 

O su ternura opalescente elevada

al máximo significado….





“SOLEDADES” (Provisional)
 Cuaderno  XVIII ( 2013 al 2014)
©Teo Revilla Bravo.









sábado, 24 de junio de 2017

'Marilyn Monroe', de Andy Warhol (1964)


'Marilyn Monroe', de Andy Warhol (1964) 







En la década de los sesenta del siglo anterior se desarrolló, con mucha fuerza, el movimiento artístico llamado Pop Art. Surgió como reacción a corrientes artísticas que se habían desarrollado a partir de la Segunda Guerra Mundial, sobre todo la del Expresionismo Abstracto norteamericano (Mark Rothko, Jackson Pollock, y otros) por considerarlo un arte excesivamente elaborado, impreciso y, lo que es peor, vacío de contenido además de elitista al estar alejado de las pautas sociales más comunes. El movimiento fue adjetivado como subcultura propia de economías capitalistas desarrolladas. En el pop Art, en cambio, los autores recurrieron al uso de los objetos cotidianos que prodiga la sociedad de consumo, a la que de alguna solapada manera se pretendía criticar. Productos del mercado cercano que se podían ver, tocar,  tropezar, usar cada día, así como inspirarse en espectáculos o costumbres. Se trataba de elevar, a la categoría de arte, intereses de difusión realizados gracias a la publicidad de los mass-media, como eran fotografías de gente famosa del cine o televisión, anuncios comerciales, fotonovelas, historietas de cómic, etc... Aunque no existiera una conciencia clara de crítica social, sí había implícito un velado ataque a la sociedad de consumo que deshumaniza. Con estos planteamientos los artistas intentaban, conscientes o no, de acabar, vulgarizándola o pluralizándola, con la sacralización de la obra de arte, algo que ya había intentado el dadaísmo décadas atrás.

Uno de los cuadros más conocidos de esta tendencia es el de  Warhol. Este artista no opinaba ni juzgaba; Warhol sólo pintaba reflejando la apariencia, la superficialidad y banalidad de la fama. Para ello hizo una reproducción de múltiples imágenes de la fotografía de Marilyn Monroe -inalcanzable diosa de la época- coloreándola, sin atención al detalle, con tonos planos y extremados. Pero había más: Liz Taylor, James Dean, botes de sopas, botellas de Coca Cola, Mickey mouse… Símbolos todos ellos de la sociedad consumista, realizaciones artísticas claras que no escondían sentido oculto alguno.

Estas obras, para muchos, son discutibles; dudan si considerarlas arte, quizás porque consideran que pretenden de este modo ascender al Olimpo cultural, algo que siempre desdeñó la élite cuando tropezaba con manifestaciones populares intentando  introducir en el arte personajes de la televisión, actrices del cine, canciones de ritmos pegadizos, anuncios, etc. Fue precisamente Andy Warhol, quien lo inició trasladándolo al lienzo en serigrafías, óleos y fotografías, empeñado en desacralizar la pintura, el cine o la escultura, y adaptarlos como arte a las demandas de la sociedad.

Sentarse frente a este rostro de explosión fosforita de Marilyn Monroe, es hoy una manera más de explorar la magnificencia del mito. 




Barcelona 24/06/2017.
©Teo Revilla Bravo.



miércoles, 21 de junio de 2017

SENTIMIENTO Y POESÍA


"Girando sobre la noche oculta", obra de Egon Schiele






SENTIMIENTO Y POESÍA


El poeta intenta expresar las ataduras del alma que sin pedir permiso le florecen a menudo. Soñador impenitente, de este modo intenta exteriorizar sentimientos. Sabemos que la primera literatura que apareció fue poética y oral, y que esta poesía se difundía acompañada de instrumentos musicales, no en vano la palabra lírica deriva de la palabra lira. “La poesía no se vende, la poesía no se lee”, dicen algunos despreciando e ignorando al potencial público que sí que la leemos e incluso con mucha humildad tratamos de expresarla. Se equivocan: la poesía cumple una misión social y cultural relevante. En sus diarios Jaime Gil de Biezma nos dice que la poesía acaso no sea, contra lo que algunos piensen, una sustancia que el poeta deja en un sitio llamado poema… Lo decía, más que nada, porque La poesía, antes que escritura, es sentimiento y es experiencia. Y lo es también en quien escucha o lee poemas que realmente la contienen. Incluso si está mal interpretada, ya que la paráfrasis o revelación de la misma nunca está garantizada, siendo algo que normalmente se lleva al terreno personal. Ahí es donde se intenta abrir el cerrojo que nos permite llegar hasta su comprensión. Es cierto también, que existe una poesía académica que no necesita de tanto requisito, poesía de élite cumplidamente –quizás herméticamente- analizada y explicada, enfrentada a menudo a la poesía de verso libre o popular más llana y sencilla -en apariencia- donde los sentimientos abren alas a cualquier vuelo de interpretación o ensueño. Lo que sí debemos cuestionar en todo caso en este tema, es la calidad o falta de calidad artística de la composición, no vayamos a encontrarnos con una poesía de apariencia que sólo sirve para exacerbar el sentimentalismo vano y cursi.

¿Para quién escribe el poeta? Se supone que la inmensa mayoría escribe primero para sí mismo y luego para el posible receptor del mensaje. El poeta necesita esa descarga emocional de las propias vivencias así como descodificar un cúmulo de códigos personales que siente le aprietan el alma. El poeta necesita comunicar íntimas experiencias que no se pueden formular con el lenguaje cotidiano, ni con el de la ciencia o el de la filosofía, pues la poesía toca aspectos que exceden al aparente sentido unívoco de la palabra común.

La característica principal para escribir poesía, ya lo decíamos, es el lirismo. A través de él los modos del lenguaje van buscando formas nuevas de expresión, así como la mejor manera de experimentar recursos que en principio nos son desconocidos. Hay que causar sorpresa, dolor, amor o desamor, alegría, extrañeza, hay que agitar conciencias, pues poesía no es solo la consabida belleza rítmica que entienden algunos. Cierto que La estética está en la misma base de la creación poética, pero no expresamente la belleza en tanto armonía y pureza de la palabra o de la imagen que representa. La estética es el efecto conseguido, la impresión en nuestro espíritu de algo que conmueve. Pero no podemos olvidar que la fealdad y lo siniestro también son arte, recordemos las pinturas negras de Goya, los monstruos esculpidos en algunas catedrales, “El grito” de E. Munch, las obras de Lucian Freud, de Egon Schiele y tantos otros, donde cobra todo su valor por encima de belleza o fealdad lo simbólico. Sin símbolos y sin metáforas no habría poesía, no tal y como la sentimos e intuimos íntimamente. Para que ello funcione bien ha de haber verdadera sintonía, vibraciones, privativas emociones que nos lleven a penetrar en el mundo del poeta, más que por la comprensión de lo que dice o intenta decir, por la búsqueda de su ser lírico desde donde poder compartir el imponderable valor de la palabra que de él mana. En última instancia, la poesía es lo inalcanzable, lo irresoluto, lo insatisfecho, lo inexplicable.   



Barcelona, junio de 2017.
          ©Teo Revilla Bravo






domingo, 18 de junio de 2017

AQUIETADO ATARDECER


"Vieja torre en los campos" obra del genial Vincent van Gogh









        AQUIETADO ATARDECER



Algún sonido de la vida se cuela,
vehemente encendido, de vez en cuando, 
con el aire tibio  de la abierta ventana; 
alguna aureola o pámpano fugaz, 
rompe la monotonía de las horas.

Como lo hace la voz naranja de una niña
en el parque cercano saltando a la comba
de la inocencia, no lejos del lance feliz
en el que dos enamorados están ofreciendo,
en el deleite de la sombra de un viejo
árbol, vivas a un tiempo de labios y de rosas. 

Golpea la rama de la vieja acacia sobre
la gastada verja de latón. Asume vaivenes
de un viento que, poco más allá, se rompe
impulsivo sobre paredes y tejados
de la blanca guarida donde felices reuníamos,
amor, ideales y abrazos…

Moriré. Me iré despacio, ensimismado 
o abruptamente, quién sabe, pero abierto
 a la eternidad, posiblemente favorecido
por el aleteo de la última mariposa crepuscular
que se dibuje, más allá del sueño y del encanto,
en el aquietado atardecer de un verano...


“SOLEDADES” (Provisional)
 Cuaderno  XVIII ( 2013 al 2014)
©Teo Revilla Bravo.


viernes, 16 de junio de 2017

SUSANA Y LOS VIEJOS



Tintoretto (1555) “Susana y los viejos”





Parece ser que esta obra, “Susana y los viejos”, formaba parte de la ornamentación del techo de una estancia veneciana y que fue adquirido por Velázquez durante su segunda estancia en Italia, aunque algunos apuntan a que fue encargado a Tintoretto directamente por Felipe II. Al parecer, el aposento era una cámara nupcial, al existir en las escenas que se aprecian una relación -positiva o negativa- entre los dos sexos. Al llegar a España, se instalaron en el Alcázar de Madrid y de allí se trasladaron más tarde a La Granja. Este tema de Susana y los viejos fue muy representado en el Renacimiento y en el Barroco, debido a que era una de las pocas escenas en las que se permitía realizar pinturas de desnudos femeninos sin tener problemas con la iglesia.

Como observamos en la obra, Susana era sorprendida, mientras se estaba bañando, por dos viejos jueces quienes le hacían proposiciones deshonestas; la joven, ya desposada, se negó a ellas, y los ancianos se vengaron acusándola de adulterio sabiendo que el castigo era ni más ni menos que el de la muerte. Afortunadamente Dánae, diosa del Olimpo, pudo probar el engaño y salvar a la casta Susana. Como todas de la serie de este tipo que se realizaron en aquellos tiempos, la escena está pintada para ser contemplada desde abajo, desde donde se aprecia muy bien cómo los dos ancianos rodean a la joven, e incluso cómo uno de ellos la toca lasciva y descaradamente el pecho. El colorido vivo, la factura rápida, el resultado fresco y la luz animosa empleada, serían características comunes de la serie, donde destaca también una belleza formal vigorosamente creativa.

Si la censura cruel o el talibanismo de manual de la corrección política de algunos lugares de hoy hubiera existido en el siglo XVI, el pintor italiano no habría podido exhibir su 'Susana y los viejos' en ninguna galería y posiblemente en parte alguna; quizás, ni la habría pintado. Tintoretto no se centró en la lascivia ni la pedofilia, se supone, sino en la vanidad de mirarse al espejo… 




Barcelona, junio del 2017.
©Teo Revilla Bravo.






jueves, 15 de junio de 2017

COLLAGES.


"La dama del esquema LXII" "The Lady of Scheme LXII" Collage de Karyn Huberman 14.06.17







COLLAGES.

El collage, como toda actividad artística, es una técnica lúdica y paciente, muy visual y creativa, que desata la imaginación. Su formato, que tiene el privilegio de poder ser de cualquier medida, tras un trabajo laborioso y meticuloso en búsqueda de poder comunicar un mensaje artístico, otorga una capacidad de expresión inagotable. El collage es un medio muy recomendable para sensibilizar, pues permite notar todas las posibilidades tonales de los colores y a la vez romper con composiciones artificiosamente formales y aburridas. El arte contemporáneo se vale de esta técnica, no solo en composiciones bidimensionales, sino que también en tridimensionales y en ocasiones como parte integral de la misma arquitectura. Fue creado por los cubistas Picasso, Braque, y Juan Gris –al que siempre se le tiende a olvidar- que elaboraron, en 1912, los “Papiers Collés” con el fin de traer elementos de la vida cotidiana al arte.

El collage consiste en el pegado de diversos fragmentos de materiales, sobre un soporte o superficie. Parece ser que  fue Picasso quien lo inició, al comprobar sus efectos al experimentar con fotografías que iba pegando a sus dibujos. En 1912 incorporó una rejilla de hule a su obra “Naturaleza muerta con silla de rejilla”, al mismo tiempo que su amigo Georges Braque realizaba los primeros “papiers collés”, agregando recortes de papel pintado, imitación madera, a su obra “Tête de femme”.

Mediante el manejo de los materiales elegidos, se pueden lograr composiciones originales muy inteligentes e imaginativas. Los materiales más usados para realizar un collage, son: papeles, telas, cartulinas, cartón, fotografías, fragmentos plásticos, recortes de periódicos y revistas, folletos, carteles, boletos, programas, etc., etc., e incluso objetos con volumen como pueden ser prendas de vestir, cajas, cosas de metal, y otros. También puede combinarse con otras técnicas artísticas, como  el dibujo, la pintura y el grabado, pues da juego y diversidad al aumentar el color absoluto, algo que hacían futuristas y dadaístas en muchas de sus obras, uno de cuyos exponentes más interesantes fue sin duda Tristan Tzara. También admite variantes como papeles mojados pintados o decorados a color, en blanco y negro, a lápiz, carboncillo, acrílico… Así como formar collages en relieve aplicando capas hasta obtener el espesor deseado, creando de este modo formas novedosas que pueden admitir agregado de elementos como el serrín, el polvo de mármol, la viruta de madera, el plástico… 

El collage es una técnica, que por colorido, formas, diversidad de medios, y porque está ligada íntimamente a lo lúdico y entretenido, se ha hecho popular y atractiva, siendo  ideal en el plano educativo para entretener y animar a los niños en el desarrollo de sus inclinaciones artísticas. 




Barcelona, junio de 2017
©Teo Revilla Bravo.







martes, 13 de junio de 2017

NOCHE


Vincent van Gogh: La noche estrellada

Van Gogh pintó "La noche estrellada" mientras permanecía en un manicomio de Saint-Rémy. en 1889.







NOCHE

Guiños de estrellas, hilarante reclamo
de belleza. Destinos y desatinos, sistema
absurdo donde se mueven péndulos,
carillones, relojes, rutilantes geografías,
geodesias latentes en la celda amarga
del artificio, del amor y del olvido.

Se me va la vida, se me llena de un tiempo
turbulento, vacío acero que desprende
destellos de amargura, sueños y ensueños
acrobáticos, engaños ocultos en el hondonal
de la risa, rincones, pastos de la memoria
donde pasan día a día inútilmente las horas
sin estatutos reguladores, sin piruetas de alegría,
sin clemencia oportuna, sin previo aviso...

Noche con noche,
con noche callada.
Muslos y pechos,
a la madrugada.

Te difuminas, te borras o destiñes a cada
instante; entrelazando zalemas y alegrías
de altos vuelos, soberbia reapareces.

Amenaza lluvia. Llega el frío. Atisbo en tu cuerpo
un punto luminoso y finito cuajado de fragorosas
cálidas cercanías, pero también de encadenadas
percepciones, de renovados reclamos, de sutil
tristeza, de falaz –sobre y luz- melancolía…



“SOLEDADES” (Provisional)
 Cuaderno  XVIII ( 2013 al 2014)
©Teo Revilla Bravo.





lunes, 12 de junio de 2017

"LAS TRES GRACIAS"



Rubens (1630-1635)  "LAS TRES GRACIAS"




       
Este cuadro de Rubens, “las tres gracias”, es el más famoso de cuantos se han pintado sobre ellas –recordemos la obra de Rafael-, es un cuadro que nos hace reflexionar, según palabras de la profesora de arte en la Universidad Complutense Carmen Bernárdez,   sobre la tiranía de la belleza y sobre la salud por encima de las partes erógenas. En esta obra, los cuerpos femeninos se salen de los cánones de belleza actuales, para complacerse en recrear arrugas, resaltos y pliegues de la piel, se supone que al gusto de la época, ideal hoy para que los jóvenes vean cómo es recomendable valorar otras cualidades del cuerpo femenino.

El mito de las Tres gracias se basa en la existencia de estas tres diosas, del hechizo, la alegría y la belleza presidiendo los banquetes y los bailes. Aquel que fuera bendecido por una de estas gracias, se convertiría en un gran filósofo, en un orador o deportista. El pintor flamenco Pedro Pablo Rubens, lo ilustró como nunca se había hecho antes, y lo hizo de tal modo que nos parece posible poder tocar esos cuerpos pletóricos realizados con pinceladas sueltas resaltando las carnaciones y sensuales relieves, y sentir el tacto de la piel nacarada y preciosa reluciente bajo el sol aunque se supone están bajo la sombra de un árbol. El resultado es de una gran sensualidad.

El estatismo del Renacimiento dio paso a un movimiento de remarcada exuberancia, como se aprecia en esas tres hijas de Júpiter y Eurímone, Aglae, Eufrosina y Talía, que Omero relaciona con Afrodita que a su vez simboliza la belleza, la sexualidad y la fertilidad; aunque también se las relaciona con la amistad y la generosidad, pues eran pródigas en otorgar dones.

Comentar el cuadro resulta algo complejo, pues los ojos se quedan anonadados ante la visión de los tres cuerpos inmersos en un paisaje que resulta secundario a todas luces, y donde no faltan los habituales ciervos ni las flores, ornando el momento de estas tres hermanas entrelazadas en círculo. Las tres retrasan ligeramente un pie, como si quisiera iniciar una danza, dando una sensación de movimiento armónico y circular, en diálogo con las formas curvilíneas de los cuerpos resaltados por las transparencias de las vaporosas gasas. Las diosas parecen bien avenidas y contentas mientras comparten confidencias… Pese a que los tres cuerpos parecen similares, el artista consigue dar a cada uno de ellos su propia personalidad. La mujer rubia podría ser el retrato de la segunda y jovencísima esposa del pintor, según algunos, una jovencita de dieciséis años cuando él tenía ya cincuenta y dos, llamada Helena Fourment. Fuera cierto o no, parece que el pintor, cuando pintó el cuadro, estaba exuberante bajo los efectos de su  estrenada y amorosa vida conyugal.




Barcelona, junio de 2017.
©Teo Revilla Bravo.
   


viernes, 9 de junio de 2017

CRUCE DE SENTIMIENTOS


"Arquímides de Siracusa", pintor, inventor, matemático, filósofo e ingeniero. Pintura de Domenico Fetti (1620)






CRUCE DE SENTIMIENTOS


Hay que escribir como a uno le sale de dentro y quiere, guste a la gente o no. Hay que escribir como uno siente y piensa sin sentirse coaccionado, lo entienda la gente o no lo entienda. Debe haber una verdad propia; un testimonio que ofrecer que sea singular y valiente; una voz anónima a ser posible, para evitar púrpuras innecesarias y  fatuos egos, voz llegada desde un sentimiento artístico alejado de modas y de despropósitos editoriales. Hay que escribir con y desde las entrañas, porque la escritura es dolor y es placer, y hay que hacerlo con el propósito fascinante de querer explorar infinitos mundos posibles. El escritor con fundamento, ni se compra ni se vende ante nadie, ni ha de tener miedo de enfrentarse a la verdad reflejada en aciertos y errores, pues de ambos se aprende.

Así vamos sabiendo quiénes somos, qué sentimos, qué anhelamos, hacia dónde vamos, con qué contamos, cómo debemos enfrentarnos a este hermoso oficio, decididos a emprender el camino tras habernos preguntado con rigor por qué escribimos y para qué escribimos, algo aparentemente nada sencillo de responder. Según Jiménez Lozano, sería porque sí, porque hemos recibido la llamada y es hermoso y apasionante hacerlo. Escribimos para entender, para saber y conocer. Lo hacemos, por miedo, por necesidad, por desgarro, para sobrevivir y conocer la emoción de la verdad. Escribimos, entre otras cosas, por cabezonería. También para poder sentir un vínculo armonioso con el tiempo y el espacio. Lo hacemos, quizás, porque somos conscientes de que no sabemos hacerlo bien y pertenecemos a esos que quieren intentarlo seriamente. Escribimos para mirar, desde la vida, cara a cara a la muerte; para hallar la razón por la que nacimos, y la explicación de por qué hemos de morirnos. Porque escribiendo también se medita y profundiza en uno mismo, una buena manera de intentar entendernos adentrándonos en los laberintos propios -como hacía Borges- a la vez que nos envolvemos en la eterna paradoja. Escribir es una forma de dejar que surjan imágenes y recuerdos corrigiendo poco a poco, línea a línea, escogiendo palabras apropiadas, perfeccionando el texto. El arte crea la vida, nos decía Henry James, y escribiendo podemos imaginarnos las circunstancias reales que se dan en ella. Pero lo más seguro, pese a tanto derroche de palabras sobre el tema, es que no sepamos porqué lo hacemos, al fin y al cabo no es algo que importe mucho.

Escribir es renovar savia y encantamiento. Es una manera de mirarnos y encontrarnos en ese espejo imaginario que fiel nos refleja.  Hay que escribir sinceros, disfrutando, y ojalá que saliendo de cada escrito -con el resplandor de la belleza en el corazón- fortalecidos, estupefactos, y más sabios.


Barcelona, junio de 2017.
©Teo Revilla Bravo.
  


miércoles, 7 de junio de 2017

“Los Borrachos” de Velázquez (1628-1629)


“Los Borrachos” de Velázquez (1628-1629) 









“Los Borrachos” de Velázquez (1628-1629) 



“Los Borrachos” puede que sea una de las obras más famosas y reproducidas de Velázquez. Debió pintarse en Madrid sobre el año 1629. La pintura se puede interpretar como una representación de los oscuros rincones que habitan en las ciudades o incluso, metafóricamente, de los que habitan en las almas de sus moradores: recintos decadentes, nidos de penas, risas, lamentos, vicios, desenfrenos.  Estamos ante una obra muy original. Como decía el historiador Julio Pérez, pocos artistas han sabido pintar temas mitológicos de la forma que lo hacía Velázquez quien, huyendo de la concepción ampulosa y sensual de las obras de Rubens por ejemplo, lo crea de un modo personal, simple y cotidiano, interpretando la escena como si fuera un cuadro de género, algo que ha puesto en duda a muchos interesados por su obra si la intención del pintor era expresar lo mitológico, copiar una escena tabernaria, o simplemente burlarse de los dioses antiguos. El costumbrismo habitual en sus telas se muta, en este cuadro, en la representación terrenal del Baco acompañado de su copa y sus uvas, manantial de alegría que obsequia al hombre con el vino que lo libera al menos momentáneamente de sus problemas cotidianos.

A lo largo de la historia, ha habido culturas en las que sus dioses eran muy parecidos a los seres humanos. Tanto era así, que sus conflictos y pasiones en nada se diferenciaban de las de los mortales que poblaban la Tierra. Es más: los relatos que nos los describen, resultan verdaderamente sorprendentes, pues las pasiones más desatadas, las mentiras, los deseos de venganza, los adulterios, los más horribles crímenes, etc., formaban parte de la vida de estos seres sobrenaturales que habitaban los cielos. Aquí tenemos el ejemplo de  Baco, que se suma a la fiesta que imagina el pintor. Y lo hace como un hombre fornido, de labios sensuales, desnudo quizás como burla ante los pícaros y los soldados de los Tercios de Flandes.  Baco parece invitarnos, también a nosotros los espectadores, a participar en esa alegre fiesta. Y es que la borrachera se palpa, se huele en el ambiente. ¿Era Felipe IV, quien le encargó el cuadro un buen bebedor? Bien pudiera ser. En la obra hay que diferenciar dos partes: en la izquierda aparece un joven Baco, torso descubierto, sentado sobre un tonel y coronado de pámpanos; detrás de él yace, recostado, otro personaje desnudo con similar corona sosteniendo en su mano izquierda una copa; a contraluz se encuentra la figura de un tercero también coronado de pámpanos, por lo que se deduce que es un acólito del dios del vino. El grupo de la derecha, lo componen los pícaros mencionados, y el arrodillado soldado.


Parece ser, comentan crónicas de la época, que fue Rubens en aquellos momentos en Madrid, quién sugirió el título “Los Borrachos” a Velázquez, compartiendo de este modo titularidad con el primero conocido como “El triunfo de Baco”. Indiscutible obra maestra.  



Barcelona, junio del 2017.
©Teo Revilla Bravo.