ENTRE PALABRAS Y SILENCIOS

lunes, 26 de febrero de 2024

AMOR Y POESÍA

"Pareja abrazándose" Obra de Pablo Ruiz Picasso 2009.






AMOR Y POESÍA

 

El amor es una manifestación constante en poesía. Para sembrarlo, expresarlo, sentirlo y madurarlo, es el terreno propicio. El amor hace que nos movamos, que vibremos y agitemos con cada movimiento que produce, pues como la fe mueve montañas. Se trata de un impulso que no logramos controlar del todo, se presenta ante nosotros como uno de los misterios más grandes que podemos tener. Es un sentimiento relevante, un deseo innato de sentirnos complementados uno junto al otro. Para los amantes ya puede el universo entero derrumbarse, que ni lo sienten. ¿Es egoísmo el amor? ¿Es la reafirmación de uno en conformidad y equilibrio con el otro? ¿Es la negación de lo que creíamos ser para encontrarnos con lo que creemos poder llegar a ser? Por amor nacemos, vivimos y morimos, compramos flores, creamos música, pintamos cuadros, hacemos poesía, movemos el mundo. Encantar al ser amado día a día, es el objetivo para mantenerlo vivo. Cuando se consigue pareciera que se compensa y equilibra un mundo que a menudo se nos viene abajo, ya que la sensación que se percibe es grata haciendo asomar en nuestros rostros un fulgor especial.

El ejercicio poético, en cuanto al amor, es adiestramiento, constancia, desahogo; es poder reflejarlo de la manera más cierta y bella como si fuera una constante que no acaba nunca, pues en el amor como en las palabras no existe final. Borges decía que cada una lleva implícitas todas las demás. Explorando el cuerpo de la amada o del amado, se investiga el lenguaje, se conoce sus significados, se acarician sus formas, se escuchan sus sonidos, se sienten sus goces, se halla la manera de pronunciarse y de  habitar el lugar exacto que ocupar en la vida. El poeta une las palabras, las cose y embasta, las entreteje, perfila y afina. La palabra es la mano que explora, los labios que besan, la voz que susurra, el sexo que goza, el mimo que queda. Todo poema logrado se convierte en deseo, en sentimiento, en  pálpito que quema y aviva el alma. Si el corazón no vibra ni tiembla de emoción, no hay verso ni poema ni amor. Con cada pálpito escrito, creando la propia sinfonía, elegido el cuerpo y el alma donde voluntariamente quedarnos, lograrlo.  

El amor que genera poesía, está formado de aquello que decimos, y también ¡cómo no!, de lo  que callamos.

 


Barcelona. Mayo. 2015.

©Teo Revilla Bravo







jueves, 15 de febrero de 2024

ME CUESTA DECIRTE ADIOS

 


"Despedida" Óleo sobre lienzo de Max Beckmann, pintor alemán






ME CUESTA DECIRTE ADIOS

 

Me cuesta encontrar las palabras debidas, 

lo arrullante del goce que consuela ausencias 

desasosiegos y silencios instalados en el corazón, 

papel rasgado, desánimos que recorren acelerados 

el cuerpo para acobardar con dolor el ánimo.

 

Mis manos, mis labios, todos mis sentidos 

y latidos en la llorosa calma del jaspe inhabitable 

que me asiste hoy, dicen adiós a cada instante 

creando un horizonte de fatales e inevitables 

designios, necesarios pretiles para caminar 

orillando los abismos inevitables que produce 

a menudo la vida, mientras tropiezo, en orfandad 

y honda palpitación, con una pared donde solo 

veo malos entendidos entre existencia y muerte, 

complicándome las horas en torpezas y agrias 

soflamas de un luto que aún no debieran darse.

 

Me cuesta decirte adiós —póstumo cuerpo mío— 

yéndome momento a momento inmaduro de frutos 

camino de la muerte, aún no datada, parco 

y templado como un juguete de plomo

entre silencios, desórdenes rotos, y poemas intuidos 

que no logré ni lograré atrapar.

 

Que regresen las brisas del amor a contarnos, 

en íntima expresión, cosas hermosas al arrullo 

del sauce en el estío barruelanomúsicas que guarda 

encogido el corazón, baladas hermosas en el sosiego 

natural de la media tarde, cuando gozosos

tanteábamos con los cuerpos la soledad del mundo.


Aparecida como por encanto la luna, eras y eres 

entre los huecos del silencio que persigo o me persiguen, 

mujer, la voz amada —reverberaciones, prerrogativas— 

que siempre, acunando deseos, deseé retener.



BROTAN LAS PALABRAS

© Teo Revilla Bravo