"Pareja abrazándose" Obra de Pablo Ruiz Picasso 2009.
AMOR Y
POESÍA
El amor es una manifestación constante en poesía. Para
sembrarlo, expresarlo, sentirlo y madurarlo, es el terreno propicio. El amor hace que nos
movamos, que vibremos y agitemos con cada movimiento que produce, pues como la fe mueve montañas. Se trata de un impulso que no
logramos controlar del todo, se presenta ante nosotros como uno de los
misterios más grandes que podemos tener. Es un sentimiento relevante, un deseo
innato de sentirnos complementados uno junto al otro. Para los amantes ya
puede el universo entero derrumbarse, que ni lo sienten. ¿Es egoísmo el amor? ¿Es
la reafirmación de uno en conformidad y equilibrio con el otro? ¿Es la negación
de lo que creíamos ser para encontrarnos con lo que creemos poder llegar a ser?
Por amor nacemos, vivimos y morimos, compramos flores, creamos música, pintamos
cuadros, hacemos poesía, movemos el mundo. Encantar al ser amado día a día, es
el objetivo para mantenerlo vivo. Cuando se consigue pareciera que se
compensa y equilibra un mundo que a
menudo se nos viene abajo, ya que la sensación que se percibe es grata haciendo asomar en nuestros rostros un fulgor especial.
El ejercicio poético, en cuanto al amor, es adiestramiento,
constancia, desahogo; es poder reflejarlo de la manera más cierta y bella como si fuera una
constante que no acaba nunca, pues en el amor como en las palabras no existe
final. Borges decía que cada una lleva implícitas todas las demás. Explorando el cuerpo de la amada o del amado,
se investiga el lenguaje, se conoce sus significados, se acarician sus formas,
se escuchan sus sonidos, se sienten sus goces, se halla la manera de
pronunciarse y de habitar el lugar exacto
que ocupar en la vida. El poeta une las palabras, las cose y embasta, las
entreteje, perfila y afina. La palabra es la mano que explora, los labios que
besan, la voz que susurra, el sexo que goza, el mimo que queda. Todo poema
logrado se convierte en deseo, en sentimiento, en pálpito que quema y aviva el alma. Si el
corazón no vibra ni tiembla de emoción, no hay verso ni poema ni amor. Con cada pálpito escrito, creando la propia sinfonía, elegido el cuerpo y el alma donde voluntariamente quedarnos, lograrlo.
El amor que genera poesía, está
formado de aquello que decimos, y también ¡cómo no!, de lo que callamos.
Barcelona. Mayo. 2015.
©Teo Revilla Bravo