ENTRE PALABRAS Y SILENCIOS

sábado, 20 de abril de 2024

PERO SI TE MIRO

 

        Fragmento de la obra "El ángel caído" del pintor francés Alexandre Cabanel 1868





PERO SI TE MIRO

 

Pero si te miro sé que el tiempo

nos pertenece, que vivimos trazando

el amplio libro de la coexistencia

de prodigiosa manera abriéndonos

a  las más bellas flores del campo,

a la azulada luz de la montaña,

al claror de la luna, a las veredas

verdes de los caminos, a los poemas

llegados directamente del alma,

al sosiego de los amorosos  trazos

que de una manera u otra  anotando

experiencias vamos soñando.

 

Templando miradas, creando soles

como verdades empeñados en destruir

con amor al furioso dragón del caos.

 

Existe un mundo de efectos mágicos

que por fortuna perpetúan la  poesía,

lenguaje vivo que nos permite abrir

los párpados cada día para vernos

atravesar fugaces estrellas logrando 

ir más allá del íntimo universo. 



BROTAN LAS PALABRAS

© Teo Revilla Bravo




domingo, 7 de abril de 2024

AMOR Y POESÍA II

   "Mujer, tallo, corazón" 1925. Obra poética de Joan Miró





AMOR Y POESÍA II

 

Sin amor no somos nada. Nos sentiríamos  olvidados, descorazonados, perdidos. El amor marca las señales que nos conducen por los caminos del sentimiento y de la vida.  Ni ata ni esclaviza. Es libre entrega abierta al sentimiento.  Si no fuera así habría dependencia, sumisión, temor o  exigencia, y no podríamos estar hablando de él pues la libertad en el amor es ilusión, deleite, voluntaria entrega, sueño y realidad compartidos. Amar conlleva gozar con el gozo del otro, y sufrir con su sufrimiento; es sentir a través de la piel del otro, respirar el mismo aire, caminar por el mismo sendero,  contemplar el mismo cielo, capitanear un mismo barco.  

Nos sentimos libres, cuando somos conscientes de habernos desprendido de la individualidad para asumir la de la persona que amamos, de quienes somos y con quién queremos seguir siendo. En el poema, al igual que en el amor, cada palabra está ligada a otra de mayestática manera, ya que por sí sola no puede significar nada al carecer de sentido como vocablo. No se sostendría por sí misma, pues ha de ser reflejo de otras y de otras formando una sólida cadena. El poema, al igual que el amor, puede enseñarnos a comprender la vida y la muerte,  ayudándonos a traspasar con éxito ambas barreras.

El tiempo nos devora, nos aleja, nos destierra, nos conduce inexorablemente hacia la muerte; amar es tener la capacidad de envolverlo en ensueño, entelequia o espejismo, reteniéndolo desde la misma realidad. Es Más: amar es volverse tiempo, sintiendo a su través trascurrir y hermosear la existencia pulso a pulso con el ser al que se ama. Las palabras, como el amor, cambian. No pueden ser las mismas siempre pues van trasformando el significado a medida que las pronunciamos, escribimos, o aplicamos. Sin embargo no cesan de ser lo que fueron, al llevar implícitas en su origen la misma permanencia. El etimólogo estudia las palabras, las reacciones formales y semánticas que implican su procedencia: indaga, propaga y muestra. Sucede lo mismo con el amor: los amantes ansían renovarse con cada contacto, pronunciarse, hacerlo posible. El devenir en el lenguaje, es el acontecer venturoso de los cuerpos del amor porque a través de él se crea la palabra, aparece el verso, surge el poema. Si muere el poema muere la memoria y acaba el amor; por el contrario, si el poema se lentifica surgen del silencio sinfonías melodiosas desde donde emerge, en ensayo perceptivo, el  poema que siempre conmueve. Los amantes, convertidos en músicos en esta vislumbre, tocan con emoción sus maravillosos instrumentos. Los hacen vibrar con brillantez, llevando la vida y la muerte hasta el apoteósico final donde todo se deposita y queda. La música la recoge el universo transformándola en perdurables ondulaciones. La literatura nos habla de ello: Romeo y Julieta, Tristán e Isolda, los amantes de Teruel… El amor cuando es poema se hace infinito. Hallarlo en su integridad, entraña dificultades; conservarlo en el corazón, es lograr la comunión con el arte supremo, algo solo a los dioses dado como les es dado callar y seguir siendo espíritus que rondan y avalan la hermosura que susurra el amoroso acontecer. Es en esos silencios de los dioses donde busca y bucea el poeta, alejándose del mundanal ruido para dar pausa y respiración al verso equilibrando y transmitiendo en justa entidad el poema. En el silencio, como en el amor, se  afirma y reafirma el poeta.

 

 

Barcelona. Mayo. 2015.

©Teo Revilla Bravo.