ENTRE PALABRAS Y SILENCIOS

jueves, 25 de abril de 2019

EL BESO

"El BESO" (fragmento) de Gustav Klimt, está considerada como una obra maestra del Modernismo. Una obra aparentemente simple que logra fascinar al instante.










EL BESO



En medio del olvido—difuso, angustioso,

yermo— sin indulgencia posible,

aparecen reflectores que nos tiemblan

y voltean, festoneados de rojo vibrante

e intenso sobre agitados vacíos. 

 

Aciago artificio.Miro mis manos

convulsas cómo guerreras palpitan

mientras trato de escribir en la liliácea

y húmeda mañana del hermoso limpio

y afinado mayo, un sentimental poema.

 

Del pecho, ínfimo, trémulo, transverberado,

se me sale un áspero latido, un germen

de ilusión, un verso aún destemplado y frío

encadenado al imaginario clavicordio

disonante pero con fuertes literarios

agites, que podrían llegar a ser rítmicos,

admirables, desbordantes cantos de luz.  

 

Y el reclamo sorprendente de un largo

beso tuyo, amor, de los que —tiempo

de primaveras, tilos, almendros, cielos

claros, y ocultos esquinares —,

vitales e intensos en el desfallecer del oro, 

oh, tardes, no se podían pausar ni medir.



“SOLEDADES” (Provisional)
 Cuaderno  XVIII ( 2013 al 2014)
©Teo Revilla Bravo.



martes, 9 de abril de 2019

JUAN GRIS, LA GRANDEZA COMEDIDA DE UNA GRAN OBRA


Una de las obras de Juan Gris.





JUAN GRIS, LA GRANDEZA COMEDIDA DE UNA GRAN OBRA



El artista madrileño es considerado como el más genuino de los pintores cubistas aunque se le tenga, frente a Braque o Picasso cofundadores del movimiento, algo relegado. La fama de los otros dos, de Picasso sobre todo, lo ensombrece inmerecidamente. El Cubismo fue la culminación de un proceso que tuvo origen en el impresionismo y que marcaría el camino hacia la abstracción, un revolucionario modo de pintar que renunciaba a la perspectiva y al naturalismo renacentista. Juan Gris precisó y concretó el movimiento, a través de un fundamento firme de la pintura, al dotar a su obra de una conformación de admirable unidad partiendo de una cabal estructura geométrica. De todo ello se recoge, ejemplaridad, emoción y poesía, sosiego. Digamos que reformula el movimiento a partir de 1913, llevándolo a su mayor integridad, armonía y fundamentación teórica. Ahí su gran labor.

Juan Gris, al llegar a París en 1906, alquiló un taller en el mismo edificio donde lo tenía Picasso, encontrándose con un ambiente propicio para sus ilusionantes fines creativos. En 1912 comenzó a mostrar tímidamente sus cuadros. Éstos poseían gran armonía, rigor, y esa conformidad o ejemplaridad de la que hablábamos antes, conseguida a través de la fragmentación de la imagen, de la creación de un cromatismo sumamente contenido, y de hallar la geometría de las formas establecidas, en él claramente rigurosas. De este modo logró desarrollar un método disciplinado propio donde combinar y conciliar imaginación y leyes de composición, en una matemática que le ayudaba a mantener la organización arquitectónica de la obra. Así logró crear, de lo abstracto de la geometría y los colores planos, la necesidad de objetivación del espectador: signos, trazos, papier collé, letras estarcidas, periódicos, telas, collages… Con ello pretendía que las miradas que llegaran al cuadro fueran a través de narraciones poéticas, juegos alegóricos, correspondencia entre formas y figuras: “Hacer de un blanco un plato, de un rojo una botella, de un negro una sombra…”.
Con el tiempo, el color adquiere en él más viveza, y las obras serán más líricas incluyendo en ellas el exterior, la vida orgánica, y la curva. Perseguía con esto, más que un procedimiento pictórico al uso, una determinada estética, un arrojo, un estado anímico más dinámico y rítmico. Lo consiguió, logrando contribuir ese trabajado bagaje la pervivencia del movimiento cubista, por fortuna para todos pese a vivir tan solo cuarenta años, falleció en París por culpa de una deteriorada salud debida a la bronquitis y los fuertes ataques de asma que padecía. Pero tuvo tiempo suficiente para acrecentar el acervo pictórico con la plasticidad de una obra excepcional, especialmente sugestiva.


Barcelona, Abril de 2019.
©Teo Revilla Bravo.


lunes, 8 de abril de 2019

POESÍA, DON UNIVERSAL


Obra: Calíope, Musa de la poesía épica. Elemento de un grupo de Apolo y las Musas. Copia romana del siglo II. d.C. Ludovisi-Collection.






POESÍA, DON UNIVERSAL


Hay una poesía sutil, figuradamente silenciosa, cuyos versos se recogen con cada golpe de respiración, con cada aleve mirada o ligero pestañeo sobre el paisaje, las personas, o las cosas que al artista y al poeta importan. Es la poesía universal que se refleja, según cómo y dónde, en todo lo existente perceptible; algo por averiguar, fundamental en tal caso para la buena salud funcional de las personas. Podríamos decir que la poesía se refleja en el arte con mayúsculas sea éste de la modalidad o estilo que sea, pues la poesía es el alma que se desprende de  ello, la parte más relevante, lo que se relaciona con la estética y la visualización de la belleza, pequeños o grandes detalles satisfaciendo concreciones y aportes que afloran por doquier: una puesta de sol, una panorámica hermosa, una sonrisa o mirada captada al azar, el vuelo de las aves, el desconsuelo de un niño, la fragilidad de un anciano, el trascurrir de un río, el horizonte marino, la alta montaña… Todo lo que nos conmueve, es poesía, no hace falta hacer cábalas sobre su significado. Picasso manifestaba sorpresa de que la gente se preguntara por el significado de un cuadro, pues consideraba que la obra de arte no ha de pretender tener significado alguno, ya que pertenece a un ámbito alejado de la lógica racionalista. El arte, como la poesía, va más allá de la pregunta y de la respuesta, va más allá de la cábala. Es contemplación, sutilidad, esencia viva e iluminada, es la extensión de la mente ─de forma consciente o inconsciente─ más allá de la esfera de esa mente; es la proyección de la realidad más allá, valga la redundancia, de la realidad; es la ampliación del espíritu, con todos los sentidos abandonados a un propósito sublime. Tanto la pintura como la poesía escrita, que son profesiones libres, han de evocar libertad, y eso se logra mediante el establecimiento en nuestro interior de una certeza estética. Como dijo el escritor francés André Gide: «Sin la inigualable belleza de su prosa, ¿quién seguiría interesándose por Bossuet?» Bossuet (Dijon, 27 de septiembre de 1627 - París, 12 de abril de 1704, fue un clérigo, predicador e intelectual francés).

Y es que cuando interviene el intelecto o el poder utilizando la producción artística para divulgar la propia ideología en su intento por probar y descubrir la verdad que hay en ellas, se llena de normas y de credos que todo lo enturbian y deforman: hay que fraccionar, hay que dividir, hay que crear escuelas, hay que progresar y diferenciar, hay que apartar lo moderno de lo viejo, hay que…. «Es el arte», dijo Henry James, «lo que crea vida, lo que crea el interés, lo que crea la importancia... y no conozco ningún sustitutivo de ninguna clase para la fuerza y la belleza de su actividad». Etiquetar el arte es romper o parcelar los sentimientos que despierta, y con ellos a la misma poesía, bien sea escrita o connatural. Los sentidos deben ser respetuosos con la realidad y respetuosos con las artes, pues al fin y al cabo el artista no es otra cosa por mucho que pregonen lo contrario, que un buen o mal imitador de las formas y colores de la vida. Las artes quedan vinculadas entre sí en la deducción de la vis poética que las hermana, pues la fuerza de la poesía deja su huella en cuanto toca uniendo las cosas más dispares en virtud reconocible. Las comparaciones, también en esto son odiosas. El arte en nuestras vidas, afortunadamente, es la compensación que tenemos por todo lo que de bueno se pierde, y a la vez contrarresta lo agresivo cruel y bárbaro que en nuestras sociedades se genera. La poesía en este contexto equilibra por fortuna la balanza, y la vida continúa regenerándose afortunadamente. De lo que se deduce que el hombre para subsistir depende de las artes, y ahí es donde la poesía se convierte en un sensible sentimiento trasformador.


Barcelona. Febrero de 2017.
©Teo Revilla Bravo


jueves, 4 de abril de 2019

EL HAIKU






El haiku



      Es un poema sorprendente y hondamente dificultoso. Habría que vivir años en Japón para lograr meterse de lleno en el sentido de una cultura tan milenaria como impresionante que nos queda tan a desmano emocionalmente hablando, pero que nos puede tocar con facilidad las fibras del corazón. El haiku es el arte de mirar. Tres versos de 5/7/5 sílabas solamente, resultan difíciles de escribir con la naturalidad y frescura que los poetas japoneses saben hacerlo. Idioma y mensaje parecen darse la mano con naturalidad, para situarnos ante las estaciones del año y unas temáticas relacionadas con tres familias de insectos: mariposas, libélulas y luciérnagas (aunque ha ido derivando en cuestiones más cotidianas), que  ha de formar unidades temáticas coherentes con el excepcional lenguaje poético a través de imágenes concisas de la naturaleza imbuidas de espíritu oriental. En todo caso, como en cualquier obra de arte, se trata de expresar una profunda emoción y que ésta -como música que careciera de silencios- forme -con teclas o pulsaciones invisibles- una bella figuración, de tal modo que logre ser percibida por el sensible lector.       
  
Algunos ejemplos sobre luciérnagas: 

Kusa no ha o                                 Sólo al caerse
ochiru yori tobu                           de la hoja de hierba...
hotaru kana                                  ¡echó a volar la luciérnaga!

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Hotarubi ya                                     La noche cede al alba...
kusa ni osamaru                             Las luces de las luciérnagas 
yoakegata                                         descansan en la hierba  

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Utsutsu naki                                    Como si no fuera de este mundo,
tsunami-gokoro np                          cogida con el corazón
kochô kana                                            la mariposa.     

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Barcelona. Abril de 2019. 
©Teo Revilla Bravo.


lunes, 1 de abril de 2019

EL MOVIMIENTO


Obra de Wassily Kandinsky "Composición VIII" 1923.








EL MOVIMIENTO



El tiempo y su incesante movimiento
se deslizan como flechas plagadas
de nervios, desfilando con precisión
tras los cánones inconmensurables del espacio,
mientras se retuercen y se conmocionan
─inesperadas víboras─ con Intención
de hacer blanco sobre las desprotegidas
víctimas. Cuerda tensa, guita del instante
prometedor que Dios enrolla sobre la peonza
de la vida despidiéndola con fuerza inexistencial
al baile voluble de las diligentes flemas
que produce el cimbreado corsé de la existencia.

Vueltas que da la vida donde cabrioleamos
y fluctuamos al azote del impulsivo céfiro
en suma de movimientos ─sonantes,
asonantes, disonantes, resonantes,
tonantes o detonantes─, hasta no poder más
y detenernos vencidos cediendo a la jugarreta
cruel que la muerte ─crecida de pájaros
y locas sisellas─ gamberra se inventa y nos juega.



DESDE EL FONDO
Cuaderno V. 1978 - 1980
©Teo Revilla Bravo.