ENTRE PALABRAS Y SILENCIOS

viernes, 14 de diciembre de 2018

Danza–Ballet


"Danzarinas". 1885. Obra de Edgar Degas, considerado uno de los padres del Impresionismo. Retrató bailarinas en diversas circunstancias: mientras bailaban, se preparaban para ello o ensayaban. Al parecer tras contraer su hermano muchas deudas (era una forma de ayudarle a pagarlas), pues esta temática se vendía bien. Hoy son una muestra innegable de la riqueza de su arte pictórico.







Danza–Ballet
(Una aproximación al arte de la joven bailarina Claudia Perona)

Contemplar bailar a Claudia Perona es entrar en un universo especial, donde los sentidos cobran fuerza y ligereza a través de un trabajo de puntilla y de largas extensiones, comportamiento y lenguaje corporal transmitiendo hechos compositivos de enorme naturalidad y de gran valor creativo que ella va formando: movimientos, gestos, actitudes, que acaban siendo sublimares para el espectador. Verla bailar es sentir el temblor de la pureza, la vibración de la autenticidad, el reclamo de lo sensible, gran voltaje emocional que ella compone con los pies, con los  brazos, cuerpo y alma enteros, aflorados, extrapolándolos a la armonía, al encantamiento, en un potencial componente afectivo, filtro prodigioso donde predomina el plexo solar y las acertadas contracciones corporales. Todo eso que impulsa a la movilidad artística, ahí donde la zona pélvica se identifica como centro de gravedad y emoción, punto de arranque de la técnica, algo poco a poco adquirido desde joven y que la van conduciendo por caminos que pudieran llegar hasta la genialidad.
A través de la danza se crea un espacio íntimo, algo bello que se establece entre danzante y espectador. Claudia, majestuosa e intensa sobre las tablas, desarrolla una función expresiva de gran conformidad, logrando comunicarla al instante: el sentimiento escapa libre y vaporoso de la contextura del escenario, para invadir concordante todo el recinto convertido en una especie de euritmia o equilibrio de las formas físicas en una convulsión poética permanente. Claudia entiende bien el conflicto que se genera entre técnica y expresión, asombroso grito de vida y dicha que se produce sobre el escenario, lirismo acendrado y cálido que va produciendo chispazos de colores ante el espectador a través de un crescendo armónico y expresivo capaz de hacer experimentar cualquier tipo de emociones, ya sean mediante latigazos de melancolía, de alegría, de amor o soledad, de aquello que la trama justifique. La artista con su cuerpo, a través de la estética, bifurcándose en todas las direcciones (traslados, movimientos, ubicaciones) sola o acompañada por el elenco de bailarines, no titubea, acaricia o golpea el suelo al ritmo del latido de su corazón. Ahí nos domina, nos embruja, nos substrae, quedamos absorbidos por la magia de la imagen visual, enredo espectacular de conmociones expresivas, cuadro espléndido de eufonía, color y musicalidad.  La belleza creativa y física adquiere irradiación, cálidas texturas,  auténticas palpitaciones. 

La cosmovisión creada por la danza y la música, a través de los cuales el mundo se contempla como un escenario tan irreal como posible, se ha naturalizado en Claudia mediante el embrujo de la danza. Los largos aplausos al finalizar cada acto en que ella es presencia, así lo confirman, obteniendo su magnificencia máxima al finalizar la obra
Violines o pianos, preludios u oberturas de Schubert, Chopin,  Beethoven; piezas de Tchaikovski o de otros genios de la música clásica o moderna, suenan como gran acontecimiento orquestal, influyendo en movimientos bellamente elaborados. La música no es mero contrapunto; es símbolo; es llama que prende el fuego; es la base sincrónica del acierto y equilibrio, un chorro cósmico, un maná diluvial que acaricia y une, la fuerza que agita al artista sobre el estrado haciéndola volar y gozar. La danza es la gran ocasionadora de la belleza: desplazamientos corporales, agitaciones, rodamientos... Así se producen delicados dibujos, la enervación de todos los músculos que van formando resueltos las diferentes formas. Uno, como espectador, se siente realmente extasiado. Ahí su grandeza. 
Dicen que la danza es la expresión más bella del hombre, de las más sensibles dentro de las disciplinas del arte cuando se da en ella, en perfecto entendimiento, coreografía, baile y público. Esa autenticidad en Claudia Perona hablándonos con el cuerpo, estableciendo expresividad y liberación, creando su propia dramaturgia o liderato, es claro ejemplo de un trabajo bien desarrollado a lo largo de los años que hace de esta niña-mujer un ejemplo de superación constante. Claudia cree, pese a la dureza del esfuerzo en el advenimiento definitivo de la verdad, su verdad sugerente, harmoniosa y consonante con la que construye, sola o junto al resto de bailarines, un visual, sonoro, hermoso poema. A través de ese lenguaje, Claudia inventa-reinventa, escarbando en lo más hondo de sus sentimientos, emocionándonos hasta la lágrima cada vez que tenemos las suerte de verla elevarse, gravitando  y expandiéndose por la atmósfera a través de sutiles filamentos, vibrátiles centelleos, deslumbrantes traslaciones. Ella captura la gracia delicada del movimiento, y nos lo muestra introduciéndonos en las simetrías que se generan entre los cuerpos que se alargan en el salto, deslizándose, arqueándose, relajándose, contrayéndose, para dejarnos fascinados y sin palabras. 
Ahora viene la pregunta: ¿cómo lograr retener el movimiento, paralizar el tempo, permanecer en el embrujo, no deshacer el encantamiento? El gesto es el arte. El cuerpo, en Claudia, es su emisario a través de los sentidos y de los sueños que la habilidad de la danza dispensa; es la acción; el espacio; lo efímero permanente...

Barcelona.-junio.-2012
©Teo Revilla Bravo.


8 comentarios:

  1. Mi admiración por vos como hombre, artista y escritor
    que diciembre te bendiga

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    1. Gracias, apreciada amiga por estas entrañables palabras. Igualmente para ti: que seas feliz
      Fuerte abrazo

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  2. Solo los que poseen una sensibilidad tan exquisita cómo tú, son capaces de darle una razón descriptiva, a cada arte. Eres grande Teo, muy, muy grande. Besoss

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    1. Tú sí que eres grande, Raquel, como persona y como poeta, siempre sensible, siempre dispuesta a ayudar y a estar en causas solidarias. De admirar.
      Un abrazo.

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  3. Tengo la suerte de haberla visto bailar, de entender cada una de estas palabras que le asignas a este arte tan delicado como es el ballet, arte que requiere de un trabajo constante para que cada movimiento por difícil que sea parezca la sutileza del vuelo de una pluma en el aire...una maravilla. Besitos

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    1. Gracias, Karyn. Sí: tuvimos la fortuna de verla bailar y la constancia de sus constantes clases. Ojalá su destino hubiera estado ahí como tanto anhelaba en aquellos momentos.
      Besos.

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  4. Me has hecho lamentar no haber tenido la oportunidad de ver bailar a Claudia Perona, pero parte de la emoción que seguro que me haría sentir, me la has transmitido tú, Teo con tu sensibilidad en las letras y el apoyo de la delicada magia artística de Degas. Gracias, amigo.

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    1. Me da mucha alegría lo que me dices, querido amigo Francisco. Claudia es hija de uno de mis mejores amigos. Desde pequeña ha estado asistiendo a clases de Ballet, hoy es una joven muy valiosa, pero por no se dedica de manera profesional a a ello, Cuando presenciaba actuaciones donde participaba, caía enamorado de sus maneras artística y le escribí estas emocionadas letras.
      Un fuerte abrazo.

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