"Danzarinas". 1885. Obra de Edgar Degas, considerado uno de los padres del Impresionismo. Retrató bailarinas en diversas circunstancias: mientras bailaban, se preparaban para ello o ensayaban. Al parecer tras contraer su hermano muchas deudas (era una forma de ayudarle a pagarlas), pues esta temática se vendía bien. Hoy son una muestra innegable de la riqueza de su arte pictórico.
Danza–Ballet
(Una aproximación al arte de la joven bailarina
Claudia Perona)
Contemplar
bailar a Claudia Perona es entrar en un universo especial, donde los sentidos
cobran fuerza y ligereza a través de un trabajo de puntilla y de largas
extensiones, comportamiento y lenguaje corporal transmitiendo hechos
compositivos de enorme naturalidad y de gran valor creativo que ella va
formando: movimientos, gestos, actitudes, que acaban siendo sublimares para el
espectador. Verla bailar es sentir el temblor de la pureza, la vibración de la
autenticidad, el reclamo de lo sensible, gran voltaje emocional que ella
compone con los pies, con los brazos, cuerpo y alma enteros, aflorados,
extrapolándolos a la armonía, al encantamiento, en un potencial componente
afectivo, filtro prodigioso donde predomina el plexo solar y las acertadas
contracciones corporales. Todo eso que impulsa a la movilidad artística, ahí
donde la zona pélvica se identifica como centro de gravedad y emoción, punto de
arranque de la técnica, algo poco a poco adquirido desde joven y que la van
conduciendo por caminos que pudieran llegar hasta la genialidad.
A través de
la danza se crea un espacio íntimo, algo bello que se establece entre danzante
y espectador. Claudia, majestuosa e intensa
sobre las tablas, desarrolla una función expresiva de gran
conformidad, logrando comunicarla al instante: el sentimiento escapa libre y
vaporoso de la contextura del escenario, para invadir concordante todo el
recinto convertido en una especie de euritmia o equilibrio de las formas
físicas en una convulsión poética permanente. Claudia entiende bien el
conflicto que se genera entre técnica y expresión, asombroso grito de vida y
dicha que se produce sobre el escenario, lirismo acendrado y cálido que va
produciendo chispazos de colores ante el espectador a través de un crescendo
armónico y expresivo capaz de hacer experimentar cualquier tipo de emociones,
ya sean mediante latigazos de melancolía, de alegría, de amor o soledad, de
aquello que la trama justifique. La artista con su cuerpo, a través de la
estética, bifurcándose en todas las direcciones (traslados, movimientos,
ubicaciones) sola o acompañada por el elenco de bailarines, no titubea, acaricia o golpea el suelo al ritmo del
latido de su corazón. Ahí nos domina, nos embruja, nos substrae,
quedamos absorbidos por la magia de la imagen visual, enredo espectacular de
conmociones expresivas, cuadro espléndido de eufonía, color y
musicalidad. La belleza creativa y física adquiere irradiación, cálidas
texturas, auténticas palpitaciones.
La cosmovisión creada por la danza y la música, a través de los cuales el mundo se contempla como un escenario tan irreal como posible, se ha naturalizado en Claudia mediante el embrujo de la danza. Los largos aplausos al finalizar cada acto en que ella es presencia, así lo confirman, obteniendo su magnificencia máxima al finalizar la obra
La cosmovisión creada por la danza y la música, a través de los cuales el mundo se contempla como un escenario tan irreal como posible, se ha naturalizado en Claudia mediante el embrujo de la danza. Los largos aplausos al finalizar cada acto en que ella es presencia, así lo confirman, obteniendo su magnificencia máxima al finalizar la obra
Violines o
pianos, preludios u oberturas de Schubert, Chopin, Beethoven; piezas de
Tchaikovski o de otros genios de la música clásica o moderna, suenan como gran
acontecimiento orquestal, influyendo en movimientos bellamente elaborados. La
música no es mero contrapunto; es símbolo; es llama que prende el fuego; es la
base sincrónica del acierto y equilibrio, un chorro cósmico, un maná diluvial
que acaricia y une, la fuerza que agita al artista sobre el estrado haciéndola
volar y gozar. La danza es la gran ocasionadora de la belleza: desplazamientos
corporales, agitaciones, rodamientos... Así se producen delicados dibujos, la
enervación de todos los músculos que van formando resueltos las diferentes
formas. Uno, como espectador, se siente realmente extasiado. Ahí su
grandeza.
Dicen que
la danza es la expresión más bella del hombre, de las más sensibles dentro
de las disciplinas del arte cuando se da en ella, en perfecto entendimiento,
coreografía, baile y público. Esa autenticidad en Claudia Perona hablándonos
con el cuerpo, estableciendo expresividad y liberación, creando su propia
dramaturgia o liderato, es claro ejemplo de un trabajo bien desarrollado a lo
largo de los años que hace de esta niña-mujer un ejemplo de superación
constante. Claudia cree, pese a la dureza del esfuerzo en el advenimiento
definitivo de la verdad, su verdad sugerente, harmoniosa y consonante con la
que construye, sola o junto al resto de bailarines, un visual, sonoro, hermoso
poema. A través de ese lenguaje, Claudia inventa-reinventa, escarbando en lo
más hondo de sus sentimientos, emocionándonos hasta la lágrima cada vez que
tenemos las suerte de verla elevarse, gravitando y expandiéndose por la
atmósfera a través de sutiles filamentos, vibrátiles centelleos,
deslumbrantes traslaciones. Ella captura la
gracia delicada del movimiento, y nos lo muestra introduciéndonos en las
simetrías que se generan entre los cuerpos que se alargan en el salto,
deslizándose, arqueándose, relajándose, contrayéndose, para dejarnos fascinados
y sin palabras.
Ahora viene la pregunta: ¿cómo lograr retener el movimiento, paralizar el
tempo, permanecer en el embrujo, no deshacer el encantamiento? El gesto es el
arte. El cuerpo, en Claudia, es su emisario a través de los sentidos y de los
sueños que la habilidad de la danza dispensa; es la acción; el espacio; lo
efímero permanente...
Barcelona.-junio.-2012
©Teo Revilla Bravo.
Mi admiración por vos como hombre, artista y escritor
ResponderEliminarque diciembre te bendiga
Gracias, apreciada amiga por estas entrañables palabras. Igualmente para ti: que seas feliz
EliminarFuerte abrazo
Solo los que poseen una sensibilidad tan exquisita cómo tú, son capaces de darle una razón descriptiva, a cada arte. Eres grande Teo, muy, muy grande. Besoss
ResponderEliminarTú sí que eres grande, Raquel, como persona y como poeta, siempre sensible, siempre dispuesta a ayudar y a estar en causas solidarias. De admirar.
EliminarUn abrazo.
Tengo la suerte de haberla visto bailar, de entender cada una de estas palabras que le asignas a este arte tan delicado como es el ballet, arte que requiere de un trabajo constante para que cada movimiento por difícil que sea parezca la sutileza del vuelo de una pluma en el aire...una maravilla. Besitos
ResponderEliminarGracias, Karyn. Sí: tuvimos la fortuna de verla bailar y la constancia de sus constantes clases. Ojalá su destino hubiera estado ahí como tanto anhelaba en aquellos momentos.
EliminarBesos.
Me has hecho lamentar no haber tenido la oportunidad de ver bailar a Claudia Perona, pero parte de la emoción que seguro que me haría sentir, me la has transmitido tú, Teo con tu sensibilidad en las letras y el apoyo de la delicada magia artística de Degas. Gracias, amigo.
ResponderEliminarMe da mucha alegría lo que me dices, querido amigo Francisco. Claudia es hija de uno de mis mejores amigos. Desde pequeña ha estado asistiendo a clases de Ballet, hoy es una joven muy valiosa, pero por no se dedica de manera profesional a a ello, Cuando presenciaba actuaciones donde participaba, caía enamorado de sus maneras artística y le escribí estas emocionadas letras.
EliminarUn fuerte abrazo.