"Madre e hijo" obra del pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín. 1989.
Albert Einstein nos decía: "El destino de la humanidad será el que nosotros nos labremos". Y aseguraba: "El que experimenta su propia vida y la del otro como carente de sentido, no solo es infeliz, sino incluso incapaz de vivir"
EMOCIONES Y SENTIMIENTOS
Las emociones
que experimentamos, llegan a través de un estímulo, bien sea exterior o
interior, que se adhieren casi sin notarlo al tejido más sensible de las
paredes de nuestros corazones. No sabemos bien por qué sucede, pero ahí se van agitando
como burbujas de diferentes efectos en función de los estímulos que provocan, relajando
la desazón y sinrazón que a veces nos dejan ciertos hechos o personas hiriéndonos
con palabras o hechos con o sin fundamento u objetivo claro, o bien provocando un
alegre estado de gozo en casi de ser positivas. En todo caso, las emociones nos
hacen más fuertes, acaban siendo experiencias, ayudan a adaptarnos al entorno
en que nos toca desenvolvemos permitiéndonos interactuar, ojalá que de manera
sensata y efectiva, en las componendas de la propia existencia. Motivaciones,
deseos, objetivos, culpa, amor, vergüenza, orgullo, odio, etc., aquello que nos obliga a vivir un cambio
constante e inapreciable en la actitud del propio cerebro y aún del mismo
cuerpo, siendo fundamento de nuestros actos y pensamientos ojala que para
conducirnos a un estado ideal de mayor convivencia y bienestar.
La emoción,
que nace del regalo de un impulso de manera espontánea tras sufrir una efectiva
alteración en el ánimo, al valorarla estimamos que nos ha provocado un
sentimiento que puede alterar ciertas percepciones sobre algo que ya sentíamos. En este sentido debemos, tras
sacar las oportunas consecuencias, dejar que nuestras vidas se rijan a través
de la nobleza de nuestros actos complementando en lo posible el ansia de una
sonrisa, de un abrazo, de la palabra amable que se nos demanda amiga. Sensaciones
que no se ven ni palpamos, pero que aparecen de repente para ser valoradas como
actos de solidaria hermandad. El gran objetivo de la vida es hacer caso a estos
avisos (agrado, alegría, satisfacción, adhesión, ayuda), sentir que la sensibilidad
avanza, que los temblorosos cosquilleos del amor soñado mejoran el sentido abierto
del destino de la humanidad.
Barcelona,
junio de 2019.
©Teo Revilla Bravo.
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