GUERRA Y
PAZ EN LA PERCEPCIÓN DEL POETA
“La primera
condición para la paz es la voluntad de lograrla”. -Juan
Luis Vives-
Una pequeña reflexión,
un deseo, algo que nos haga creer que podemos alejarnos de la guerra que destruye,
que envenena el alma, que nos hace seres enemigos de otros seres. La guerra
divide, crea odio y mata. Por eso el poeta no puede ser otra cosa que su contrario.
El poeta es la parte sensible de esta humanidad enceguecida, ama la paz, quiere
eliminar del mar oleajes frenéticos y violentos, impedir que agentes químicos y
contaminantes profanen aguas, algas y peces; pretende que los cielos queden
libres de reactores, misiles y poluciones, así como que la tierra sea un vergel
que proporcione alimentos y solaz a todos los seres humanos. Los poetas, como diría el
Premio nobel de la paz Albert Scheitzer, al mover y remover sentimientos nos
encadenamos a los sufrimientos casi sin darnos cuenta. Apelamos a la
sensibilidad de la gente e intentamos llegar a las conciencias con poesía haciendo
nuestro lo que otros sobrellevan, como es el dolor y la impotencia, escribiendo
como buenamente podemos sobre estas preocupantes cosas. El poeta no puede
escapar de la historia: ha de interpretarla y escribirla para intentar
mejorarla y quitarle el olor a desesperanza que intoxica y hiede el mundo.
La paz sólo es un
resquicio de luz, una luminaria pequeñita entre tanta cerrazón y oscuridad
abusiva que sirve, esa es su gran fuerza, para salvarnos del desastre total. La
luz es un intersticio sumamente importante: combate sombras y sinsabores; genera, con su templada irradiación, esperanza; es el amor que se siente, la sonrisa
amiga, la belleza y el afecto compartido. Por eso lo primero que debemos hacer es combatir y solucionar nuestra propia
guerra, esa que todos llevamos de una manera u otra dentro. La paz siempre será
un antónimo del odio y de la destrucción. La paz es la brida tirada hacia la armonía,
la avenencia, la hermandad y la comprensión. Es, quizás, quizás,
una quimera más, imagen del ave que vuela en libertad tras paisajes y vientos embriagándose de luz y de cielos, de valles, collados, ríos y montañas, vistiéndose
de ideales, sueños y utopías. La paz es un anhelo en el poeta, como lo es también
el amor, deseos firmes donde palpitan versos preñados de optimismo y certezas
que sirve para contrarrestar tiros, detonaciones y bombazos.
Anhelamos paz. Amar la
paz, hacerla posible a través de la poesía y arte en sus palpitares de piedra, barro,
versos, notas, o pinceles impregnados de cultura y tolerancia. Que vuele ese pájaro, raudo, alto y
libre, hacia su destino, nuestro destino.
Barcelona.-Mayo.-1917.
©Teo Revilla Bravo.
Teo: Alabo por supuesto tu inclinación a la concordia. Te merecerías una respuesta más extensa, pero la guerra y los guerreros es algo connatural de los humanos: luchar y guerrear por conquistar los bienes que otros poseen, por un sueldo más justo; y su contrario: querer más riqueza, más poder... La lucha de contrarios nunca acabará.
ResponderEliminarCruda realidad, ¿Eh?
ResponderEliminarAbrazos, Mauricio.
Tú lo dices, quizás sea una quimera pensar en un mundo mejor, en un mundo en donde la paz, la tolerancia y el respeto fueran las columnas en donde reposara la gran piedra base:la cultura. Sueño o quimera, da lo mismo, mientras exista este deseo o anhelo en un ser, hará mejor este mundo. Besitos
ResponderEliminarCiertamente, Karyn, mientras haya personas que quieran mejorar las cosas, que su impulso sea generoso y altruista en vez de egoísta y bélico, el mundo irá mejor y a mejor.
EliminarAbrazos.
Iba leyendo e imaginaba un suelo con verde césped y flores multicolores por donde avanza una rueda inmensa, gigantesca que lo va aplastando todo al rodar con una fuerza autónoma que va destruyendo lo sembrado, pero que detrás de ella misteriosamente vuelven los porfiados pastos verdes a resurgir por sobre el barro y los destrozos. Cuando la rueda sigue su camino hacia adelante, hacia el horizonte, otra vez el verdor se impone con algunos espacios amarillentos irrescatables, pero todo se vuelve a acomodar de a poco. Hasta que vuelva la próxima rueda, la poesía volverá a la lucha pacífica para tratar de lograr la imposible paz.
ResponderEliminarSeguro que siempre habrá un poeta con una lapicera al hombro haciendo la guardia. Umberto Eco dice que los humanos siempre estamos inventando a un enemigo, para confrontarnos mutuamente. Un trabajo muy profundo teo, y por supuesto coincidimos plenamente. Un abrazo grande.
Me has metido en tu comentario, amiga Norma, y no me saldría de él, tan a gusto estoy dentro entre letras que dejan cálidas sensaciones y también motivaciones.
EliminarSeguro que sí. Seguro que siempre habrá un poeta con una lapicera al hombro en guardia vigilante siempre para contrarrestar lo que bien apuntas de Umberto Eco al que no le faltaba razón. Gracias por deleitar con tus escritos.
Un abrazo.
Teo
Loable deseo el que expresas, pero ajeno al devenir del género humano, desde el principio de los tiempos. Tampoco los poetas se han sustraído siempre a la seducción de la violencia a mayor o menor escala... Recordemos al batallador y peleón Quevedo e, incluso, al seductor Lope, como ejemplos al azar. Abrazos.
ResponderEliminarNo sé si me sirven, Francisco: hablo del poeta pacífico, de la poesía como razón y sentido de paz. Ellos, como tantos otros, eran diestros escribiendo y denostando o enfrentándose a otros vivamente exaltados y agresivos, recuerda el algo más que rifirrafe que tenían Quevedo y Góngora... Así que mi escrito supongo que es más un deseo utópico que una realidad; aunque me cuesta admitirlo. Gracias por comentármelo. Fuerte abrazo.
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