NO ME LO DIGAS
No me lo digas, amor:
necesito
tenerlo silenciado, suspender
el llanto, centrarme, aprender
que el grito amargo es un cristal
roto atravesando peligrosamente
el reflexivo acomodado aliento.
Sabes que solo los momentos
personales nos empujan hacia
el injusto desahucio de las horas,
sumergiéndonos en el submarino
gris que recorre los fondos sublimares
del alma para avanzar sin ser
interceptados y poder llegar lejos.
No me lo digas, amor,
con palabras, respóndeme
con la mirada:
¿qué hace sufrir
inútilmente, porqué el odio
nos trasforma en fieras,
que ciegas tinieblas nos asedian,
dónde el milagro de la luz?
Necesito -a través de tus ojos-
esa luminaria y su milagro
sostenido por el viento trémulo
de la tarde resonante que choca
contra el silencio más indolente
haciendo innecesarias preguntas
y respuestas.
OCÉANOS DE LUNA
(Cuaderno VIII. (1984-1987)
©Teo Revilla Bravo
Hay momentos en la vida en que la balanza no se equilibra, que nos deja de alguna manera devastados tras un temporal, pero como casi siempre en tus poemas, el naufrago busca en lontananza la magia esperanzadora que provoca la luz de un faro en los ojos del amor. Hermoso. Besitos
ResponderEliminarKaryn Huberman Sí, es una constante, como si todo estuviera en abierto peligro que al cabo se logra vencer. Gracias, ya no la intuyes ni presientes -la poesía que escribo- ya la adivinas...
ResponderEliminarUn abrazo.
El grito amargo como el cristal roto... esa imagen se me quedó resonando en el resto de la poesia, profunda, con un lenguaje muy tuyo que nos tienes acostumbrados a todos tus tectores,,, en lo personal me agrada mucho, gracias por este poema, me encantó!
ResponderEliminarGracias a ti, amigo Modesto. Para mí es una gran ilusión que me leas los poemas, sé que hay un hilo muy fuerte que une tu sensibilidad poética y la mía.
EliminarAbrazo.