ENTRE PALABRAS Y SILENCIOS

jueves, 21 de enero de 2021

OBSERVAR UNA OBRA DE ARTE

 


  Dos espectadores ante el tríptico de Francis Bacon,"Tres estudios de Lucien Freud"





OBSERVAR UNA OBRA DE ARTE

 

      Hemos de hallar la disposición propicia desde la que mirar una pintura. Esa donde el ojo se siente cómodo abarcándola complaciente. Una prudencial distancia desde donde se hace más grande y global, al producirse la correcta acomodación visual, ya nos acercaremos luego para percibir y estudiar detalles. Porque es en el hecho de retroceder, entornando los ojos un poco, que sentimos el verdadero valor global captando la composición y el ordenamiento general de las masas de materia y color que posee. El escudriñamiento e inspección cercanos, nos permitirá apreciar los valores que pueden tener las diversas partes de la obra, como es la limpidez de las veladuras, las peculiaridades del dibujo y sus líneas, así como el mecanismo y la andadura de la materia usada.

     En la escultura sucede prácticamente lo mismo, aunque en este caso dándose uno lentamente la vuelta tras haber quedado antes unos instantes magnetizados. Con ese movimiento corporal, se nos va revelando la diversidad y complejidad de los distintos perfiles que posee, así como la soltura prevista con cuidadoso aplomo y mimo por el artista; podemos sentir y comprobar, también, los juegos infinitos de luces y de sombras que flexionan delicadamente sobre su superficie, quedando posiblemente sorprendidos y sensibilizados por sus formas o su  belleza.

    Manteniendo estas prácticas, el ojo comenzará poco a poco a perder hábitos perezosos, aprendiendo a ver la obra tal cual es (y no como se quisiera que fuese previamente), dialogando con ella e interiorizándola asimilando cualidades y defectos.

      La obra de arte, al provocar la atención, se convierte en reflejo de quien la observa si es seducido por ella. Nuestras almas se las ingenian bien para interpretar casi lo imposible en arte, acercándonos a los aspectos más elevados que puede lograr el hombre en puro deleite sensorial.

 


Barcelona, enero del 2021

©Teo Revilla Bravo




6 comentarios:

  1. Es un momento especial cuando una obra de arte se acerca, te llama y algo se deja contigo.

    Me gustó conocer tu espacio, Teo, un abrazo

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    1. Gracias por tu visita y comentario, Mujer de Negro, de momento misteriosa para mí...
      Dejo un abrazo.

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  2. Es muy cierto tu escrito, las obras nos llaman, crean ese "tilín" que nos hace volver a ellas quizás fruto de cierto magnetismo particular...y te acercas y ves cada detalle y luego te alejas y ves el todo en su grandeza. Recuerdo haber sentido esto al observar los grandes murales de Sorolla, así como guardando las distancias, las especiales obras de Miquel Barceló. En todo caso, cuando uno está frente a una obra, cualquiera sea, debe tener la voluntad de abrir la mente, no quedarte en el "me gusta" o "no me gusta". Hay mucho más dentro de cada obra artística. Besos

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    1. Karyn Huberman Está el alma, su alma, para contarnos cosas y hablarnos de la persona que se filtrada en todo ello y de las circunstancias que le llevaron a crearla. Y estamos nosotros reflejados muy posiblemente en múltiples aspectos que quizás ni sepamos definir ni encontrar. Ahí la magia del arte.

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  3. Claro que si ellas nos acercan
    o también nos alejan, depende verdad
    que si, un placer visitarte mi amigo.

    Besitos dulces

    Siby

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    1. TODO DEPENDE. DE LA OBRA, DEL MOMENTO, DE LA SENSIBILIDAD DE CADA QUIÉN...
      Gracias por tu visita, Suby y por los besitos dulces.

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