ENTRE PALABRAS Y SILENCIOS

lunes, 16 de noviembre de 2020

TRANSEÚNTE

 


Transeúnte. Dibujo al carboncillo de Rubén Darío Gómez





TRANSEÚNTE.

 

 

Transeúnte. Con qué fin, para qué, hacia dónde,

si perdido no me hallo amor en ti.

 

Doy pasos a ciegas sin los arreglos conductores

de unos ojos que dictaminen seguridad y querencia.

 

Gateando por suelos de acontecimientos triviales,

me deslizo, corazón dolido, uñas afiladas, mente

en alerta, para arañar un resquicio que me aparte

de la gran verdad que es comulgar un día más

con la irrefrenable e inconsistente quimera

de padecer tu atractivo e imponderable poder.

 

Suceden acontecimientos  que hacen reír o llorar,

pero que a la vez iteran que quejarse es inútil

en esta humedad que penetra hiriendo los huesos.

 

Ciclos que inevitablemente terminan añorando

la imposible abstracción transparente de tu rostro.

 

No importa nada si no esa terminal de latigazos

lumínicos que encierras en tus adormecidos silencios,

algo que traduzco como un adiós cruel,

espejo transformado en imagen de abyecta

resignación, ojalá que en hallar paz en los largos  

pabellones del olvido, del silencio, del desamor.  



OCÉANOS DE LUNA

(Cuaderno  VIII. (1984-1987) 

©Teo Revilla Bravo. 







6 comentarios:

  1. Tus versos son un largo padecer, un camino rodeado de espinas en donde el dolor es inútil, porque reconoces la verdad aunque no quieras saber nada de ella. Lo increíble es, que de esa herida tan profunda, fluya poesía. Besitos

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    1. Karyn, así es. La poesía está en todo o se surte de todo, especialmente en las almas que sufren; la felicidad ofrece más libertad a la expansión, aunque también la capte y cante la poesía. Un abrazo.

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  2. La enorme fragilidad e indefensión ante el sufrimiento doloroso que se agazapa a nuestra espera en algunos pliegues de la existencia. Triste, pero hermoso.

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    1. Gracias por estar, Francisco. Sabes lo que significa de amistad y entendimiento. Un abrazo.

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  3. Una gran tristeza y desconsuelo inunda tu poema, pero con una claridad muy intensa de la inutilidad de ese sufrimiento que nadie puede remediar, pero un gran consuelo y desahogo al hacerlo. Me encantan tus poemas de esos años. Un abrazo.

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    1. Muchísimas gracias, amiga Imelda. Cierto que en cada época tiene uno una manera especial de expresarse. Al tomarlos ahora y releerlos, me doy cuenta, en parte y de manera clara, quién era, quién soy.
      Un abrazo.

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