ENTRE PALABRAS Y SILENCIOS

sábado, 5 de octubre de 2019

COMPONENTE EMOCIONAL. ARTE


Obra de Arístides Maillol,  pintor, grabador y escultor catalano-francés.











COMPONENTE EMOCIONAL. ARTE 



El hombre ante el misterio. El hombre situado ante un espejo que le restablezca la propia efigie emocional, en lo posible la más desnuda. El hombre interrogándose, buscando explicaciones y respuestas imposibles a través del arte, gravitando sobre una suerte de anexo o reflejo fiel que le ayude a comprender, mediante expresiones más o menos gratificantes, la magnitud o significancia de su existir. Cuando estos enunciados se convierten en arte, nos permiten anhelar la perfección latente que toda persona lleva consigo través de la misma mirada, acto afortunado de lo que sentimos como inspiración o transfiguración estética filtrada desde la identidad entusiasta de nuestro ser. La mirada ha de ser fotográfica, no tanto en la forma de captación vehemente como  en la de la misma personal esencia; ha de recoger, como lo hace la lente de la máquina fotográfica, esa  serenidad que logra captar la aparición de la idea, del objeto o la obra. El arte, aún inconscientemente, nace como una búsqueda necesaria que pone a prueba o analiza la realidad, de tal manera que nos ayude a canalizar la vida y situarnos ante ella. Su función es llegar, transformar, desahogar y conmover, como reflejo de un continuo avance. Cuando nos impresionamos o emocionamos todo se revoluciona dentro de uno. Así nace o cobra valor el arte que se refleja en obras realizadas por el hombre, pero es de la naturaleza de donde recogemos sus esencias y aprendemos. Para que esto sea así, ha de tocar las fibras  sensibles del artista que realizará la obra, y por ende las del potencial espectador que la contemple. Como si uno y otro lo hicieran a través de una trascendente y comunicativa respiración, producida milagrosamente en las entrañas vitales del hermoso pulmonar del alma, imperioso propulsor que junto al corazón nos mantiene vivos. 
La esencia del arte pictórico es esencialmente la luz, medio para la omisión de significados concretos en su  revelación experimental, al formar un lenguaje universal que permite conocer los aspectos más positivos y amplios del alma humana. En las obras artísticas es la expresión lo que funciona como filtro simbólico del pensamiento, y es el acto de fe –poesía- lo que permite rendir culto a los valores más altos. En arte, los personajes, sus rostros, los paisajes, las formas abstractas, el lápiz, el barro, la palabra, la nota musical, etc., son proyectados hacia una luminiscencia inherente al ser. Éste, el artista, los realiza iluminado por el exterior, bañado por esa luminaria que anuncia el evento inesperado, sutilmente recogido, que de otra forma se perdería. Es algo que se da muy bien en fotografía, pero también en toda obra artística, musical o literaria, de tal modo que quede apresado en una suerte aura o hálito fluido y sensible. Sin arte, la humanidad se asfixiaría. O como diría el genio de  Nietzsche: “sin el arte –la música en su caso- la vida sería un error”.  El hombre ha de experimentar para intentar  entender el entorno en que vive, con callada tortura o el alegre goce: obrar es existir. Nada ni nadie responde claramente a esa llamada de auxilio vital que lanzamos desde bien temprano. Lo creado debe de sobrevivir y establecer una situación poética de transferencia, pócima, elixir, cura, que nos ayude a situarnos ante la savia emocional de la existencia y así tratar de comprenderla. En esa correspondencia uno podría encontrar quizás, el principio a la solución del problema que se genera, que no es otra cosa que la ansiedad por avanzar. Las obras han de tender a significar el momento en que se vive en creación, y del mismo modo el que siente el espectador sin tener que sufrir  desazón  pretendiendo forzar significados. Las mentes han de permanecer libres y sin condicionantes. Quizás todo sea más simple de lo que parece y nos compliquemos perdiéndonos en constantes valoraciones. Reflexionar con calma, y obrar, pues la ansiedad es una mala compañera que genera exigencia, rápidas expectativas, posibles bajos resultados, y por ende malas referencias y peores explicaciones.
Es a través de las obras de arte, que se puede uno avenir con la existencia atravesando órbitas, abriendo caminos, confinando pesadumbres, aliviando ansiedades, liberándonos en lo posible mientras se sondea ese viaje interminable que es la vida. EL anhelo del artista, ha de crear ámbitos atemporales de interrogación, ha de lograr comunión con los otros hallando armonía desde  el placer de reflejar la vida y la realidad estructurando la moral de cada época, expresando conflictos internos y externos, denunciando y ayudando a satisfacer y mejorar la subsistencia.
El artista camina  tras lo mitológico. Va hacia donde el presente sea un absoluto integrador, una habitable soñada eternidad llegada a través de una obra bruñida con luces que van dirigidas directamente al corazón, a los procesos comunicativos, a fortalecer los valores de la humanidad y sus necesidades estéticas y de conocimientos, de tal modo que se establezca una visión novedosa de la realidad, optimizando en lo posible los procesos de comunicación y de integración en lo social transformable.
El componente afectivo en el arte ha de estar explícito e implícito, coronando la obra con una poderosa carga emotiva; ha de ser un sonoro grito de libertad, rabia, gozo o expectativa. Sin corazón, no hay obra. El arte es una necesidad para la propia marcha de la existencia humana; es un grito libertario, desgarrador, emocional, turbador, que nace de las fibras más sublimes, transgresoras y sensibles. Si esto no se produce la obra está muerta, o simplemente no es. El arte y el hombre son indisociables. No hay arte sin individuo, pero tampoco habría individuo sin arte. Es así de sencillo desde que la humanidad comenzó a utilizar las manos y a generar un complejo lenguaje con ellas. Sabemos que el mundo se hace más inteligible a través de las distintas facetas artísticas que se van desarrollando a lo largo de los tiempos. Por eso la labor provocadora ha de tener un lirismo innato, un latigazo esclarecedor, una alerta o emoción poética que impulse sensaciones. La obra de arte, cualquier obra, ha de convencer, haciéndonos descubrir el soplo de la creación, el Aleph, el deseo de partir desde el mismo origen tras la exploración de los ricos enigmas que atesora ese universo que contiene la grandeza del propio ser. La obra de arte -verdadero lujo de la existencia-, es logro, es la bondad de sentir lo asequible necesario, desafiado, investigando, deteniéndonos a escuchar el murmullo de los pensamientos, el rumor de pasos y el rumor del aire, el latir de la sangre, el hálito enriquecedor, los ritmos cardíacos y circulares que señalan vida y muerte.


Barcelona.-Agosto.-2012
 ©Teo Revilla Bravo.


4 comentarios:

  1. Que texto tan profundo, Teo. Confieso que he tenido que leerlo varias veces para captar toda su esencia.
    Has descrito de manera sublime el arte y como nos afecta personalmente a cada uno. El alma del artista posee una sensibilidad especial. Donde él descubre la belleza, quizá otro pase de largo. Es algo que nace del corazón. Me ha fascinado la idea, de que "El arte es una necesidad para la propia marcha de la existencia humana" Menos mal que nos queda el arte...siempre nos podemos cobijar en él. Gracias por esta aportación tan magnífica.

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    1. Gracias, Maripaz, por la lectura, por esa constancia en asimilar algo que podría parecer un poco espeso y que quizás lo sea. A veces escribo sobre estos temas, me meto directamente en ellos y yo mismo he de releerlos y revisarlos hasta darles la debida coherencia. Si lo consigo, quedo satisfecho: me he explicado, puede comprenderse.
      Tu comentario es una fuente de ánimos.
      Fuerte abrazo.

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  2. Recoger en nuestra mente y corazón, las sensaciones, los colores, la luz y tratar de derramarlas al completo sobre el lienzo, con la misma intensidad, con la misma fuerza o delicadeza, pero además debemos regalar a la obra el toque personal, ya sea en la pincelada, en el grosor o finura de la pintura... regalar no sólo todo lo que nos hizo sentir, también todo lo que removió dentro nuestro, eso hace la obra "perfecta" si es que existe. Besitos y felicitaciones.

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    1. No te falta razón en este pequeño y bien pertrechado argumento en torno a la pintura, querida Karyn. La vida es la fuente, sin duda, y la Natura la gran inspiración.
      Abrazos.

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