"Estudio para composición VII", obra del pintor ruso Wassily Kandinsky
Las pinturas de Kandinsky muestran una tendencia hacia la plenitud, por la equivalencia en intensidad de las áreas de color y la superficie reluciente que destruye toda ilusión de profundidad.
ALGO MÁS SOBRE LA OBRA ARTÍSTICA.
“CRITERIOS DE CALIDAD”
Los
criterios de calidad en toda obra artístico-literaria, devienen en gran parte
del momento en que ésta aparece dentro de un contexto determinado,
considerándosela útil en la afinación de un estilo al que se quiere beneficiar
por supuestos valores previamente concertados o preestablecidos desde sombras controladoras dominantes. Valores
–llámenseles de estilo, tendencia, agrupación, escuela, etc.- puestos en
boga por quienes se proclaman responsables intelectuales a la hora de decidir
sobre el arte y su destino, valorando
contenidos y tendencias sin admisión de réplicas ya que todo -y todos- está comprado
y hábilmente retribuido por soportes especulativos de la oferta y la demanda. Hablo de quienes dictaminan, enjuician, favorecen, discriminan (con
respaldo académico o político a menudo), a capricho, dando por sentadas unas
opciones sobre otras al hilo de
intereses concretos sin importarles realmente hallar lo esencial
comunicativo, valores necesarios que van surgiendo y transformando el
arte desde la soledad y sinceridad sin hacer mucho ruido.
Cualquier
supuesta obra de arte que pudiera marcar directrices o tendencias novedosas a considerar, han de venir avaladas por esos importantes señores, o simplemente
no ser salvo en milagrosas excepciones. Esto da idea del daño que puede
ocasionar, en la historia del arte y en su desarrollo a lo largo de los siglos, la manipulación y el interés de los que poseen el poder de decidir y la
potestad de influir, creando cátedra y abriendo espacios al público. A
mi modo de entender, el hecho artístico no tiene más credibilidad en estos
juicios que la que deviene de círculos determinados con fuertes
intereses en esquemas elegidos en todo momento bien protegidos
por las redes que dominan el comercio. Provechos e intereses económicos que
subyugan al arte espontáneo en un intento por anularlo. Intereses y provechos que varían según la época y
criterios del momento, pero que incitan a entrar y persistir, casi por
obligación, en una corriente determinada, lo que no deja
de ser una cuestión de prácticas amparadas y protegidas, lanzadas con mucho
ruido o boato, volátiles y arbitrarias como para
atribuirles respeto como determinantes en el hacer cultural.
Lo
vemos en ferias de arte, en galerías, en exposiciones más o menos rimbombantes, a través de sorprendentes anuncios, o en medios donde aparecen críticas
influyentes. Todo es subjetivo en el arte. La mayoría de lo que hoy son
aparentes relumbres cegadores, acaban al cabo en oscuras naderías. Estamos
condicionados por el consumo rápido, por efecto del camelo; estamos atraídos por la publicidad, quizás sin habernos detenido realmente en la obra señalada para poder vivirla desde la necesaria emoción o desinterés. Nada puede considerarse de
validez universal ni llegar a todo tipo de público, ya que afortunadamente
siempre hay quien sabe elegir por sí mismo huyendo de engaño fácil o de la
ortodoxia impuesta por ímprobas academias o escuelas condicionadas por intereses
especulativos. Huir de los convencionalismos que genera lo mediático a bombo y platillo, ayuda a
saber elegir y encontrar valores más allá de los que intentan meternos a
toda costa por los ojos como si fuéramos estúpidas esponjas.
Es
esencial, ese aparte que hacemos al mirar una obra, el silencio revelador, la
distancia necesaria de observación, no sólo para valorar lo notable creíble que nos impresiona
y fascina, sino que también para ayudarnos en la propia creación particular si a ello nos dedicamos, fuera de influencias perniciosas. Hay que saber apartar
(esto es lo difícil como todo en la vida) el trigo de la paja, y sobre todo
saber descubrir la maléfica cizaña protegiéndonos de cicutas o perejiles de los marjales
que embellece caminos pero que ingeridos matan.
Un análisis desapasionado, dejándonos mecer por la melodía del instante, nos pondrá en alerta inmediata del farsante, acercándonos mejor a la obra de calidad, al autor, al artista. Y aprender a seguir avanzando.
Un análisis desapasionado, dejándonos mecer por la melodía del instante, nos pondrá en alerta inmediata del farsante, acercándonos mejor a la obra de calidad, al autor, al artista. Y aprender a seguir avanzando.
Barcelona.-29.-07.-2012.
©Teo Revilla Bravo.
Sin duda que se aprende contigo, agregaría también que se comprende. Creo que tu escrito no tiene desperdicio y que en especial el penúltimo y último párrafo sintetiza, sin duda, a lo que nos debemos atener en cuanto a la obra de arte y su calidad. Estupendo. Besos
ResponderEliminarGracias, Karyn. Soy yo quien aprende.... Cuando me pongo a ello, de tanto darle vueltas y pensar, caigo en la cuenta de que a la vez me voy aclarando yo mismo sobre estos aspectos del arte y la literatura. Como un ejercicio. Que lo es...
EliminarUn abrazo.
Yo, que te considero un Maestro de la pintura, no tengo por menos que avalar tu exposición, porque además creo en ella y creo que es tal cual lo cuentas. Hay dos miradas "como mínimo" al observar una obra. Una es la Crítica, la otra es la humana que al fin y al cabo es la que refleja nuestro sentir. Enhorabuena una vez más. Un abrazo y gracias.
ResponderEliminarGracias a ti, Raquel Herrero Alverolal. Me hace especialmente ilusión esa sintonía. Sí, hay muchas miradas, pero solo una cuenta de verdad: la que se hace desde el corazón, sin condicionantes.
EliminarUn abrazo.
Brillante análisis que suscribo en su totalidad y en el que sólo he echado de menos una referencia al papanatismo de aquellos que, sin criterio ni formación alguna, se suman a las proclamas del corifeo de turno para alabar boquiabiertos pretendidas obras de arte que sólo son dignas del cubo de basura o de los almacenes de desguace. Bien visto y mejor contado, Teo.
ResponderEliminarTienes toda la razón, falta ese importante detalle, porque se da y mucho. Gracias, Francisco, por subscribir este pequeño escrito sobre arte. Aquel año me dio por escribir sobre estas cuestiones y a ves, Facebook, me las recuerda.Admiro tu gran sensibilidad.
EliminarMuchísimas gracias,