"Mujer escribiendo" del artista malagueño Pablo Ruiz Picasso
EL DESEO DE ESCRIBIR
¿Qué es lo que impulsa a
alguien a escribir, qué efectos originan ese ánimo? ¿No llega uno a menudo
inducido por un texto hermoso que se ha leído emocionado, un estímulo provocado
por un soberbio fragmento de un gran autor? ¿O es, quizás, la pretensión de encontrarnos
a nosotros mismos en el ejercicio deseable de sentir emerger algo del propio
ego que nos alivie y positive? ¿Cómo,
por otro lado, ante la pretensión de salir
airosos del pánico a la página en blanco, al bloqueo inesperado, a la duda
siempre presente, reaccionamos? Nada fácil es saberlo, ya que escribir es una
práctica envuelta en mitos e idealizaciones complejas. La sensibilidad nos
lleva a ello, a pretender atrapar y retener emociones, quizás para
distinguirnos en algún aspecto del resto de mortales, quizás para tratar de
hallar algo de luz en un mundo a menudo hostil y oscuro. Para ello, para
aspirar hacerlo honestamente bien, se precisa aprender a escribir, a salvar montañas
de obstáculos, a vencer ratos de mal humor y desánimos, a saber controlar esas sensaciones
de fracasos e impotencias.
En realidad, y a pesar de
lo dicho, el ejercicio de la escritura no deja de ser algo simple, no exento de
disciplina como requiere cualquier otro trabajo manual o intelectual. El día a
día, la labor constante, el errar y volver a errar hasta conseguir un vislumbre
que se aproxime a lo que intuido pretendemos lograr, un poema, un relato, un
cuento, una novela o ensayo, es el loable propósito. Esto no garantiza que lo
realizado tenga calidad, lectores, haya de ser óptimo y plausible; y aún
resultando positivo un trabajo, con las mismas desazones y riesgos, se vuelve a
comienza desde cero el siguiente ejercicio, siendo conscientes de que ese
cúmulo de palabras que escribimos puede precipitarse directamente al vacío.
Pasa en toda forma
artística. Escribir –como pintar, esculpir, componer- requiere concentración y la suficiente habilidad
que nos permita saber contar, con los instrumentos oportunos, una historia. El transcurso
del tiempo, añadido a algo de talento e ingenio, son nuestros mejores aliados
para dar con la clave de la superación y quizás del éxito, al menos, a nivel
personal. Es cuestión de dar con ese código flexible, que nos permita jugar
abiertamente con las palabras invirtiendo su orden para descubrir nuevas
contexturas, renovadas artimañas, uso de trucos, voluntad de incesantes búsquedas, aprendiendo
de los grandes maestros que nos precedieron en el intento. Solo con un amplio
abanico de amplias posibilidades de las más diversas índoles, podremos
defendernos parapetándonos de temores y dudas, así como del posible menosprecio
de ese potencial lector crítico.
Barcelona, junio de 2018.
©Teo Revilla Bravo.
Entendiendo y compartiendo cuando expones, Teo, me pregunto si existe una sola causa del deseo de escribir o si hay tantas como escritores o, mejor, como escrituras. No soy capaz de explicarlo, pero se me antoja que "cada caso es un mundo". Abrazos.
ResponderEliminarCreo que hay tantas como escritores, Francisco, que a cada uno se nos da de una manera, tienes toda la razón, pero todos animados por una fuerte carga sensibilidad; como en todo arte, por otra parte.
EliminarTe agradezco mucho tu lectura y tu comentario, querido amigo. Un abrazo grande y que estés sobre todo bien.
Bien, Francisco.
EliminarBien, Teo.
EliminarGracias por permitirme participar. Soy aprendiz optimista y esta oportunidad la voy aprovechar poniendo en práctica estas sugerencias. Gracias
ResponderEliminarGracias a ti, Ramona por llegar hasta este rincón y dejar tu cálido saludo y comentario. Yo también soy aprendiz optimista de todo, eso nos hermana más.
EliminarFuerte abrazo.
Teo.
Pienso como Francisco. Cada cual es un mundo y así serán la cantidad de causas por las cuales nos da por escribir. En mi caso, la escritura me llamó como una forma de descargar sensaciones y sentimientos, luego, bastante tiempo después, vendría la ficción a mi narrativa. Reconozco una falta de disciplina, que me divido en muchas cosas y el tiempo no me alcanza para hacer todo cuanto quisiera y hacerlo bien. Tú sí que eres disciplinado!!! Besitos
ResponderEliminarYo disciplinado sí que soy pero, mentalmente, caótico: tengo que revisarme y revisar lo que escribo -o pinto- constantemente, es como si no me fiara de lo que hago o escribo. Ya me conoces. Lo único que he conseguido con el tiempo, es poder mostrarlo... (te oigo hablar con Izan, tratar temas de sociales....)
EliminarUn abrazo.
Siempre a la búsqueda del "código flexible". Espléndido.
ResponderEliminarGracias, amigo Alfonso por ese espléndido que nunca ilumina el rostro...
EliminarFuerte abrazo.
Me sobrecoge tu vértigo por analizar el hecho de escribir, en su sentido impropio de manchar cuartillas con el aliento propio de quien no tiene mejor cosa que hacer y se lo pasa pipa palabreando y rengloneando. Abrazo, Teo.
ResponderEliminarVamos de sorpresa en sorpresa, amigo Mauricio. Ya ves: hasta escribiendo y razonando sobre sobre todo esto se puede pasar con amenidad el tiempo.
EliminarUn abrazo de regreso.