Rostro de amor quedamente
revelado, matices y músicas
estirando la claridad de la noche
hasta juntar claras constelaciones
nacidas de agitados pasionales
arrebatos, silencios empapándose
de cálidas brisas, de primordiales
significados.
Cuerpos abundantes —luces,
vida— de leves temblores.
Todo gira y gira en torno,
universo abierto, envoltorio
de alegría, encrucijada luminosa,
noche larga que en ti se alarga.
Tu presencia lo hace posible,
va creando en torno a mí
prodigiosas órbitas de encendidos
colores que se van agrandando,
creando dominios extraordinarios.
Rostro de amor, danza interior
eres donde la mirada se acomoda
a lo invisible brotando en luminoso
ámbito, ahí donde se reúnen lunas
y soles en mil estelares detalles.
Un poema hermoso que se recrea en el rostro amado, preciosa la obra que reflejan muy bien los versos, en especial el último párrafo. Besitos
ResponderEliminarBesos, Karyn. Me alegro que la obra -con cierta ayuda de quien no nombro- haya resultado al menos agradable. Inmensas gracias.
EliminarLa pintura es una fotografía. El realismo constelado con un áurea sin significados.
ResponderEliminarGracias, Mauricio. ¿Y el poema?
EliminarUn abrazo.