Obra de Jackson Pollock, "Convergence", 1952
DESTRUCCIÓN DE LA FORMA
(Al vuelo de unas declaraciones sobre arte del director del MEAM, José Manuel Iniesta)
(Al vuelo de unas declaraciones sobre arte del director del MEAM, José Manuel Iniesta)
El arte
del siglo XX se caracterizó por la insistente persecución y destrucción de la
forma, por elevar la abstracción, el informalismo artístico y la
experimentación, a algo casi sagrado destruyendo -o intentando destruir- los
valores tradicionales como son la armonía, la perfección y la racionalidad, reivindicando
sobre todo la espontaneidad. Con el comienzo del siglo XXI este ciclo
inquisitorial parece haberse dado por concluido, al comprobarse que la
destrucción de la forma no daba para más inventos, ni quedaba mucho campo por
recorrer en esa dirección. Hay quienes opinan que en estos momentos, el arte
está en una situación de esterilidad absoluta, que nada nuevo puede sorprender como
para quedarse de verdad. A tenor de esto, son los poderes públicos los que se
han atrincherado en su defensa, los que desde hace años se han hecho cargo de
la dictadura en el arte, los que han manteniendo el status quo de la destrucción
de la forma como algo primordial. Esto lo vemos, repetidamente, en la incesante
promoción de artistas afines absolutamente experimentales. Lo malo de todo esto
es que niegan las bravas aportaciones de generaciones jóvenes más o menos
revolucionarias, que buscan camino fijándose en maestros como Rembrandt, Goya o
Velázquez. Un retorno a los clásicos, convencidos de que no se ha vuelto a
pintar como lo hacían estos grandes maestros, recuperándolos con ilusión y
admiración e intentando aprender de ellos, de lo que se ha considerado siempre
arte, o sea, la figuración. Conscientes a su vez de que la destrucción del
pasado, como preconizaban y alentaban algunos avispados, no nos ha llevado a
ningún fin concreto, aunque haya que reconocer y valorar todo aquello relevante de
esta aventura que sirva para establecer puentes y contribuya a crear un arte
que dé lugar a un lenguaje novedoso sin cortapisas ni limitaciones.
Hablando
de los grandes maestros, es cierto que no se les puede copiar, que es un
imponderable, pues la realidad actual es otra. Pero de ningún modo se les puede
negar como no se puede negar la utilidad de los museos, algo que algunos, Tristan
Tzara a la cabeza, deseaban destruir en enfebrecida idea de que el arte ha de
ser algo vivo (consideraban los museos como almacenes de arte muerto) cuando la
realidad es que éste, Tristán Tzara, está muerto, y los museos siguen manteniéndose
vivos y más visitados que nunca, a veces con largas colas de gente en su
exterior esperando entrar. En esa fantasía de querer destruir la forma
reemplazándola por montajes y construcciones variopintas, ya nadie cree
fehacientemente. En tal caso, tienen el valor que cada cual desee darles. La triste
realidad en todo este asunto es, que sólo han servido -y siguen sirviendo- para
que una clase financiera, poderosa y manipuladora, se haga millonaria.
Arte
o no arte. La verdad es que hay un agravio comparativo entre lo que se paga por
un cuadro de Pollock por ejemplo, y lo que se paga o pagaría por otros más
anónimos que se lucen en museos, valorados comparativamente muy poco teniendo
una carga artística incontestable. ¿Quién es quién para poner un precio u otro
a una obra de arte? Son juicios apriorísticos sin duda. En cuanto se intenta poner
un precio a una obra se comete el error de imponer una valía determinada, que
influirá sin duda en transacciones económicas. Y es que no es el público el que
establece valores precisamente, siendo quien avala el éxito y el conocimiento posterior
de la obra: en este mercado del arte, en esta comparación expuesta, el
espectador, muy posiblemente, se inclinará por dar valor a la obra barata en
detrimento de la cara, la reacción del público siempre es significativa. Pero
esto al mundo del arte oficial no le interesa y sigue presupuestando
millonariamente a centros que, salvo puntuales exposiciones ajenas a su fondo, son
una caja hueca y vacía. Estos grandes centros se nutren, de la presencia de supuestos
intelectuales entendidos, algún anónimo que le pica la curiosidad, y sobre todo
por procesiones y procesiones de escolares que no entienden nada de las
explicaciones que se les da. Hay una desconexión clara, entre el arte oficial y
la percepción que del mismo tiene el público. La pregunta es: ¿por qué se
mantienen estos centros tan costosos en contra del gusto general? Está claro
que está condicionado por tendencias, máxime si tenemos en cuenta el valor que
tienen estos montajes, al mediar en ello grandes fortunas. Por otro lado,
hay que conservar un status quo, EEUU a la cabeza como centro mundial, aunque para
ser justos también es el centro de la renovación artística y de la vuelta a la
figuración o del hiperrealismo que es su expresión más exagerada, trabajos que
llegan a ser casi fotográficos. Alguien decía: “Nos han obligado a destruir la
forma, pues vamos a demostrar que se puede pintar la figura mejor de lo que se
ha pintado nunca”. Estos artistas llamados hiperrealistas, lo que desean –así
se defienden- es poder llegar a superar a la misma fotografía sin imitarla exactamente,
intentando que el resultado sea más cálido, expresivo y brillante. La forma sigue viva, y el tema da mucho de sí…
Barcelona, 02 de noviembre de 2017
©Teo Revilla Bravo.
Ufff, el tema en realidad da para mucho, la gente de a pie suele pensar que el arte contemporáneo, osea actual, es como la obra que pusiste para ilustrar, un abstracto muy colorido donde no hay formas reconocibles, sólo manchas o tal vez puedas encont...Ver más
ResponderEliminarLa imagen puede contener: cielo, nube, exterior, agua y naturaleza
El tema da para mucho, es como meterse en un berenjenal. Pero apasiona si se trata con elegancia, educación y mimo. La obra de nuestro amigo Juan Carlos Julián era de una sensibilidad exquisita y claramente poética; hay muchos pintores abstractos que dejan translucir su alma mediante esta singular abstracta manera; pero otros pintores son endemoniadamente duros; ahí en ellos yo no me encuentro. Gracias por todo cuanto nos dices no exento de razón. Un gran abrazo
EliminarEn una sociedad mercantilizada y con limitado criterio artístico, es difícil establecer la frontera entre lo que vale y lo que cuesta alguna obra. Una dialéctica con frecuencia incomprensible e, incluso, confrontada. Excelente tu análisis que comparto, pues creo que, al final, todo se reduce a la sensibilidad individual, al margen de los mercados que son... otra cosa. Abrazos, amigo.
ResponderEliminarCiertamente, Francisco Rodríguez Mayoral, el mercado es otra triste cosa y el arte sobrevive a sus vaivenes pese a ello necesariamente. Gracias por tus palabras siempre sensatas, siempre bien valoradas y bienvenidas por mí pues compartimos ideales y maneras de entender la vida artística y creo que hasta la vida en general.
ResponderEliminarUn abrazo desde este comenzado domingo barcelonés, espero que plácido y sereno.