Obra, "Ejercicio de pintura, Limonero" Teo Revilla Bravo. 2012.
LA PERCEPCIÓN DEL ARTE
“Lo que parece no siempre es lo que es, y lo
que es no siempre es lo que parece; la percepción crea nuestra propia realidad”
Rob McBride.
El arte ha de ser el lenguaje que
trasmita al espectador lo sublime, todo aquello que sensibiliza, altera para
bien, y colma el espíritu haciendo que cada vez que el espectador observe una
determinada obra el sentimiento percibido sea idéntico o incluso mayor, acompañándolo en el crecimiento, evolución y maduración. El arte, si realmente satisface, ha de
producir un efecto efectivo que se acomode con facilidad al júbilo intelectual del
espectador.
El arte, tras pasar una etapa de
investigación, de informalismo, novedad y duda, como ha sido su desarrollo a lo
largo del siglo XX., parece entrar ahora en una etapa de regreso a la
sensibilidad, a la belleza formal, a lo elevado, al talento. Quizás porque el
momento actual, pleno de desgarros vicisitudes y temores, nos lo demanda sin
tanta ansia de originalidad y novedad como en otros periodos. El arte no es más
que un reflejo del tiempo social, cultural y emocional, en que se desarrolla. Lo importante es que esté siempre presente, como fanal de
atracción sensitiva sea del estilo que sea, alejado de la manipulación
constante de intereses comerciales y políticos que deberían estar, sobre todo, por la dedicación y empeño en educar a los niños en las escuelas para que un
día logren saber distinguir una obra común -por buena que sea- de otra
simplemente genial.
Llegados a este punto, surge una
pregunta: ¿Cómo saber realmente que una obra en concreto es realmente del
agrado axiomático de uno, que no existan fuertes condicionamientos para aceptarla tal como nos la presentan? Porque puede muy
bien ser que esa obra concreta esté diseñada, con calculada destreza, precisamente
para agradar (ya los interesados en imponer gustos artísticos y sus manipuladores se afanarán mediante los medios de comunicación de masas que controlan espacios de
audiencias de que esto sea así) y, cuando uno la intente interiorizar compruebe
que no queda recogida emocionalmente, que es puro humo y nada más. La obras que
interesan y llegan, han de estar plenas de energía y eficacia, han de llegar directas
al corazón como bellos acordes, texturas, tramas, colores, formas, etc., invadiéndolo sin que uno se dé cuenta. La obra de
arte, sea del estilo o movimiento que sea, ha de sacudir el ánimo, y también las
entrañas.
En este amplio panorama de belleza
artística contemporánea, no podemos olvidarnos del trabajo interactivo creador
de mundos virtuales que engrandecen el concepto del arte y que poseen un gran potencial.
Obras llegadas con gran expectación e intensidad, trabajadas con todo detalle y
esmero seguro que para quedarse, transformarse, y engrandecerse: aerografía,
videojuegos, películas, arte digital, hologramas, arte conceptual… Aspectos
artísticos donde el que escribe, ha de reconocerlo, es un neófito que no ha
logrado llegar del todo, admirándolo en ocasiones, pero descaminándose y perdiéndose todavía con harta frecuencia.
Barcelona, noviembre, 2017.
©Teo Revilla Bravo
Bello limonero e interesante ensayo sobre la percepción del arte, que no es otra cosa que la manifestación humana de las ideas, sentimientos y evocaciones de una realidad, de una ilusión, mediante la creatividad de nuevos mundos e idealismos "enlatados"
ResponderEliminarTe agradezco mucho tu visita y tus palabras, Luis. Sé que convergemos en estas cuestiones artísticas que ayudan a sensibilizar y recorrer más eficazmente el camino de la vida.
ResponderEliminarUn abrazo.