Pintura:
"Abstracción", de mi autoría.
Texto: Teo Revilla Bravo, sobre una idea original de
Karyn Huberman.
DONDE
NO HABITE EL MIEDO. CARTA A MARIO
"Cada día un promedio de 137 mujeres alrededor del mundo mueren a manos de su pareja o de un miembro de su familia, según una información dada a conocer por Naciones Unidas."
"Cada día un promedio de 137 mujeres alrededor del mundo mueren a manos de su pareja o de un miembro de su familia, según una información dada a conocer por Naciones Unidas."
Dudaba de si escribir esta nota o no
hacerlo. Al final me he decidido no sin que se me encoja el corazón. Mira: me
tiemblan las manos, se me sacude todo el cuerpo, temo verte entrar súbitamente
por la puerta y sorprenderme.
No es fácil decirte, Mario, que no me
encontrarás cuando llegues, me habré ido para no volver, no te enojes que te
conozco. En realidad un día u otro deberías esperarlo, aunque sé que lo ves
inconcebible, que tu ceguera y sentido de la posesión no te lo permiten. En
todo caso, te he dejado cena en la nevera para cuando llegues, con minuto y medio
en el microondas será suficiente; la ropa queda lista y planchada
para mañana, como habitualmente la tienes cada día; toda la casa queda en orden,
es la última concesión que te hago, el postrer aliento que me anima cuando
contemplo esto que me rodea. No te niego que pese a todo, mientras escribo estas
líneas y lo observo todo, aún resbala una lágrima por mi rostro, no sé si por
ti, por mí, o por ambos, ya da igual.
Dónde me voy, dónde estaré, te dirás con
ánimos de ir enrabiado a buscarme. No intentes hacerlo. Ya no. Sería inútil. Me
voy a un lugar sin duda mejor donde nadie me grite ni me golpee, donde nadie me
hable para achicarme y anularme a cada momento; a un lugar donde respirar,
donde poder sentirme persona y no propiedad, donde no se me imponga lo que deba
hacer y pueda tener la opción de elegir lo que desee dentro de mis posibilidades.
Donde no habite el miedo estaré, no creo que puedas comprender lo que significa
eso.
Sabía desde hace tiempo que debía hacerlo,
pero me costaba, me acobardaba, me retenía y amilanaba, sentía pavor solo con
pensar en tu violenta reacción. He aguantado tanto porque, confusa, he creído
durante mucho tiempo que te quería pese a todo, que un día todo sería diferente,
que cambiarías y volveríamos a sentir la ilusión del comienzo cuando nada de lo
que luego ha venido y ni por asomo imaginaba. He vivido esperanzada y engañada durante
mucho tiempo, pero al final he logrado abrir los ojos, mirarme por dentro y sentir
y ver solamente dolor, miedo, desesperanza,
una vida desaprovechada y rota. Me he cansado de mirarte con temor a menudo
aterrorizada, desolada de aguantar la mala vida que me has dado; de sentirme
sombra me he cansado; de ser la empleada de la casa a la que le pagas con un
par de bofetadas por semana; de tus gritos, de tu poca delicadeza y mal amor, de
tu falta de ternura, de verte llegar cada atardecer nervioso y enfurecido, de juzgarme
como una nada a tu lado, de considerarme un cuerpo en tu cama satisfaciendo tus
instintos más básicos sabiendo que no te importaban para nada mis sentimientos.
Me he agotado de vivir incomodada y acomplejada, sin fuerzas ni motivos por seguir
esperando expectativas de cambios.
¿Dónde quedó aquella primera ilusión? ¿Dónde
está el adolescente del que me enamoré? Creo que te imaginé irreal, que te creé
y recreé en su momento a mi medida guiada de la ilusión, que nunca exististe
como tal. Pero desgraciadamente sí has dejado marcados mi cuerpo y mi alma con
coacciones psicológicas, menosprecios, palabras malsonantes y golpes que he
debido disimular.
Difícilmente podré volver a confiar en
alguien el resto de mi vida, pues me has transformado en un ser miedoso y asustadizo.
¿Sabes lo que es eso? ¿Te lo puedes imaginar siquiera? Pero la poca fuerza y
autoestima que me queda ha gritado basta, ya no más. No me importa si tengo que
comenzar de cero para recomponer mi persona y valerme por mí misma, para intentar
volver a relacionarme con los otros, buscaré la ayuda necesaria. Tú deberías
hacer lo propio. Estás mal, muy mal, que algo no funciona debidamente en tu cerebro,
creo que lo sabes aunque no quieras o sepas reconocerlo. Lo que deseo para mi vida lo
lograré, tenlo por seguro, reencontrándome de nuevo con mi yo. Pues si algo me ha
quedado claro de esta amarga experiencia, Mario, es que en ese yo, y
espero que en el de ninguna otra mujer, nunca más tengan cabida seres como tú.
Barcelona, mayo de 2008.
©Teo Revilla Bravo.
La idea original se mantiene pero tú la enriqueciste con tu exquisita forma de expresar, gracias por darle voz a miles de mujeres que sufren maltratos de todo tipo. Gracias también por la obra que me gusta mucho. Besitos
ResponderEliminarSé que es una obra que te gusta mucho, y eso que es un pequeño cartón donde aproveché pinturas devenidas de otros intentos artísticos. Lo de Mario, tiene ya historia, algo que por desgracia no cesa de suceder, tenemos noticias prácticamente a diario de hechos parecidos y aún más crueles.
EliminarUn abrazo.
Una extraordinaria carta dirigida hacia un vil ser que no se merecía ni tan siquiera tantas explicaciones. Pero para eso está tu bien hacer en estos relatos y hacernos pasar esos maravillosos momentos deleitándonos con tu escritura. Fuerte abrazo.
ResponderEliminarTienes razón: no se merecía tantas explicaciones, quizás ya estaban dadas de mil maneras, y probablemente acabaron siendo para la muda pared. Gracias por tus palabras.
EliminarUn abrazo, Imelda.
Es tan real lo que refieres que sentí como si lo hubiera escrito mi propia pluma. Desgraciadamente muchas deben sentir lo mismo. Gracias a Dios yo me atreví a escapar y a rehacerme, a ser persona, respetarme y quererme y volví cinco años después pero ya era otra y él también creció y conoció la ternura y la empatía Ahora vivimos lejos pero nos reencontramos como dos adultos que saben amarse de verdad
ResponderEliminarEs una historia, la tuya, María de los Angeles, conmovedora pese a todo. Esa es la actitud: aprender de la propia vida, los propios y ajenos los errores, y saber luego, desde la concienciación, perdonar y sentir que todo fue una pesadilla.
EliminarUn abrazo grande, apreciada amiga.
Un relato estremecedor, detallas a la perfección la vida de esas esposas abnegadas que son víctimas de sus maridos,y que en un momento saben dar un portazo y emprender una nueva vida alejada de ese ser tan miserable.
ResponderEliminarGracias Teo por dar voz a todas ellas.
Un fuerte abrazo
Puri
Puri, algo tardío, amiga. Gracias por leerlo, por comprenderlo y compartirlo como no podía ser de otro modo. La realidad nos sigue cercando en este sentido, y con ella la crueldad de ciertos seres en los que, por lo que sea, se confía o confiaba.
EliminarMe olvidé felicitarte por la pintura, es muy buena.Te mereces un montón de aplausos.Eres un artista
ResponderEliminarOtro abrazo
Puri
Gracias por ese elogio que me emociona...
EliminarBesos, Puri.
Que horror pero fijate aqui en USA cada se ve menos, el control de hombres con broncas internas, y mentes locas. La mujer tiene otra posición en el maravilloso mundo del hoy...Aplauso.
ResponderEliminarSí, pero las estadísticas a nivel mundial, son escalofriantes. En las sociedades culturalmente más avanzadas son menos, pero esta violencia de género por desgracia sigue sucediendo.
EliminarGracias por tu atenta lectura y hacerte partícipe de problemas que no podemos obviar.
Mi abrazo.
Muy Bueno como te expresas. Quien es Mario ? La pintura me gusto mucho. Yo Tambien pinto en cartones a veces.
ResponderEliminarMario es un ser imaginario, no existe como tal, sí es representativo de muchas conductas machistas donde la mujer sufre, algunas hasta la muerte.
EliminarGracias, desconocido, por tu presencia.