Se perpetúa el tiempo invitando
a la suavidad de sentir la vida
—huida sin fin—desde
la clara levedad de la misma
hacia el iluso anhelo de permanecer.
Lágrimas circulando por cielos
imaginarios se deshacen hundidas
en sueños que no llevan a ninguna
parte. Nos afanamos por ser
—suspiros de muertos—pequeños
dioses, aunque sepamos que no es así;
lo hacemos por morir un poco más tarde
que el otro; por sentir la eternidad
febril subida a la frente —individuos
de paja— galopar sobre la extensa
vacuidad de la nada.
Una nada encerrada entre años
y huesos que va atascando confusas
miasmas de desaliento atrapándolas
en la gran cloaca —exímaseme
lo antedicho— de la realidad de ser.
Al poeta le pesa la vida, el tiempo se le acorta, como a todos, pero él lo define como nadie en esos "suspiros de muertos" o en los "individuos de paja", listos a desaparecer, a desmembrarse con un viento más fuerte para llegar a ser esa nada extensa con la que él y sus versos bordan de amapolas hasta los campos más secos. Es un poema bello, un poco pesimista, pero la vida tiene de todo y en los poemas se recogen esas sensaciones. Besos
ResponderEliminarAsí es, Karyn Huberman a toda persona sea poeta o no que se sienta así le pesa la vida en ocasiones, es inevitable. El poeta lanza el lamento a través de los versos y busca su desahogo. Gracias por tu comentario que lo define tan bien,
EliminarAbrazo.
Tiempo que fluye en el desmayo existencial que deforma y mantiene, que pasa y retiene, que muere y renace... simultáneamente, en el ciclo vital.
ResponderEliminarGracias, apreciado Francisco. Me ilusiona que sean de tu agrado estos versos. Fuerte abrazo.
Eliminar