Retrato de Gertrude Stein realizado por Pablo Ruiz Picasso.
GERTRUDE STEIN
Fue una densa y singular
mujer norteamericana de principio del siglo XX. A los tres años fue trasladada
a Europa, concretamente a la ciudad de Viena, y de ahí, más tarde, a París. Su aprendizaje fue impulsado principalmente por sus padres,
provenientes de familias judías de clase media-alta. Creadora según algunos, del
término “Lost Generation” (“La Generación Perdida”), fue una poeta centrada en
la comprensión de todo un mundo, el que significó el singular París de
comienzos del siglo. Nadie como ella para revolucionar el arte en aquella
ciudad de las vanguardias artísticas, ya que al poco de llegar a la
capital francesa se convirtió, a medida que iba siendo conocida por sus obras
literarias (modernismo literario) y por su fascinante vida social, en una de
las jóvenes intelectuales más prometedoras.
Gertrude Stein
fue también precoz en otros aspectos, como en el de exigir la libertad, sobre
todo para las mujeres. Y lo hizo aireando su rebeldía y su vida sexual, sabiendo mantener sin ambages ni remordimientos su sentida bisexualidad.
Estamos ante una mujer enorme, ante una de las máximas influencias estéticas que se
produjeron a comienzos del siglo XX. De ella bebieron y se alimentaron muchos
artistas y escritores, como Ernst Hemingway, Henry Miller, Picasso (quien le
dedicó un retrato), Matisse o la escritora Anaïs Nin. Y
es que, aparte de gran literata, supo ser una incombustible agitadora
cultural. Hizo de mecenas, y fue así mismo una gran coleccionista de arte. Por su
apartamento parisino pasaban filósofos, escritores y artistas a todas horas,
tal era su reclamo, su influencia y su poder seductor, así como su entusiasmo en la creación de revistas, salones literarios, prensa y
tertulias. Sus obras abarcan la autobiografía, la poesía, el ensayo, caracterizándose
todas ellas por un alto nivel experimental. Así mismo, es considerada una
renovadora del género memoralístico por textos como el de “la autobiografía de
todo el mundo” (1937).
En cuanto a la
colección de obras, esta mujer acumuló verdaderos tesoros artísticos. Trabajos
de Gauguin, “Sunflowers y “Three Yahitians”; de Cézanne, “Bathers”, “Portrait
of Madame Cézanne”; de Delacroix, “Perseus and Andromeda”; de Matisse, “Woman
With a Hat”; de Pablo Picasso, “Young girl with Basket of Flowers”; pero
también de Renoi, Honoré Daumier, Pierre Bonnard, Henri Manguin o
Toulouse-Leutrec según he podido recoger. Más que obras maestras, lo que pareció
querer coleccionar a toda costa, fue a los genios de la pintura de ese momento tan singular,
siendo su acción beneficiosa a la vez que
fuerte revulsivo en la vida de algunos de estos enormes pintores.
Barcelona, septiembre de 2017.
©Teo Revilla Bravo.
Gracias Teo me parece muy interesante esta mujer rompedora de reglas y coleccionista de arte, Investigaré más de su vida y poesía
ResponderEliminarSaludos, María de los ángeles. Alegría de sentir tu presencia por estos rincones más personales. Creo que sí, que es una mujer digna de conocerse a fondo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Todo un personaje, esta señora, que tú retratas a la perfección con tus palabras; tal y como Picasso lo hizo con sus pinceles en ese cuadro, cuya sobriedad y fuerza siempre me han impresionado.
ResponderEliminarTeo Revilla Bravo Gracias, amigo Francisco. Soy de tu opinión en cuanto al cuadro y en cuanto a Picasso supongo. Qué manera de crear. En cuanto a esa mujer, fue una adelantada en todo, una intelectual con muchísima lucidez. Fuerte abrazo.
Eliminar¡Qué buena introducción a esa mujer y figura señera de principios del XX! Alabo tu dedicación a salvaguardar el arte y la cultura. Abrazo.
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