ENTRE PALABRAS Y SILENCIOS

viernes, 14 de mayo de 2021

ARTE CONTEMPORÁNEO O EL EQUÍVOCO DE IGNORAR TÉCNICA Y OFICIO


Obra de Manuel M. Romero.




            ARTE CONTEMPORÁNEO O EL EQUÍVOCO DE IGNORAR TÉCNICA Y OFICIO 

                                                                                I.

    El arte del siglo XX. se ha caracterizado sobre todo por los intentos de algunos supuestos entendidos por elevar a sus altares, fuere como fuere, la abstracción y la experimentación, así como por la obsesión de pretender destruir la forma minimizando valores considerados tradicionales. Esas actitudes con las que se han intentado soslayar  legados y prácticas asociadas a movimientos que nos precedieron fracasaron, pues siguen vigentes con buena salud. El arte no entiende de elementos perniciosos que marquen preferencias ni diferencias por intereses del momento; el arte sobresale en libertad, en consonancia con las necesidades que demanda la sociedad. Todos los movimientos y tendencias son importantes; todos aparecen por un motivo u otro teniendo su momento álgido en continuidad y desarrollo, propiciando la aparición de otros nuevos que se benefician de su vivacidad, riqueza y prodigalidad. Si destruimos la forma, destruiremos del arte la posibilidad de que los jóvenes puedan sentirlo de modo independiente, valiente y sin complejos, hurgando y mamando de los cánones académicos necesarios para su formación, alas impulsivas que debe marcar su futura personalidad creadora.

    Los maestros siguen siendo los grandes clásicos: Rafael, Miguel Ángel, Velázquez, Rembrandt, Goya, El Greco.… Genios incuestionables que pasaron por un taller y aprendieron la técnica para luego, seguros de sí,  independizarse y crear estilo y escuela propios. Valoramos su pintura, conscientes de que no se ha vuelto a pintar de forma tan total. A partir de estos artistas, deviene el arte nuevo a través de un lenguaje y legado recogidos. A los clásicos se vuelve siempre. El arte contemporáneo cuya obsesión es destruir formas, técnicas y oficio, en pos de una supuesta libertad creadora, comienza a adolecer de falta de ideas causando aburrimiento, pues muchas propuestas no tienen fundamento que las sustente como guías a seguir al estar los límites en ellas muy marcados. Vemos repeticiones y reproducciones, copias y más copias de lo mismo o de algo parecido, allá donde ponemos los ojos. Sucede en grandes concentraciones de arte conceptual, públicas o privadas, donde unos pocos deciden qué  tendencia hay que seguir.

    Si el arte no provoca ideas, habrá que reflexionar dónde y por qué falla. La reflexión es un proceso que sustituye a la contemplación. La obra, al no motivar, impone una tarea ajena a ella misma, un pensamiento donde preguntarnos por qué no genera opiniones. Las nuevas generaciones intentan romper reglas y condicionamientos como se ha hecho siempre, algo inevitable pues el arte es sobre todo libertad y camino. El gran valor del arte contemporáneo lo dieron hace un siglo las sorprendentes obras de Miró, Picasso, Mondrian y otros, creando un hecho que por fortuna para el arte es histórico. A partir de ellos, nada nuevo que sea verdaderamente relevante ha sucedido. El valor del arte contemporáneo es aquel que se le quiera dar, entrando con ello en un debate de exacerbada confusión. El famoso váter de Duchamp, una vez se realizó la famosa exposición donde causó gran impacto, dejó de tener valor inmediato en cuanto se desmontó, ya que esa pieza no dejaba de ser un váter común, algo que fuera de contexto no significaba nada más que lo que era. Un cuadro, una escultura, tienen valor de por sí; un simple váter o cualquier otro objeto utilitario, está claro que no. De lo que se deduce, que el arte a veces no es arte sino un fraudulento espejismo. 

    Hay cuadros llenos de manchones a lo Pollock que valen una fortuna, mientras que un bodegón pintado con toda la técnica y todo el amor del mundo queda arrinconado en cualquier museo o galería sin posibilidad de ser admirado y valorado. Se celebra y paga un nombre, por deseos comerciales sobre todo:  márquetin, moda o tendencia, están de su parte. Todo juicio apriorístico donde “alguien” impone un criterio o tendencia, es la aplicación de una sutil dictadura artística. Lo verdaderamente triste en contraposición, es que con frecuencia el mundo del arte no se interese por valores emergentes, jóvenes artistas con mucho que decir si se les permitiera hacerlo.

    Es un error cada vez más extendido, pretender pintar sin saber pintar o esculpir sin saber esculpir, etc., petulancia que no conduce a ninguna parte. Sin técnica y oficio, no hay arte que dure. Y en arte manda sobre todo el corazón.

 

Barcelona 2014.

©Teo Revilla Bravo






8 comentarios:

  1. Tengo absoluta convicción que para hacer algo bien hecho, se debe estudiar, obviamente que importa si la persona tiene o no talento, eso ayudará y mucho, pero nadie nace sabiendo, hay que prepararse hasta para querer romper con todo lo que se considera arte del bueno, porque no todo es válido por muy "rompedor" que sea. Para que algo pueda ser llamado arte, tiene que haber más que sólo una intención de ser diferente, la obra no solo debe llamar la atención, debe más que nada, emocionar, dejarnos atrapados en ella. Excelente escrito, besitos

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    1. Gracias por tus pareceres Karyn, no puede ser de otro modo: el arte es aprendizaje y es esfuerzo; también iluminación y genialidad para ayudar a su avance, se ha de adaptar a los propios cambios que exige la sociedad.

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  2. Muy interesante tu entrada referida a este tema controvertido que puede ser "el arte", "el artista" y esas preguntas que nos hacemos acerca de :A que llamamos obra de arte?
    Quien puede ser considerado artista?
    En verdad Teo no se si hay una respuesta única
    porque justamente tu frase final .."Sin técnica y oficio, no hay arte que dure. Y en arte manda sobre todo el corazón." vuelve a abrir los interrogantes.
    Claro que hay que estudiar( y mucho) pero hay un componente innato en algunas personas que bien podríamos llamar "un don" que las hace diferentes, y todo lo que tocan lo convierten en " arte", llamese pintura, escultura, grabado.
    Que esa obra sea valorada como tal en el tiempo de vida de esa persona ya es harina de otro costal, a veces si, otras no. Muchas obras alcanzan fama cuando ya el artista ha fallecido, otras según el lugar en donde se encuentran, porque no es lo mismo un Museo, una catedral, una colección privada.
    Y en la apreciación de la obra sin dudas, también esta el conocimiento , porque quien no sabe de arte solo puede valorar desde su gusto personal( que por supuesto es muy valido).
    Pero de lo que creo que no hay dudas, es que a cualquier artista lo mueve una fuerza interior incontenible que necesita plasmarse de alguna manera.
    Gracias por tus post tan interesantes. Buen domingo!

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    1. No, no hay una respuesta única ni siquiera opiniones únicas, Eli, el asunto es un interminable debate o expresión de la magnificencia que posee algo que puede emocionarnos como son las formas artísticas que lo consiguen. Pero es indudable que sin esfuerzo y aprendizaje, sin la magia de la iluminación o el "ángel" que poseen algunos artistas (esa fuerza interior incontenible), muchas obras no hubieran resistido el paso del tiempo.

      Muchísimas gracias, apreciada amiga.

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  3. Un artículo interesante y de concreción determinada. Que sin duda apoyo y comparto desde la nula capacidad de juzgar el arte en pintura.

    Abrazos Teo.

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    1. Juzgar es una palabra poco apropiada cuando hablamos de sentimientos artísticos y quizás de muchos aspectos de la misma vida. ¿Quién puede creerse de verdad juez? Supongo que entender, haber mamado mucho arte desde pequeños, nos ayudan a entenderlo a nuestra manera. Es el tiempo, a la postre, quien se encarga de dar valores.

      Un fuerte abrazo, Ernesto.

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  4. Lo que importa verdaderamente en la vida no son los objetivos que nos marcamos, sino los caminos que seguimos para lograrlos (Peter Bamm)...Te dejo esta cita que bien se asemeja a tu entrada... me he dado el privilegio de acercarme y leer algunas de tus entradas Teo!

    Un verdadero placer poder navegar por tus letras.
    Un abrazo

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    1. Me agrada esa cita que me regalas, amiga A., creo que está llena de sentido.

      Muchísimas gracias por llegar a este pequeño rincón de afectos, palabras y silencios, me ha dado mucha ilusión tu paseo.
      Un abrazo grande.

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