"Angel caído" Oleo del pintor chileno Américo Hume
SOLEDADES
Soledades. Rostros aparentemente ecuánimes,
semblantes
que escapan tediosos de los sueños...
Cinco
espinas clavadas y un desamor profundo,
silencioso
llanto que la noche desasosiega.
Tu semblante,
amor, soñado en la triste amanecida,
cervical
impulso, plegamiento entre sábanas,
cabeza
ocultada descifrándote inútilmente.
Veo y
leo tu rostro ─preciso y luminoso como un
aroma
que lo
revelara el mundo─, en el
ilusivo espejo del sueño.
Pienso
en ti, en tu esencia personal, e inmediatamente
en el
sexo al que incita el presentido cuerpo de ilusión.
Simplifico
el recuerdo. Lo hago en un intento por exhalar
el
ruido eréctil y parnasiano producido por
el deseo
activo preso
y anhelante, situado al filo del goce permitido.
Tu
cuerpo amapolado en sazón de apetitosa vedada
fruta, en mí ─difuso
brazo que el deseo roza─
se
despierta como brevísimo cáustico espejismo.
Luego,
displicente, elevado un tanto sobre la cama
de la
desmemoria, intento calmar alborotos y pasiones
abriendo
un viejo libro de olvidados poemas.
Leyendo.
A riesgo de captar o no captar algo positivo
pues se
trata nada más y nada menos, que de profusos
vanguardistas
versos ─Trilce─ del gran César Vallejo.
Y
haciendo caso omiso a la luz del día que me llama
y
reclama pertinaz, a la imaginación onanista y traidora
que aún
me exalta, desmedido y aturdido vuelvo a dormir
perezoso otro rato, destapada
la cabeza y panza arriba.
“SOLEDADES”
(Provisional)
Cuaderno
XVIII
2013- 2014)
©Teo
Revilla Bravo.
Enfermo doliente y soledad
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