"San Jerónimo leyendo una carta" Obra del pintor barroco francés Georges de La Tour
CONTESTACIÓN
A UNA CARTA DE MARC V. SOBRE LA CRÍTICA
Marcs, te entiendo perfectamente.
Ojalá fuera tan sencillo como lo planteas. Te muestras exigente al desear que
se comenten y aprueben o desaprueben tus poemas adecuadamente. Sé que el hecho
de escribir, de lanzar lo escrito a la ventura de quien pueda leerlo y juzgarlo,
ha generado en ti ansiedad de ser comprendido y quizás, quizás, por saber en
qué y por qué no lo eres o no lo eres tanto.
Dónde acertamos o erramos al dejar
de escuchar la lógica para que el poema surja hermoso, bien fundado, entendible
o no pero mágico, armoniosamente
acertado, y así lo sientan posibles lectores, es complicado saberlo. Lo primero
a tener en cuenta para poder juzgar algo, es centrarse qué se lee
y cómo se lee. No hay fórmula exacta, todo puede ser en arte
cuestionable, y así sucede con la poesía.
Formamos minoría en la práctica
poética y, la mayoría de quien escribe de esa minoría lo hace por una necesidad
imperiosa de desahogo, cuidando, eso sí,
en acertar con las palabras apropiadas que hagan del poema una obra bien
construida.
Recogemos -o intentamos- la estela
artística que otros poetas nos fueron legando, con la idea obstinada de seguir
agrandándola con un tesón sugerentemente atractivo. Así apareces tú con tus
poemas, con tus reclamos, con tu angustia por superarte en cada verso y ser
entendido. Eso es bueno. Otra cosa es la crítica, la corrección, el visto bueno
de quien no se atreve a juzgar. Ese es mi caso. El poema es, o ha de ser, una
obra abierta a gustos e interpretaciones, y creo que a nadie corresponde
entorpecer esa riada de emociones, no al menos a quien no se considera crítico
literario, sí ser emocional.
Aun habiendo transcendido recogiendo
eco de los sentimientos de un lector ante lo escrito, debemos ser cautos. Esos lectores son escasos. Aún los de los
grandes poetas lo son. Neruda se quejaba - precisamente él- de ello, al decir
que no se leía su poesía. La poesía la escriben y la leen los propios poetas.
Por eso las editoriales se resisten a publicarlas ya que lo consideran un acto
de heroísmo editorial, al suponer que conllevan pérdidas más que ganancias.
Habría que tropezar, en este caso, con una editorial especializada en poesía y
con un editor altruista que se ocupe de
ello, pero aún así generalmente no arriesgan. Hay que tener esto muy en cuenta
a la hora de sentirnos comprendidos o ignorados. Sin pretenderlo somos minorías
que no cuentan, como no sea para ofrecer un señuelo cultural de cualquier
estamento social o político con la concesión de algún premio en fiestas
patronales. Esto de la poesía es un círculo, que se cierra prontamente.
Por otro lado, estos bardos que
escriben y leen poesía desde el silencio más religioso, suelen mostrarse
remisos a juzgar la labor de otros. Eso es lo que me sucede. Hay miedo a herir
susceptibilidades. O quizás por creer, como te decía, no estar a la altura de
poder ofrecer una opinión pertinente bien razonada (¿se razona la poesía?). No tengo vocación, ni intelecto,
ni ínfulas, ni ganas de crítico, sí de lector al que si le llegan al alma unos
versos los agradece profundamente. Uso y abuso de la crítica conmigo mismo, eso no lo puedo evitar, cuando
repasando y repasando descalifico versos, estrofas o poema enteros, por no
hallar satisfacción al creer haberme perdido en el intento. Esto nos sucede, Marc, a los que somos exigentes y perfeccionistas. Lo uno conlleva lo otro. Me gustaría saber discernir
debidamente, poder hacerlo ajustándome a tus requerimientos calificando o
analizando debidamente tu poesía que, créeme, valoro bien, y dejarte
anotaciones precisas sobre esto, aquello o lo otro. Quizás haga un intento
especial sabiendo que lo deseas, intentando ser ayuda ante la duda pese a no poder satisfacerte en lo fundamental, no es mi vocación.
Tienes razón, cuando me dices que
hablar de poesía, de nuestra poesía, es la causa primera de nuestra correspondencia
de ahora y de nuestra amistad de siempre. Lo celebro.
Volviendo a lo mismo, discúlpame iteraciones,
juzgar la labor de otros no es agradable, al menos no lo es para quien esto escribe. Nunca
sabes cuándo te pasas o cuándo te quedas corto, cuándo habla la amistad o el
afecto, cuándo infravaloras una labor hecha con sinceridad, sensibilidad y
delicadeza quizás porque quien escribe no nos cae del todo bien, o nos resultó
pedante y pesado en algún momento. ¿Influye esto en la valoración de una obra?
Sin duda. Quizás sea por eso que resulta embarazoso y complicado escribir sobre
la labor ajena, saber encontrar las palabras justas. Nos falta humildad y
conocimientos suficientes como para reconocerlo y encajar una
crítica, así como para hacerla sin parecer pretenciosos y engreídos. Es
complicado.
De todas formas, Marc, cada cual
es como es. Creo que deberíamos aceptarnos así y dejar de querer estar expuestos
a valoraciones ajenas aunque ayuden. Al exponer una obra a un posible un lector,
dejamos abierta ciertas posibilidades: que agrade o no agrade; que se lea como algo creativo o
como algo que no lo es tanto; que ni siquiera se lea sea bueno o sea malo, algo
que suele suceder valorándose desde el limbo literario donde habita el adulador
o el inicuo. Ya sabes: encajar una mala crítica,
es lo que peor se nos da al ser humano: nuestro orgullo nos lo suele impedir
intentando huir de una verdad que no satisface y disgusta- “Dices las verdades
y pierdes las amistades”. Por eso, cuando se hace una observación sobre un
poema hay que hacerlo con respeto y delicadeza, teniendo siempre la confianza y
el visto bueno del otro. ¡Cuántas vocaciones artísticas han roto una dura y
cruel crítica! El problema con el que tropezamos, es que el poeta que ha
intentado hacer su escrito de la mejor manera con su tiempo y esfuerzo, es
generalmente un alma sensible y susceptible: si recibe una mala crítica con
severas valoraciones a la contra, se hunde; si se le alaba y se le complace por
conformarle, se le engaña y perjudica. Como ves, muy complejo.
Un fuerte abrazo.
En Barcelona. Septiembre del 2010.
©Teo Revilla Bravo
Una carta muy interesante para mi, amante de la poesía, y que me ha ayudado gracias a tus palabras a saber un poco más este apasionante mundo.
ResponderEliminarAmo la poesía como amo la belleza en si misma.
Con la simpleza de la emoción que me produce. Como no soy una experta, me limito a saborearla desde la libertad que me da el sentimiento. Por eso entiendo muy bien esas palabras tuyas: "El poema ha de ser una obra abierta a gustos e interpretaciones, y a nadie le corresponde entorpecer esa riada de emociones, no al menos a quien no se considera crítico literario, si ser emocional.
Siempre es un placer visitarte y aprender de ti.
Abrazos.
Maripaz, muy agradecido siempre a tu presencia en este blog, a tus palabras que son estímulos, a tu generosidad humana. Me alegra que puedas encontrar puntos de interés en el escrito.
EliminarUn abrazo enorme.
Teo.
Poco más hay que decir después de tu escrito, tan claro y sensato. Zapatero a tus zapatos, dice un viejo refrán...y aún así, si se llama o se pide una crítica, ésta debe ser realizada desde el conocimiento y el respeto, siempre desde el respeto. Besitos
ResponderEliminarAsí es: sin respeto no hay solución al conflicto humano, es a través de éste que podemos lograr avanzar de la mejor manera. También en el sentido literario.
EliminarUn abrazo.