"Las espigadoras" también conocido como "Las cosechadoras" es una obra realizada por el pintor francés Jean François Millet en 1857. Se conserva en el Museo de Orsay, París.
Millet fue una de las figuras claves de la pintura francesa dentro de esta corriente realista. La obra se engloba en las que realizaba un nutrido grupo de artistas que, rechazando las formas pictóricas y sociales de la época, fundamentaron su vocación pictórica en aspectos netamente naturales.
ELEMENTOS DE INSPIRACIÓN: “El Romanticismo”
“Yo no soy sólo socialista, sino también demócrata y republicano
partidario de la revolución; en una palabra y sobre todo, un amigo sincero de
la auténtica realidad” - Courbet.
Hay que escoger –a veces
llegan solos- elementos de inspiración que nos permitan acercarnos a la obra
posible y al mismo tiempo, cómo algunos creadores contemporáneos, introducir nuevas miradas y aportes
al realismo, ese estilo que por fortuna pasen los años que pasen, sigue presente.
Acercarnos, aún siendo conscientes de que aunque la realidad cambia con el paso
de los tiempos su apariencia y esencia, siguen siendo las mismas: versátiles,
esquivas, difíciles de atrapar por no decir que imposibles. Parte del acierto
se lo debemos a Gustave Courbet, considerado el mejor exponente del realismo,
quien aportó una verdad liberada, sin idealización alguna, realizando una
declaración acerca de su uso a través de un manifiesto que se denominó “El
pabellón del realismo”, desafío técnico de trabajar con la luz, el color y el
espacio.
El Realismo es un intento
-desde el ardid visual e inmanente del concepto de mímesis- de mostrar lo visto
y vivido del modo más verídico y objetivo posible, cubriéndolo con ciertas
veladuras de romanticismo con el que guardaba estrecha relación al comienzo,
derivando luego en un trasfondo completamente opuesto a éste al resistirse a
embellecer la realidad con símbolos
considerados del pasado. No podemos olvidar que este movimiento aparece (entre
otros países como Alemania o Inglaterra) en Francia con el derrocamiento de
Luis Felipe, potenciándose con la proclamación de la II República y más tarde
con el advenimiento de la Comuna que elevó la dignidad del trabajador y luchó
por la respetabilidad del pueblo. El artista, consciente de las nuevas situaciones, se hace solidario representando esa realidad con talante crítico lo más
objetivamente posible y a modo de compromiso. Los académicos, reacios y tardos
en asumir novedades, los acusaron de
recrearse en lo feo, en lo vulgar, en lo morboso e incluso en lo obsceno.
No les importó:
se reafirmaron en ello haciendo oídos sordos a las críticas,
plasmando aspectos amplios de la vida cotidiana que vivían y sentían necesario
mostrar.
En el Realismo se imponía
el detalle de objetos llegados por simpatía o contraste: texturas, iluminación,
sombra, volumen, y en dibujo la representación de personas lo más
detalladamente reales, así como copias o
reproducciones de cosas inanimadas, como un cielo, una flor, el
ferrocarril, la industria, plazas, cafés, circos, teatros, parques, rocas, escenas
de playa, o incluso entierros y actividades similares. La temática era y sigue
siendo inagotable, generándose una obra antropomorfa y personal por muy exacta
que se quiera hacer: el artista posee un amplio campo de representación, tanto
en temática como en intención, algo que distingue a este estilo pictórico de la
fotografía. Porque el artista ve con su retina, pero sobre todo con una mirada
llena de vida, exponente de lo que su alma siente. Al ser su propósito
fundamental representar objetivamente la realidad, se le consideró un arte sin
estilo. Pero el artista, aún creyéndose en su obra fiel a cuanto le rodea,
digan lo que digan otros, siente que crea
e inventa. Bienvenida sea su permanencia en el tiempo.
Barcelona. 25 de octubre
de 2019.
Que interesante me ha parecido tu post. Leyendo a Balzac he podido percibir ese Realismo en la literatura que ahora amplio en la pintura.
ResponderEliminarMe fascina ese tomar conciencia de los artistas por lo temas sociales a través de sus obras.
Al no tener conocimientos en este saber, me gusta aprender de ti que eres erudito en esta materia.
Gracias por compartir.
Bueno, Maripaz, erudito en la materia, no. Sí curioso, estudioso e interesado en las cuestiones artísticas en general.
EliminarMuchísimas gracias por tus amigables palabras. Un abrazo.
Un artículo interesante que nos hace comprender el paso del romanticismo al realismo, época que me agrada mucho por esas obras costumbristas, lo que hace la gente en cualquier sitio, la visión del pintor sobre todo aquello que lo rodea e impacta por algo o simplemente por dejar gravado el instante en que sucedía algo. Lástima que aquí no permitan bajar imágenes, por dejar algunos ejemplos aparte de las bellísimas cosechadoras que nos regalas de entrada. Besos
ResponderEliminarPues, qué bien le viene al texto, este P.J. Proudhon del maestro Courbet que pusiste en Órbita, Karyn, ya que me centro en él al comienzo del escrito. Un estilo voluntarioso que intentó dar cabida a todo aquello considerado irreverente con anterioridad por los academicistas. Muchas gracias y un beso.
EliminarA mí me encanta el Realismo en todos sus aspectos, así que le doy un diez a Millet, me encanta el cuadro.
ResponderEliminarA mí también, Imelda. Es un estilo donde cabemos todos. Millet estaría contento con ese diez que avala la inmejorable obra que nos dejó.
EliminarUn abrazo.
Tu blog es todo arte, me encanta lo que expresas en este post y los que he visto, es una maravilla, te felicito.
ResponderEliminarBesos.
Muchísimas gracias, María Dorada por tus alentadoras palabras que me llenan de ilusión. Seguiremos esforzándonos en este manejo de la palabra y de la amistad.
EliminarFuerte abrazo.