Fragmento del retrato de Sor
Juana Inés de la Cruz, Miguel Cabrera, ca. 1750 (Castillo de Chapultepec).
JUANA
INÉS DE LA CRUZ
Se
dice de Juana Inés de la Cruz, Juana de Asbaje o Juana Ramírez, de nacimiento
entre 1648 al 1651, que fue niña prodigio, hecho que la convertiría en mujer de muchísimo entendimiento y cultura,
rebelde e inconformista, dueña de un lenguaje poético que la haría célebre y destacada
en nuestras letras castellanas. Su madre fue criolla y el padre militar español,
lo que propició que aprendiera a leer a muy corta edad, dicen que sobre los
tres años, en un siglo, el XVII, y en un lugar, México, nada propicio para
mujeres que intentaran sobresalir en algo a ellas no asignado.
Juana
Inés tuvo la osadía de hacer frente a esa dura e injusta realidad de la época, dedicándose
denodadamente al estudio y a la escritura. Para huir de posibles casamientos
que enturbiaran y encarcelaran estas inquietudes literarias, se supo enfrentar
a la autoridad, sortearla y aún vencerla, pues no convenía que la mujer pensara.
Y lo hizo metiéndose a monja, primero en la orden de las carmelitas, luego en
la de las jerónimas, no tanto por vocación divina aunque la hicieron adjurar en
nombre de Dios cuando era católica de fe, sino con el fin de poder hallar el
espacio necesario donde dedicarse a sus efervescencias intelectuales
interiores, celda propicia que supo transformar en una verdadera biblioteca (que
luego la obligarían a vender), punto de encuentro cultural donde poder echarle
horas, junto a otras mojas interesadas, al conocimiento y al pensamiento de ese
Dios del que otros pensaban que renegaba. Según Octavio Paz fue una poetisa
intelectual, docta y erudita. Gracias a su determinación, la literatura tardía
del Barroco, siglo de oro de las letras en español, ganó una de sus escritoras
más sobresalientes, amén de ser pionera en la lucha por la igualdad de género,
referente del feminismo cuando esta palabra ni asomaba por el diccionario ni
existía siquiera en el pensamiento de aquel tiempo.
Fue
gracias al afecto (algunos sospechan que lésbico-platónico, aunque nadie sabe
cómo fue en realidad la relación entre ambas, se cree que hubo amor intenso
pero no sexo) entre la monja y la virreina María Luisa Gonzaga Manrique de Lara,
protectora y promotora de su obra, que sus poemas, sobre todo los del desvelo
amoroso hacia la condesa de Paredes, unos cincuenta, lograran salir a la luz
tanto en México como en España.
A
esta monja jerónima, hay que leerla calurosamente apartando espesos velos y
vendajes, sin prejuicios ni tabús sexuales, algo que debería estar aparcado en
el tiempo aunque por desgracia aún siguen presentes en sectores cerrados y no
tan cerrados de la sociedad. En relaciones humanas apasionadas como las vividas
por la monja y la condesa de Paredes,
nada importa género o sexo de aquel o aquella a quien se ama. Juana Inés fue
también, en ese sentido, todo un revolucionario ejemplo.
"Ser mujer, ni estar ausente
no es de amarte impedimento;
pues sabes tú que las almas
distancia ignoran y sexo"
Uno de los poemas que Juana Inés de la Cruz dedicó a María Luisa Gonzaga Manrique de Lara.
De chica la leía -Una monja Mujer maravillosa- de la cual aprendí ya de moza -las cosas que yo queria-
ResponderEliminarAbrazos poet
Abrazos, muy agradecidos Mucha.
EliminarSigue bien.
Una poetisa que admiro mucho, me refiero claro a Sor Juana Inés.
ResponderEliminarMe encantan sobretodo, esos sonetos tan bien logrados, ese verso endecasílabo que con tanto arte trabajó. Definitivamente esta a la altura de Garcilaso, Quevedo o Gongora y otros genios del renacimiento y del barroco.
No conocía ésta faceta de su relación platónica con la virreina María Luisa Gonzaga. Más allá de si hubo o no algún tipo de relación afectiva y/o carnal, lo cierto es que Sor Juana encontró como bien dices en el claustro, el lugar y el medio idóneo para desarrollar su arte y de paso librarse, de la obligatoriedad de un matrimonio para el que cual todo parece no estaba predestinada y, que hubiera supuesto una enorme pérdida para el mundo literario. Imagino a Sor Juana, que en lugar de escribir poesía, que en lugar de pulir su alma con oraciones y zambullirse en busca de la esencia misma del arte, se hubiese dedicado solo a labores hogareña que por entonces a la mujeres les tocaba, sometida por el matrimonio al mandato de un marido y a ahogar todo ese clamor artístico que emanaba de su alma.
Por otro lado Teo, nunca he escuchado a alguna defensora del feminismo, hacer referencia a esta mujer que fue todo un icono para su tiempo y para su sociedad en la lucha de la igualdad de género... Creo que fuera de los ámbitos literarios, poco se le conoce, poco de difunde la vida de esta gran mujer. El mundo le debe colocar en el lugar que, por su arte, su forma de vivir, sus enseñanzas que ha dejado le debe tocar.
Un abrazo Teo amigo y poeta.
Gracias por compartir tan entusiastamente este pequeño escrito sobre la monja mexicana, Alfredo, bueno es que se la recuerde y para muchos que se la conozca. Y gracias también por dejarme el comentario en el blog, me da ilusión verlo aquí donde acuden menos amigos.
EliminarUn abrazo grande.
Una mujer muy interesante, capaz a su manera de encararse con lo que le tocaba a cada mujer de la época. Ella no se veía ni era sumisa, precisaba exprimir de su interior todo aquello que bullía incesante y lo lo logró haciéndose monja, ojalá hubiera podido revelarse aún más y quebrar tantas reglas que atormentaban a las mujeres en esos años. Sin duda, era y seguirá siendo un aliento hermoso para la poesía, para la mujer....
ResponderEliminarA UNA ROSA
Rosa divina, que en gentil cultura
Eres con tu fragante sutileza
Magisterio purpúreo en la belleza,
Enseñanza nevada a la hermosura.
Amago de la humana arquitectura,
Ejemplo de la vana gentileza,
En cuyo ser unió naturaleza
La cuna alegre y triste sepultura.
¡Cuán altiva en tu pompa, presumida
soberbia, el riesgo de morir desdeñas,
y luego desmayada y encogida.
De tu caduco ser das mustias señas!
Con que con docta muerte y necia vida,
Viviendo engañas y muriendo enseñas.
Sumamente interesante. Todo un ejemplo de lo que la mujer tuvo que sufrir y luchar por mejorar su condición y libertad. Gracias por los versos, gracias por tan hermoso soneto...
Eliminar