ENTRE PALABRAS Y SILENCIOS

martes, 6 de marzo de 2018

VICISITUDES, TESÓN, Y AMOR AL ARTE



Mujer pintando frente al mar, obra de Vicente Palmaroli y González. Hacia 1882. Museo del Prado






VICISITUDES, TESÓN, Y AMOR AL ARTE


El pintor que tiene que trabajar su obra a ratos, cuando puede, suele ser un pintor, si es íntegro y digno, que elabora un manual, calladamente, para serle fiel en su esencia al arte. Es el que viendo que no podrá vivir de la pintura como anhela, armándose de valor saca tiempo de donde sea para poder dar salida a sus impulsos artísticos y emocionales. Sobre todo cuando se tiene, a parte de un trabajo obligado que le roba la mayor parte del día, familia que atender. De este modo se enfrenta ante un dilema de tiempo, que no solo mina su creatividad, sino que también posiblemente parte de su imaginación, coartando posibilidades en obras ya iniciadas y en las que le hubiera gustado haber hecho o hacer, dadas otras circunstancias. La obra, en nuestro  pintor temerario y voluntarioso, no puede ser como debiera, pero insiste en ello consciente de que sería otra si no se encontrara limitado. La falta de tiempo intentará compensarla apoderándose de la realidad de que dispone, reconducirla hacia otra, hacia el arte.

Cuando eres pintor, o tienes una familia rica que te mantiene, o caminas a contracorriente buscando la forma de hallar contra viento y marea instantes propicios. Es así de simple y de duro. Al ganarte la vida en un trabajo ajeno al artístico, la urgencia por vender no existe. Eso te ofrece alguna ventaja, pues te hace menos vulnerable al sentir cómo la emancipación te libera de cadenas y obligaciones comerciales. Tienes problemas de tiempo, eso sí; y quizás de fuerza o ganas en ocasiones, pero posees la ventaja de poder pintar lo que deseas y el alma siente, aunque no vendas nada. Las galerías suelen decirte: “Trata de ir por aquí o por allá, pero olvídate de lo que estás haciendo pues lo que vendemos y se lleva es esto”, mostrándote unos ejemplos que no van con tus ganas ni querencias artísticas; en otras palabras: tienes que renunciar al propio estilo, para dar gusto al maldito dinero.

En la vida de este pintor -en la que sin duda estoy reflejado-, él solo se lo tiene que cocinar todo: sin representante, sin galería, sin mecenas, sin padrinos, sin nada a lo que aferrarse más que a la materia prima, al tesón y al amor al arte. Sin ninguna seguridad por tanto, salvo la que brota de su  intuitiva mirada, y de la mano que vaga con el pincel libremente por el lienzo. Este pintor, bastante común por otra parte, tiene que buscarse la vida artística sin contactos ni enchufes; a la buena de dios; a pulso; rastreando locales, galerías, centros cívicos, concursando en premios –casi siempre concedidos de antemano- o bien participando en exposiciones colectivas; esto último, quizás valiéndose de algunas amistades o de algo que pueda proporcionarle una amable salida al exterior, único precio que tiene que pagar si quiere darse a conocer…


Barcelona, marzo, de 2018.
©Teo Revilla Bravo

11 comentarios:

  1. Nadie podría decirte lo contrario querido amigo. Te iba leyendo y se me antojó hacer un paralelismo con el escritor o el poeta. Marchan juntos por el mismo camino con el pintor.
    Por eso yo siempre digo que : "... escribir es un bien peligroso que a veces me maltrata enormemente".
    Un texto que nos habla de la realidad del artista. Y supongo que tu experiencia cuenta mucho en todo esto.
    A veces uno tiene la amarga sensación que hay que sentarse en el cordón de la fantasía y esperar que una varita mágica te encuentre, en el medio de una interminable calle de colores o de letras.
    Un abrazo querido amigo Teo.

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    1. Curiosamente, Norma, acabo de hablar contigo hace un rato -qué lío nos hicimos con los teléfonos-, alegría de escuchar tu voz y sentir que estás tan cerca, pronto tomamos ese café por fortuna, años ya del último.
      Estoy completamente de acuerdo contigo. Es más, mientras escribía, pensaba en quien escribe, esculpe o compone canciones. Como le decía a una amiga, llega un momento en la vida que nada de todo eso que lo envuelve importa ya, sólo darle rienda suelta a la emoción, en este caso la de pintar. Un abrazo.

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  2. Es muy cierto lo que dices, la verdad es que con los tiempos se han abierto muchas más posibilidades para mostrar los trabajos propios, pero a la vez también han aparecido miles o millones de pintores con las mismas ganas y ansias, todos con el mismo derecho, algunos más "apitutados" o enchufados que con suerte lograrán una exposición, pero que nadie te asegura que vendas nada, porque en realidad son muy pocos los que compran arte, son demasiado pocos los que saben que si escogen una buena obra tendrán siempre una buena inversión o un estupendo regalo para una boda o simplemente para admirarlo colgado en un rincón especial de tu hogar. Hay que seguir con tesón, pintando por gusto y quizás, en algún momento mágico, se encuentre a aquel que de verdad reconozca en tus pinceladas la belleza que buscaba. Besitos

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    1. Cierto Karyn Huberman. Hoy día hay mucho más acceso a la educación y por tanto al desarrollo de la obra artística. Esto pone algo difícil que haya lugar para todos en ese comercio que se ha generado en torno al artista, sea pintor, escritor, etc. Creo que por eso es importante que ese pintor anónimo no se venga abajo, deje lo lucrativo, y se avenga tan solo a realizar su obra; hay que olvidarse de la especulación. Siempre hay alguien al que le gusta lo que haces que lo adquiere con amor.
      UN abrazo.

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  3. Encuentro razón en tu decir, amigo. Pero, pienso que el pintor de vocación disfruta de su labor y alivia tensiones con ella. El mercado del arte, no escapa al mercado general...y ya sabemos, el que por X razones tiene un nombre vende con/o sin calidad. Por acá pululan los pintores de ferias; que pintan casi todos el mismo tema y los venden al turismo. Muchos son graduados en escuelas de arte, que al no encontrar "camino" se van por éste de la facilidad, sacrificando sus conocimientos, hasta que se acostubran a la mediocridad. Abrazos

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  4. Es cierto lo que dices, José. Por desgracias el arte se adultera de ese modo. Generalmente por la necesidad de comer. Y tienes razón cuando dices que el fin de realizar una actividad de este tipo es mejorar, es disfrutar, es con frecuencia aliviar el alma aunque no se sepa exactamente de qué.
    Agradecido siempre a tus comentarios. Fuerte abrazo.

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  5. Que maravilla Teo...¡¡
    Se me hace un nudo en la garganta.
    Cuanta verdad en esas líneas que acabo de leer.
    Son como una radiografía (certera, sin florituras innecessriad y previsibles) de lo que sucede exactamente en la vida de un artista que, por circunstancias de la vida, se la gana por por otros medios ajenos al arte.
    Tal es mi caso...¡¡¡
    Me he visto reflejado en cada palabra escrita, y después inevitablemente interiorizada.
    Así es.
    Y así disfrutamos y padecemos cada segundo de cada nuevo dia, enfrentados a la tarea dual de trabajar y, en segundo plano, como un monólogo casino e insistente, seguir en esa introspección creativa que nos define.
    Dura tarea. Pero enriquecedora.
    Un abrazo emocionado.
    Gracias. ¡¡¡¡

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    1. Pepe, es algo habitual. Ojalá tuviéramos la oportunidad de dedicarle todo el tiempo que quisiéramos a la labor artística.... Y, pese a todo, ¡qué obra la tuya!
      Fuerte abrazo.

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  6. Es curioso. A pesar de que comparto contigo la afición a los pinceles y su uso, en esta ocasión no comparto tu reflexión en el terreno más íntimo y personal.
    ¿Por qué? Pues porque la falta de tiempo a la aludes y que nos afecta o ha afectado a todos los no hemos vivido de pintar, es sólo un concepto relativo. Cuando no existe la servidumbre de una fecha de entrega y se pinta sólo por el placer de hacerlo, carece de importancia cuánto se pueda tardar en alcanzar el objetivo propuesto. Son sólo momentos de ocio dedicados a una pasión y lo que se pueda tardar en darla por acabada es secundario si el resultado es satisfactorio.
    Por supuesto, éste es sólo mi caso y no pretendo hacerlo representativo de otra cosa que no sea mi propia opinión.
    Tal vez se deba a que nunca me he planteado vivir de la pintura ni dedicarme a exponer y vender, lo que añade un plus de serenidad a la hora de practicar esta bendita afición que compartimos.
    Fuerte abrazo.

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    1. Lo que pretendo decir, a comienzo del escrito, Francisco, no es que se tenga que trabajar con prisas ni ajustarme a horarios o a fechas de exposiciones, eso lo dejo para otros. Lo que quería decir con lo del tiempo del pintor, es que hay casos en que se puede perder mucho potencial precisamente por la falta del mismo para poder desarrollarlo. Si yo en vez de dedicarme a trabajar como he tenido que hacer por necesidad me hubiera dedicado a tener mi estudio e ir día a día a pintar en él, mi desarrollo como artista hubiera sido otro, seguro que muy diferente, posiblemente con más luces y aciertos en el propia desarrollo de la pintura. Yo no soy de trabajar con prisas como te decía. A mí, un cuadro, puede durarme medio año o más; Incluso si descubro algo que me choca en una obra de las que andan por casa,,vuelvo a ella pasados años... O sea: también tu caso de serenidad, es el mío.
      Un abrazo y buen día.

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    2. Disculpa el texto, ha ido algo acelerado....

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