Elevando alas, grata dulzura
donde el amor penetra saciando
sed de vuelos y palabras.
Arpegios. Sinfonías. Tu voz,
alentando alma en lumínica
mirada de amplios cielos.
Existes. Quiero quedarme
a tu lado. Asirme al eco
templado de tu voz sin bruma
ni sombra de melancolía;
desbaratar la incertidumbre
en claridad de aventura;
saberme, en tus raíces
creciendo sin afanes y que
el tiempo no transcurra.
Al pensarlo así, resucitado
en tu mirada, tiemblo…
Se me da un poema muy bien logrado, amigo. Discursa de maravilla.
ResponderEliminarAbrazos
José, muchísimas gracias. Tu comentario alentando los versos, son siempre recibidos con gran afecto.
EliminarUn abrazo.
Que el tiempo no transcurra, especialmente cuando se siente el alma llena de instantes felices. Un hermoso poema. Besitos
ResponderEliminarOjalá se pudiera detener el tiempo a capricho, ¿verdad? Sobre todo en esos instantes en que pareciera que sí, que se encuentra uno en un éxtasis amoroso.... La realidad, Karyn, es otra, pero el sentimiento no solo se puede detener, sino que nos permite ir a más, incrementarlo.... Fuerte abrazo.
EliminarNo puedo evitar sentir esos versos tuyos como propios. Gracias, Teo.
ResponderEliminarHay una manera muy parecida de entender y sentir las emociones vitales, amigo Francisco.
EliminarGracias por tu cercanía. Un abrazo.
Me place, me gusta. ¿Por qué? Por este par de versos cortados: "...desbaratar / la incertidumbre en claridad / de aventura... Abrazo, Teo.
ResponderEliminarGracias por pasearte por este escrito, Mauricio y rescatar esos versos.
EliminarGran abrazo.