ENTRE PALABRAS Y SILENCIOS

viernes, 16 de marzo de 2018

MAGIA DE LA PALABRA


"Retrato del escritor ruso Máximo Gorki" Pintura de Valentín Alexandrovich Serov





MAGIA DE LA PALABRA


La magia de la palabra me atrapó desde bien temprano pudiendo ser, aunque en la memoria no encuentre el porqué, la principal razón que hallo al hecho de escribir mis cosas desde bien joven. Vivir y sentir con intensidad, aspirar a lo inalcanzable subiendo, peldaño a peldaño, la larga escalera en un intento tenaz por alcanzar la cima y hallar la quimera, forjaron en mí el amor a la palabra escrita como modo de expresión. Comencé, como casi todos supongo, soñando despierto, pretendiendo atrapar pasado, presente y aún futuro, para dejarlos reflejados en una hoja de papel; escribir  ha sido  y es, vivir intentando combatir el inexorable paso del tiempo.  Sentir, pensar, redactar. Explicar lo que pasa por la mente ayuda, pues de alguna manera nos ordena y nos impulsa a comprender la vida, a hallarle algún sentido a esa realidad que no tiene límites y que se nos escapa con cada respiro que damos. En el acto de escribir interviene la memoria, la reflexión, la experiencia, y sobre todo la imaginación con la que podemos hallar el camino que nos lleve a  la creación ficticia de personajes con interés, que muy bien pudieran superar al propio. Ahí el argumento, el relato, la novela, la osadía de querer escribir para uno y aventurarse a hacerlo para otros.

De esta suerte escribir se convierte en algo natural, como es vivir para buscar la compensación que ofrece la paz interior cuando ésta afortunadamente se encuentra ateniéndonos a ese “Yo vivo en paz con los hombres y en guerra con mis entrañas” que nos dejara dicho el poeta Antonio Machado. Escribir conmueve. Nos hace más sensibles. Nos proporciona un rinconcito propio donde permanecer un rato a gusto creciendo en voluntad y en comprensión humana, en pensamientos, emociones, reflexiones y sentimientos, en todo aquello que se va colocando en el papel con más o menos acierto. 

Cada relato, cada verso o poema, cada escrito que escribimos, es siempre el primero, pues con cada línea nos enfrentamos a algo novedoso y asombroso. Pero sobre todo, al escribir por necesidad de vivir y comprender la propia existencia, aprendemos, sumamos percepciones, crecemos como seres humanos. Esto nos permite proyectarnos hacia los otros para mostrar, compartir, y  quizás enseñar y entretener si somos capaces de poder hacerlo.


Barcelona. Marzo de 2016
©Teo Revilla Bravo


4 comentarios:

  1. Me hiciste recordar esos primeros escritos de mi vida. Un diario que hacía de único compañero sincero y silencioso. En él unas hojas en blanco que no juzgaban ninguna acción, que esperaban ansiosas las palabras, risas o lágrimas, un cuaderno de desahogo espiritual. Es muy bonito tu escrito.
    Besitos.

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    1. Lo del diario, Karyn, bien puede ser una primera señal, ese primer refugio donde descargar impresiones, tristezas, alegrías... Y ayuda a comprender la labor del escritor. Sin duda que sí. Gracias por lo de "bonito".

      Un abrazo y, de momento, felices sueños....

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  2. Yo creo que has dicho exactamente lo que se siente al escribir. Para mí es ese lugar encantado que describes como un refugio donde establecer el alma, el espíritu, el sentido de la vida,donde a veces y con suerte, damos alojamiento a las musas que no siempre llegan a tiempo.
    Escribiendo aprendemos como tú dices y además fundamos nuevos mundos que se ramificarán con cada lectura.
    Me gustó mucho Tienes absoluta razón al hablar de la magia de la palabra.
    Un abrazo querido amigo.

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  3. Entonces es que he acertado. Quizás porque lo que ahí expongo es evidente y todos o casi todos los que escribimos con intención de plasmar nuestros sentimientos o nuestras obras más imaginarias sentimos algo parecido, algo que es una fuerza arrolladora que nos llena de impulsos. La palabra es el instrumento; la magia, su acierto, su belleza.
    Un abrazo, Norma Aristeguy, feliz tarde.

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