ENTRE PALABRAS Y SILENCIOS

miércoles, 15 de junio de 2022

EL SONIDO DEL SILENCIO


 "Niños jugando a pídola" Cuadro al óleo del pintor impresionista contemporáneo Rubén de Luis







EL SONIDO DEL SILENCIO

 

    No me encuentro cómodo en espacios donde hay grandes reuniones, donde se aglomeran las personas y se produce mucho ruido. Me siento ajeno, perdido, como en medio de un atasco de tráfico insostenible y agresivo a la entrada de una urbe. Pertenezco por naturaleza a lugares serenos, donde todo se desarrolla con voluntad de servir al hombre, a los animales y a las plantas.


Por eso al habitar la ciudad por circunstancia que no merece la pena detallar, busco pequeños reductos ( placetas, parques, jardines, orillas del mar, atrios de conventos e interiores de iglesias) en los que poder disfrutar momentos de paz liberándome de agobios y obligaciones.

Me gusta disfrutar el sonido del silencio. Me gusta respirar libertad. Como cuando era un chaval en la pequeña villa donde nací correteando a los cuatro vientos. Todo era sencillo entonces, había pocas cosas por las que pelear. Salvo la tecnología necesaria relacionada con el funcionamiento de las minas, el resto era natural, simple y auténtico, como el verde paisaje que nos rodeaba. Una plazoleta, una pelota, unos juegos imaginados, eran elementos suficientes para hacer feliz a cualquier chiquillo. Pasábamos el santo día fuera de casa al aire libre respirando felices y campando a nuestras anchas, mientras los padres permanecían confiados dedicados a sus cosas. El mayor problema que teníamos (a parte del de las malas notas si las había) era volver a casa al grito de la madre a la hora de la cena, con un rasguño en la cara, con una pedrada en la cabeza, con el golpe en el pecho recibido por algún bruto o una herida en las rodillas debida a una caída, pues había que enfrentarse con ello y dar explicaciones ante la severa mirada paterna.

Hoy vivimos en una sociedad altamente competitiva en la que nada parece ser suficiente, donde no se sacian las ansias de ser más se pise a quien se pise ante el temor de ser barridos por las continuas exigencias y adelantos. Y se lo exigimos a nuestros pequeños. Vivimos tiempos de inseguridad y prisas donde se nos limita el pensamiento autóctono, la alegría y la diversión en general: todo queda controlado por el sistema si no hay conciencia clara de que, aceptando lo que ofrece sin crítica previa, vivimos en una permanente prisión.



Barcelona junio del 2022


ARTE Y POESÍA III

©Teo Revilla Bravo  





 

22 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo, Teo. Se nos exige tanto, que da lo mismo pisar al prójimo. Me has hecho recordar un curso que hice en el que se nos exigía ser el primero y sobresalir. Recuerdo la conversación que tuve con el director, que aceptó mis argumentos. Nunca he aceptado esa manera de vivir y por lo tanto, reconoció que estaba de acuerdo conmigo, pero que de esa manera no tendría éxito. ¡No me interesa ese éxito, aunque no me coma una rosca! Procuro comer con el fruto de mi trabajo, sin quitar el pan a otro.
    En cuanto a como nos movíamos los niños antes, ¡ayyy que me he visto con las rodillas hechas girones, chichones mejorados con una de las más grandes monedas sujetadas con una venda o un trozo de sábana vieja. La rayuela, la comba y bebiendo en las fuentes los días como hoy, de calor inmensa o jugando al escondite y comprando pipas en el puesto de la esquina!
    Un placer recordar con tus letras.
    Besicos muchos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, es una exigencia que nos transforma, que nos convierte en peleles de un sistema que tiene la competitividad por bandera si no tomamos conciencia. El problema es que la rutina nos convierte en esclavos ideales de unas prácticas excesivamente incorporadas a la manera de vivir que nos han impuesto. Por eso hay que despejar la cabeza de vez en cuando y recolocar los valores innatos que poseemos, para caer lo menos posible en ello.
      Me enrollé, disculpa amiga.
      La niñez no queda lejana, con sus momentos despreocupados y felices y también algunas frustraciones a medida que íbamos creciendo y alimentando sueños.
      Gracias por leerme, amiga Nani. Un abrazo.

      Eliminar
  2. El cuadro es precioso, el juego también. Procuro evitar muchos recuerdos porque me convierto en un río de lágrimas. Te comprendo muy bien y las ciudades se van volviendo inhabitables. Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El cuadro es maravilloso y qué bien representado está ese momento de despreocupación y juego de la infancia. Echar la vista atrás, a veces sí que provoca cierta melancolía... Sobre todo recordando amigos o personas que ya no están.
      Salgamos de los ruidos y entremos en los cálidos senderos de la poesía.
      Un abrazo.

      Eliminar
  3. Vaya si tu texto cuánto nos interpreta. Tiempos adocenados que, nos precipitan en el mundo de El gran hermano, y la novela de George Orwell, i994. Un abrazo. carlos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me alegra que sea así, amigo Carlos, y sirva para la reflexión sobre los cambios que traen los tiempos y sus efectos sobre el ser humano. El gran hermano de 1984 se escribió, creo, en 1949, qué mente tan adelanta a su tiempo la de George Orwell.
      Gracias por estar y compartir, amigo.
      Un abrazo.

      Eliminar
  4. Nuevamente siento el alma de nuestro poeta, Machado, rondando por tus letras. Y por la misma razón, comparto plenamente lo que dices.

    Yo he sido toda mi vida una persona muy tímida e introvertida, supongo que demasiado sensible. Por esta razón desde adolescente he hecho de la reflexión y la charla sobre temas profundos el eje de mi vida. No es que me falte interés por otras cuestiones, pero debo reconocer que en mi siempre ha primado algo concreto.

    Y reconozco en mi la vida de niño que describes. Y no comprendo (o no quiero comprender) por qué ha cambiado todo tanto y a peor. Supongo que hemos asumido el modo de vida que nos propone eso que llamamos "el sistema", hemos sido fagocitados mentalmente hasta el punto de estar perdiendo nuestro espíritu crítico, nuestra capacidad de reflexión, nuestra autonomía intelectual y, por tanto, nuestra libertad: nuestra capacidad de decidir y actuar sobre lo que somos.

    Y como bien planteó ya hace muchos años Erich Fromm, debemos pasar del tener al ser si valoramos nuestra vida y apostamos por una vida rica emocional e intelectualmente.

    Un enorme abrazo, querido amigo!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y esa foto jugando al pídola... Ufffffffffffff!!! Qué recuerdos!!!

      Me alegra sintonizar...

      Eliminar
    2. Nos ronda Machado, que espíritu tan hondamente humano y certero para sentirnos hijos de la visión de un lugar como esta piel de toro tan controvertida.

      Me alegra que sea de tu agrado el escrito y lo compartas, amigo Emilio, lástima no estemos cerca para saludarnos y conocernos tomando un café tranquilos. Tu sensibilidad habría que clonarla, que hacerla múltiple y contagiosa. Por excelente y por humana, porque la poesía se te sale del alma.
      Lo de introvertido y tímido, también nos acerca, no sabes cuánto. Poco a poco las razones y aprendizajes de vida nos abriendo y van soltando a los demás y también a nosotros mismos. Precisamente para eso, para no perder el espíritu crítico ni la personalidad.

      Una alegría poder intercambiar contigo estos temas que nos acercan, amigo.
      Un fuerte abrazo.

      Eliminar
    3. Sí, la foto lo dice todo, amigo.... Buen día.

      Eliminar
  5. Amo escuchar el silencio. Me gusta dar largos paseos y simplemente, dejar el silencio de fondo. Antes, siempre escuchaba música al caminar, ahora prefiero escuchar lo que el día me ofrece. Besos :D

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El silencio, ese ramillete de sonidos íntimos que nos relajan y enamoran propiciando la serenidad necesaria.
      Cómo te entiendo Margarita y qué bonito lo de dejar el silencio de fondo,,,
      Gracias y un fuerte abrazo.

      Eliminar
  6. Hola Teo, buenos días, creo que efectivamente los tiempos han cambiado, pero hoy más que nunca tenemos la oportunidad de dar giros. El ser humano siempre ha tenido que llegar a ciertos extremos para dar saltos cualitativos.

    Tarea nada fácil, pero si cada uno cambia, todos cambiamos, es una cuestión de consciencia y de que el bien de cada uno es, a su vez, el bien común. Lamentablemente a veces debemos llegar a una crisis existencial, a una enfermedad, a un sufrimiento muy intenso para reflexionar y hacernos conscientes del valor de la vida y de lo que es la auténtica felicidad.

    “Que los árboles no nos impidan ver el bosque”. Este refrán es una forma de pensar expansiva, que siempre intento recordar, más aún si estoy en una situación compleja. Para mí la poesía es un camino de reflexión, de comulgar con el mundo interno, de entender que todos tenemos heridas y posibilidades de sanarlas, de conectarme amorosamente con cualquier ser del planeta, realmente este arte me ha brindado grandes regalos.

    Claramente, existen otras formas de vivir no regidas por ningún sistema interesado, y todos y cada uno somos responsables de elegir, hasta donde podemos escoger, claro, porque siempre va a haber una parte de nuestro quehacer que debe seguir ciertas reglas para poder vivir en sociedad.

    Bueno, es un gusto reflexionar contigo, y quedar con el gustito de un aprendizaje más. Un gran abrazo, Paty

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es muy interesante tu reflexión al respecto, amiga Paty. Los giros siempre han sido importantes para avanzar, para desterrar los malos usos, para seguir construyendo al hombre nuevo y ser mejores.

      Ojalá todos cambiáramos, sí. Pero comenzando indudablemente por uno mismo: si permanemos ciegos y obtusos apresados por los estigmas del sistema sin poder cambiar atrofiados la propia esencia de valores, poco podremos ofrecer la los demás y por tanto al bien social en general.

      Saber elegir la opción menos traumática y más ejemplar, es el fin de todo aprendizaje, de todo proyecto de vida.
      Y cuanto menos ruido hagamos y más interiorizados observemos y escuchemos, más avanzaremos sin duda.

      Abrazo grande.

      Eliminar
  7. El ruido, cualquiera sea su fuente, nunca es agradable...si lo fuera no se llamaría ruido, sería sonido...y el silencio que muchos piensan que es plano, ausente de sonidos, tampoco lo es...en completo silencio se escuchan tantas cosas, el movimiento de las ramas, el caer de las hojas, los pasos de algún caballo el sonido de un cencerro en el monte, el crepitar de un leño en la chimenea, o el silbido del café al hervir. Lo que vivimos nosotros en nuestra infancia ya se ve poco, quizás exista una especie de sobreprotección con la idea de cambiar todo para bien, pero en ese deseo algo se escapa y tal vez pueda ser nuestra libertad. Besitos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No, nunca es agradable, Karyn, y menos para mí, ya me conoces. Hallar el silencio que dejan los ecos sonoros de la naturaleza como tan bien apuntas, es el objetivo y con él, como bien apuntas también, la libertad. Un abrazo inmenso.

      Eliminar
    2. Ruido es diferente a sonido
      Viento es diferente a brisa
      Pasión no siempre es amor
      matrimonio y cárcel muchas veces es lo mismo

      Eliminar
  8. Teo, la imagen nos invita a retornar al recuerdo primigenio, cuando aprendimos a convivir con los demás, dando rienda suelta al juego y a la imaginación...Todo aquello es un tesoro, que guardamos todos con amor y divino silencio. Si, divino silencio, porque seguimos buscando "el silencio de los sonidos naturales", como dice Karyn. Esos sonidos, que nos acercan a la autenticidad del ser humano y nos facilitan seguir creando y recreando la vida.
    En este mundo materialista y frívolo necesitamos reflexionar, arroparnos cerca del "fuego de la poesía" y calentar el alma para seguir siendo libres, latiendo vida.
    Mi abrazo entrañable y gracias por tu visita, Teo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, quién pudiera volver a vivir esos momentos de despreocupación y dicha -no todos eran así, claro- que nos proporcionaba la infancia. Hay comenzamos a sentir a a vivir situaciones que nos irían madurando el carácter, la personalidad, el amor por la vida.
      En cuanto al silencio, qué decir, ¿verdad? La sociedad hoy es tremendamente ruidosa, sobre todo en las urbes. Por eso reivindico de algún modo en el escrito el regreso a lo natural, al campo, a las sensaciones de quien recorre senderos por frescos valles...
      Gracias a ti por tu amistad, apreciada Mª Jesús.
      Fuerte abrazo.

      Eliminar
  9. La vida del niño debería ser eso: Moretón en la rodilla y rasguños en cara y manos por haber escalado una morera a coger su fruto, o bajado a revolcarse en la tierra por una pelea. Leo tu texto y te veo transparente, feliz, mostrando tus avatares infantiles.
    Y pienso en qué recuerdos podrán cobijarse nuestros niños urbanos de hoy, acuartelados en casa con su tablet y sus juegos virtuales...
    Saludos, Teo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Debería ser eso: juego, despreocupación, contacto con la naturaleza y aprendizaje en todos los sentidos de una manera más humana y plena de valores. Pero la sociedad avanza y parece tener otros propósitos, miedo dar viajar en el tren o en el metro e incluso por la calle: pocos se desengancha de sus móviles, pocos los aparta de sus manos; y los niños pequeños, habituados a las pantallas casi desde que nacen y a los dibujos y juegos en solitario.
      Saludos Ana Mª, y un fuerte abrazo..

      Eliminar